El enigma de los beb¨¦s insomnes
Lenin puso medio mundo patas arriba con una simple interrogaci¨®n: ?Qu¨¦ hacer? Diariamente, esta misma pregunta vuelve a ser. formulada, con casi la misma virulencia que el t¨ªtulo del panfleto revolucionario, en los hogares de un 10% de los ni?os reci¨¦n nacidos. Estos, en teor¨ªa, tiernos infantes son los que dejan para m¨¢s all¨¢ de su primer aniversario algo tan prosaico para el resto de los mortales como organizar las horas de sue?o. Sus pulmones, como si fueran dos despertadores sincronizados, se disparan en la tranquilidad de la noche con el prop¨®sito de tomar su particular palacio de invierno: reclamar la atenci¨®n de sus progenitores."Lo hemos probado pr¨¢cticamente todo, y decididamente no hay manera", dice de carrerilla Fernando Pablos, de 35 a?os, antes de describir pormenorizadamente "las diferentes estrategias" ensayadas para calmar la afici¨®n a la ¨®pera nocturna de su hija. Celia, que ya pasa el a?o de edad, no ha tenido ning¨²n reparo en no contar con las estad¨ªsticas para normalizar su sue?o. "Lo habitual es que hasta los cinco meses, el dormir no este organizado", dice el psic¨®logo pediatra Paulino Castells para a continuaci¨®n a?adir que el 83% de los ni?os no retrasan "el aprendizaje del sue?o" m¨¢s all¨¢ de los seis meses de vida.
El resto, como Celia, prefiere poner a prueba el ingenio de los padres durante un largo periodo. "Al principio, fueron los gases", comenta en un tono casi b¨ªblico Fernando. Pasados los tres o cuatro primeros meses de rigor, Cuando se dio por concluido el problema de la aerof¨¢gia infantil asociado a los c¨®licos del lactante, se acabaron las excusas comprensibles. Beatriz, su esposa, y ¨¦l se decidieron a dar la necesaria independencia a su hija: abandon¨® la habitaci¨®n de los padres.
"Un mes dur¨® el intento", dice. Entonces, comenz¨® el zafarrancho de combate. Cada semana, padre, y madre se turnan para acompa?ar el sue?o de la inquieta Celia. "No hubo m¨¢s remedio".
La opci¨®n era o no dormir ninguno o por los menos que uno de nosotros, aunque sea en semanas alternas, lo pueda hacer", a?ade
Fernando. La peque?a, haciendo honor a su nombre y con la intenci¨®n no declarada de emular a la traviesa Celia de los cuentos infantiles, tiene su particular horario. Un m¨ªnimo de cuatro veces, y un m¨¢ximo sin precisar, se despierta por la noche para reclamar la presencia de alguno de los dos progenitores.
Castells intenta aclarar las razones del desaguisado familiar que provocan los compa?eros de faena de Celia: "No hay explicaci¨®n fija. Igual que hay familias de estre?idos o se heredan las jaquecas, se pueden transmitir gen¨¦ticamente las pautas del sue?o". Carlos Marina, de la Asociaci¨®n Espa?ola de Pediatr¨ªa, se refiere al grupo de los ni?os hiperactivos para arrojar luz sobre el asunto. "En partos dif¨ªciles o prolongados se puede registrar un d¨¦ficit de oxigenaci¨®n cerebral transitoria y este fen¨®meno puede producir ciertos problemas -hiperactividad-, que se traducen en un sue?o irregular", dice. Sin embargo, "a los seis meses la dificultad suele estar solucionada", apunta Marina para terminar de desconsolar a los que, cumplido este tiempo, siguen sin tener aprobada la asignatura nocturna.
Echando mano de la psicolog¨ªa, el doctor Castells no duda en se?alar causas m¨¢s profundas de este comportamiento. Seg¨²n el psic¨®logo pediatra, en muchos casos, descartados los asociados a enfermedades, se puede tratar "de un modo de comunicaci¨®n presem¨¢ntica para reclamar algo tan simple como el roce de la piel de los padres". "Esto ocurre cuando el infante se desprende demasiado r¨¢pidamente del contacto directo con los padres", a?ade para seguidamente se?alar que cada vez es algo m¨¢s frecuente "en unas pautas de vida aceleradas continuamente".
Sobre las posibles soluciones Castells se limita a indicar cu¨¢l es la medida a evitar. "El sue?o hay que educarlo, hay que marcar un horario y, por tanto, se tiene que desterrar la funesta man¨ªa de traer a los ni?os a la cama de los padres: donde hay dos no caben tres", dice. En el mismo sentido se expresa Marina: ."Es necesario una cari?osa rigidez o disciplina". Para este pediatra, se debe procurar evitar por todos los medios que el infante "manipule la situaci¨®n y se convierta en el due?o y se?or de la casa".
Pese a la contraindicaci¨®n expl¨ªcita, y de la que eran conscientes los padres de Celia, Beatriz lo intent¨® -"todo por conseguir estar tranquilos"- y durante una noche prob¨® a acompa?ar a su hija a la hora de dormir. Los despertares continuos fueron acompa?ados de un movimiento perenne del beb¨¦ y la madre no alcanz¨® a dormir ni mucho ni poco: es decir, nada.
Castells y Marina se muestran de acuerdo con la otra propuesta radical: dejar llorar al ni?o y no prestar atenci¨®n a la espera de que el cansacio haga acto de presencia. "En esta ocasi¨®n, lo ¨²nico que conseguimos es que se quedara af¨®nica durante una semana", declara Fernando con aire desesperado. La pregunta para los padres de Celia y otros en su situaci¨®n sigue sin respuesta: ?qu¨¦ hacer?
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