?Un excelso acuerdo catastr¨®fico?
Espa?a est¨¢ atrapada en una trampa de dif¨ªcil escapatoria. Incluso el mejor cuerdo pensable entre la UE y Canad¨¢ ser¨ªa percibido como catastr¨®fico para el sector pesquero. Y como s¨ªmbolo de la victoria de la estrategia agresiva de Canad¨¢, la debilidad europea y la traici¨®n de un Gobierno d¨¦bil y entreguista.?Por qu¨¦? Por una raz¨®n muy sencilla. El conflicto en aguas de Terranova solapa en realidad dos asuntos muy diferentes. Uno, los secuestros canadienses, la discusi¨®n de cuotas en Bruselas, el subyacente problema jur¨ªdico de las 200 millas: en esa batalla Espa?a no ha estado sola, aunque podr¨ªa haber logrado m¨¢s compan¨ªa, y m¨¢s calurosa.
El otro, menos espectacular, pero cuantitativamente m¨¢s importante, fue la decisi¨®n del pasado septiembre por la cual la NAFO (North Atlantic isheries Organization), con el apoyo europeo, redujo las capturas en la zona, para no agotar las reservas. Se fij¨® una Tasa de Capturas Aceptadas (TAC) de 27.000 toneladas. Es decir, se redujo la materia pescable m¨¢s o menos a la mitad: en 1994, se hab¨ªan capturado a red libre unas 63.000 (40.000 por barcos espa?oles, el 65% del total).
El gran recorte se produjo entonces, no ahora, aunque pas¨® casi desapercibido. Se decidi¨® por un¨¢nime voluntad conservacionista y no a golpe de secuestros. Cierto que el Gobierno espa?ol trat¨® de ampliar el pasado noviembre las 27.000 toneladas hasta 30.000, pero entonces s¨ª se qued¨® solo.
Si se desea ubicar el flet¨¢n en su lugar correspondiente dentro del vasto cosmos y sopesar bien la importancia de cada tonelada, una cifra de referencia es el 65% del techo de las 27.000 toneladas: 17.555. Este es el tope m¨¢ximo que la flota espa?ola podr¨ªa haber aspirado a capturar en 1995 si Canad¨¢ no hubiera plantado cara de Drake con designio de juridico-militar y disfraz de ecologista protector del changuete.
Pero no fue as¨ª. Elabor¨® una ley para ampliar su jurisdicci¨®n m¨¢s all¨¢ de las 200 millas, se autoconcedi¨® una cuota exorbitante, secuestr¨® barcos, encubriendo su propia depredaci¨®n con la mala fama de la potente flota espa?ola: ?C¨®mo se lamenta ahora la incuria de anteriores ministros, incapaces de imponer sanciones ejemplares a los piratas propios (que tambi¨¦n los hay)! Algo que reforzar¨ªa ahora la credibilidad del sector pesquero espa?ol.
El acuerdo disminuir¨¢ la cuota espa?ola. Es el peaje para abortar la extensi¨®n generalizada de las 200 millas, que afectar¨ªan a toda la flota (y a la corta, y en todos los caladeros). Pero este objetivo tiene muy mala venta, porque es un concepto dific¨ªlmente traducible a cifras.
Se discute de 8.000 toneladas para Espa?a en un nuevo reparto que mejora la parte de Canad¨¢ y las de otros socios de la NAFO- y la comparaci¨®n de esa cifra con las 40.000 pescadas el a?o pasado (no con las 17.555 te¨®ricas "si nada hubiera pasado"), suscita l¨®gica irritaci¨®n. Furia. El problema es que un acuerdo s¨®lo puede ser equilibrado. Con suerte, habilidad y apoyos, tensando la cuerda sin romperla, se mejorar¨¢ esa cuota, ?en 1.000, 3.000 toneladas?. Hip¨®tesis muy optimista dado el rumbo de la negociaci¨®n. As¨ª las cosas, focalizado el embrollo en el -importante- aspecto de las cuotas, el mejor acuerdo ser¨¢ siempre malo. Y eso sin considerar la simult¨¢nea inmersi¨®n preelectoral de Espa?a.
En visi¨®n macro, el flet¨¢n es poca cosa: las 40.000 toneladas de 1994 representan s¨®lo un 0,029% de los 1,4 millones de pesca que captur¨® todo el sector. Aunque en ¨®ptica micro es vital para Vigo. De modo que una cosa es estirar de la cuerda, apretar a la Comisi¨®n, mejorar posiciones. Y otra distinta ser¨ªa aislarse de los 15 rompiendo la (vulnerable, pero existente) solidaridad comunitaria, vestirse de duque de Alba y estibar ca?ones. ?Qu¨¦ se har¨ªa, en solitario, si apresaran al Estai-2?.
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