Los Veintea?eros, al asalto
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Son cuatro que a¨²n no han cumplido los 30 a?os y que creen que ya ha llegado la hora de que algunas caras demasiado vistas abandonen ya los puestos de honor. Prometen emoci¨®n aunque algunos les culpan de producir aburrimiento. "Es que somos muy buenos y fallamos poco", responden ellos. Tres ya saben lo que es ganar un grande. John Daly -el ¨²nico que se sale del molde- lo hizo en 1991 en el PGA. Ernie Els y Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal, el a?o pasado, en el Open de Estados Unidos y en el Masters de Augusta, respectivamente. A ninguno le, disgustar¨ªa repetir, ni a Mickelson estrenarse. ERNIE ELS
"El pr¨®ximo Dios dice el veterano Curtis Strange de Ernie Els, un surafricano de 25 a?os que se pas¨® la mil? dando clases de golf a los generales. Gan¨® en 1994 el Open de Estados Unidos, convirti¨¦ndose en el tercer golfista m¨¢s joven en vencer un grande desde la II Guerra Mundial. Destaca por su temperamento, su fuerte drive y su capacidad, aprendida, para jugar bien bajo presi¨®n. Arriesga menos que en sus comienzos. Todos pronostican que ganar¨¢ los cuatro grandes antes de cumplir los 30 a?os. Si quiere, puede con Auguista. Para otros tantos, ser¨¢ la gran inc¨®gnita del primer grande del a?o. ?Tendr¨¢ su famosa punta de velocidad final, donde la voluntad se.. traduce en un buen golpe?
TIGER WOODS
Es a¨²n amateur, no llega ni a los 20 a?os y no hace honor a su nombre: llega haciendo ruido. Debutar¨¢ en el Masters como campe¨®n amateur de Estados Unidos haciendo pareja con Olaz¨¢bal.
MICKELSON
Un jugador zurdo de 23 a?os iba a ser el boom del Masters de 1994, pero se cay¨® esquiando en marzo y se tuvo que perder la cita. Tras la sonrisa de monaguillo de Phil Mickelson se esconde una fuerte voluntad, una determinaci¨®n de asesino nato -empez¨® a jugar al golf al a?o y medio de nacer y juega con la izquierda, a pesar de ser diestro para todo lo dem¨¢s, ya que aprendi¨® viendo jugar a su padre, imit¨¢ndole como si fuera un espejo- y varias debilidades: la presi¨®n le puede y su S wing, base del juego, no es todo lo bueno que deber¨ªa. "Suele pegar una serie de malos golpes durante cualquier torneo y eso, en un grande, es mortal", dice el guru David Leadbetter. "Tambi¨¦n encadena series incre¨ªbles de birdies, pero los grandes los ganan los jugadores que cometen menos errores". Quiz¨¢s su primer grande tarde en llegar.
OLAZ?BAL
La personalidad de Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal sorprende en Estados Unidos. No saben por d¨®nde agarrar al espa?ol en el pa¨ªs en el que el dinero es Dios. "Es un poeta en un campo de golf', dice admirativo Mark McCormack, el f¨¢ctotum de IMG, la empresa que lleva los asuntos econ¨®micos de la mayor¨ªa de los golfistas. All¨ª no entienden que, por ejemplo, Olaz¨¢bal renuncie al sustancioso Mundial, que se juega el 31 de diciembre, s¨®lo por quedarse en San Sebasti¨¢n para ir de compras con su madre. Los analistas, que no contaban con ¨¦l para ganar el Masters de 1994, dicen que es todo coraz¨®n y determinaci¨®n, valor y tenacidad, pero que tiene un mal drive y un p¨¦simo agarre del palo. Le salvan dicen, su magn¨ªfico juego corto con los hierros y con el putt en el green. Lucha desesperadamente para que durante la semana de Augusta no se note que llega corto de preparaci¨®n debido a una operaci¨®n en un pie.
JOHN DALY
"Mata", piensa cuando golpea la bola John Daly, el salvaje. El californiano, de 28 a?os, entr¨® con estr¨¦pito en la historia del golf -invitado de ¨²ltima hora al PGA de 1991, se pas¨® la noche conduciendo para llegar al campo y gan¨® el torneo- y el ruido no le ha abandonado desde entonces. Sus modales y su afici¨®n a la bebida -empez¨® d¨¢ndole en el instituto, ha estado tres veces hospitalizado por beber y ahora se declara alcoh¨®lico en tratamiento-, que le han creado problemas en los enmoquetados despachos de la PGA, sin embargo, no han hecho nada por aminorar la pasi¨®n que siente el p¨²blico por ¨¦l, el pegador m¨¢s potente del circuito. A Daly, por cierto, no le xviene nada mal el campo de Augusta: ¨¦l le pega fuerte a la bola y eso es una ventaja siempre que el proyectil no se vaya al rough, una caracter¨ªstica de la que carece el Augusta National Golf Club.
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