Baja costura
Con la sensaci¨®n de facilidad de siempre, Robert Altman ha organizado en esta su ¨²ltima pel¨ªcula una de esas jugadas de polemista de la imagen, que ponen en carne de gallina a las manadas que agrupan a la gente est¨²pida, manipuladora o adocenada. Las ronchas que The player produjo en el pellejo de los par¨¢sitos de las burocracias de Hollywood -agrupadas en gremios y mafias de moqueta y esmoquin, gente an¨®nima api?ada, que vive a costa de creadores, a quienes desprecian para as¨ª calmar la picaz¨®n de la urticaria de envidia y rencor que les causa la conciencia de su falta de talento- fue consecuencia de este memorable filme-pu?etazo, uno de los ejercicios de cine negador m¨¢s contundentes de los ¨²ltimos a?os.Tras este ajuste de cuentas cinematogr¨¢fico contra quienes, sin aportarle nada, viven a costa del cine, Altman se embarc¨® en un proyecto de signo contrario: apasionadamente afirmador. Es Short cuts (Vidas cruzadas), que abri¨® paso a una pel¨ªcula de dimensiones art¨ªsticas y ¨¦ticas colosales, dif¨ªcilmente -incluso para imaginadores tan f¨¦rtiles como ¨¦l- superable, hasta el punto de que Gore Vidal lo considera un relato que cubre en la narrativa estadounidense actual el hueco de la ausencia de una gran novela tot¨¦mica, una Palmeras salvajes o El gran Gatsby de ahora mismo, que no la hay.
Pr¨ºt-¨¤-porter
Direcci¨®n: Robert Altman. Gui¨®n: Altman y Barbara Schulgasser. Fotograf¨ªa: Mignot y Lepine. M¨²sica: M. Legrand. EE UU, 1995. Int¨¦rpretes: Sc)phia Loren, Anouk Aim¨¦e, Marcello Mastroianni, Julia Roberts, Kim Basinger, Tim Robbins, Stephen Rea, Lauren Bacall, Sally Kellerman, Tracey Ullman, Rossy de Palma, Rupert Everett, Forest Whitaker, Danny Aiello, Jean Rochefort, Michel Blanc. Madrid: Lope de Vega, Benlliure, Aluche, 7? Arte, Parque Oeste, Vaguada y, en V. O., Ideal.
Ante Pr¨ºt-¨¤-porter, se tiene la impresi¨®n de que Altman quiere reanudar la pasi¨®n demoledora de The player, pero que est¨¢ todav¨ªa lastrado por el exceso de presencia a sus espaldas de la afirmaci¨®n de Short cuts; y que esto causa en su pulso el temblor de quien sabe que no va alcanzar lo ya alcanzado y ya probablemente inalcanzable. Hay indefinici¨®n en el enfoque de Pr¨ºt-¨¤-porter, lo que le impide ser una obra redonda, cerrada sobre s¨ª misma, de modo que, junto a momentos de gran acierto, incurre en titubeos.
La parte negadora de esta met¨¢fora sobre el mundo de la alta costura, convertido por Altman en baja costura, es menos convincente que la afirmadora, lo que significa que las huellas de The player tienen en Pr¨ºt-¨¤-porter menos hondura que las de Short cuts. Es ciertamente m¨¢s dif¨ªcil afirmar que negar y Altman no es de los que eligen la l¨ªnea de menor resistencia. De ah¨ª que, por ejemplo, toda la vitri¨®lica farsa que representa la vileza del mundo del costureo mundano y el parasitismo period¨ªstico que lo rodea, es inferior a las historias colaterales -la reedici¨®n del idilio de Los girasoles por Sophia Loren y Marcello Mastroianni, la preciosa comedia de cama entre Julia Roberts y Tim Robbins y otros estupendos contrapuntos- que rellenan la v¨¦rtebra.
Es esta v¨¦rtebra lo endeble. Hace agua por los dos puntos d¨¦biles de un gui¨®n no suficientemente cuidado y, sobre todo, no equilibrado como conjunto. El primero es la indefinici¨®n del propio punto de vista del relato. En Pr¨ºt-¨¤-porter no est¨¢, como estaba en Short cuts, el genio literario de Raymond Carver, que daba voz al silencio de la c¨¢mara, y no acabamos de ver desde donde miramos lo que vemos. Y el segundo punto d¨¦bil, m¨¢s grave porque es causa del primero, es la evidencia, que se percibe n¨ªtidamente al final del filme, de que toda la pel¨ªcula est¨¢ compuesta sobre un apriorismo argumental y visual: la maravillosa escena del desfile de modelos final, un instante genial y un hallazgo perfecto, pero alcanzado de manera que las dos horas que lo preceden est¨¢n escritas y filmadas en funci¨®n suya, para darle relieve, y esto impregna de c¨¢lculo y artificiosidad la construcci¨®n de la secuencia.
Pero ver juntos a Lauren Bacall, Sophia Loren, Kim Basinger, Julia Roberts, Anouk Aim¨¦e y otros rostros inolvidables, entrelazados por la sabidur¨ªa de Altman y en medio de algunos destellos m¨¢gicos incrustados en el desequilibrio del filme, no es poca cosa: un espect¨¢culo imperfecto, pero c¨¢ustico, elegante, bello y lleno de humor.
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