Regalos mutuos
En tiempos tan duros para el bolsillo, donde suben sin parar las cosas monopolizadas estatalmente y los tributos, mientras se mantiene fija -cuando no desciende o cesa- la retribuci¨®n de quien trabaja, emociona ver la generosidad con la cual el Gobierno cede terreno a sus rivales pol¨ªticos.Ning¨²n regalo m¨¢s generoso hay que una rica variedad de robos, fraudes y asesinatos, atribuibles por acci¨®n u omisi¨®n a quienes recibieron 10 millones de votos para "dignificar la funci¨®n p¨²blica". Ahora dicen, por ejemplo, que ninguno de sus altos responsables tiene relaci¨®n con los GAL, y que Amedo y Dom¨ªnguez deber¨ªan seguir en la c¨¢rcel, cuando no hace mucho les declaraban merecedores de medallas, en vez de presidio. Mnemosyne, la diosa del recuerdo, garantiza ratos geniales a quien visite alguna biblioteca p¨²blica y hojee peri¨®dicos de hace unos a?os, verificando el alto concepto que Barrionuevo y Corcuera ten¨ªan de sus subordinados. S¨®lo despu¨¦s -gracias al coraje de Garz¨®n- supimos que dicho concepto se redondeaba con chorros de dinero ingresados en su cuenta corriente, si bien para entonces los sufridos h¨¦roes se hab¨ªan transmutado en falaces criminales.
?Puede creer alguien que Amedo y Dom¨ªnguez montaron por su cuenta la trama GAL, quiz¨¢ financiados por empresarios vascos, como sugiri¨® Vera? Ante lo inveros¨ªmil de semejante hip¨®tesis, este rosario de cr¨ªmenes y malversaciones pasa por guerra inevitablemente sucia contra un infernal enemigo: o usamos los m¨¦todos del desalmado, o perdemos. Pero los m¨¦todos del desalmado generan su propia perpetuaci¨®n, y atentan contra lo primordial, que es superar el recurso a la violencia. Sin ir m¨¢s lejos, los l¨ªderes abertzales proclives al di¨¢logo han ido cayendo asesinados de modo sistem¨¢tico por parapolic¨ªas o polic¨ªas en sentido estricto. El sabotaje comienza con la liquidaci¨®n de Argala, sigue con la de Santiago Brouard y se redondea con la de Muguruza -si olvidamos las extra?as circunstancias que rodean el accidente de Iturbe en Argelia-. Mirando las cosas desde Euskal Herria, no parece el sistema id¨®neo para sacar adelante una paz; tampoco lo es ir sembrando esas tierras de desaparecidos, como Lasa y Zabala.
Del mismo modo que la CIA se tambalea con el fin de la guerra fr¨ªa, el negocio montado para asegurar la impunidad de cada Gobierno -y conocido como Seguridad del Estado- amenaza graves recortes si remitiese el terrorismo. Los sucesivos gabinetes socialistas pueden alegar que no ordenaron asesinar a Argala, Brouard o Muguruza, pues sus "expertos en terrorismo e informaci¨®n" tienen c¨¦lulas relativamente aut¨®nomas. Con todo, eso mismo obligaba a empezar limpiando la casa propia, ¨²nico camino para romper un circulo vicioso que ha sido el alimento b¨¢sico de ETA desde Franco. Dig¨¢moslo sin ambages: el terrorista pagado con fondos p¨²blicos es incomparablemente m¨¢s ponzo?oso que cualquier otro. Aunque ambos reparten muerte, el primero est¨¢ ah¨ª para perpetuar la masacre-expolio inherente a su oficio, y el segundo obra por fanatismo o venganza; el primero convierte a la ciudadan¨ªa entera en sufragador, mientras el segundo s¨®lo compromete a sus c¨®mplices.
En vez de sanear tales cloacas, despejando una v¨ªa de reconciliaci¨®n, el Gobierno las redescubri¨® alborozadamente desde Barrionuevo. Consider¨® que la tortura no merec¨ªa castigo, que el fin justificaba los medios, y, finalmente, acab¨® usando los fondos secretos para poner en marcha tramas como los GAL, cuando no para convertir a los gestores de tales fondos en magnates financieros. De ah¨ª que no s¨®lo haya sostenido a asesinos, torturadores y ladrones, sino permitido que esa vieja tropa siguiera haciendo de las suyas, maquillada como democr¨¢tica polic¨ªa pol¨ªtica.
Por lo dem¨¢s, muchos Gobiernos est¨¢n hipotecados al aparato de su polic¨ªa pol¨ªtica. Saberlo -y lamentarlo de modo expl¨ªcito- es un progreso, que desde la ca¨ªda del muro berlin¨¦s va prendiendo en nuevos pa¨ªses d¨ªa a d¨ªa. El procesamiento de Craxi y Andreotti, la acusaci¨®n de asesinato presentada contra el hermano del ex presidente de M¨¦xico, O -aqu¨ª- la similar suerte de Rold¨¢n, la c¨²pula antidroga de la Guardia Civil y la parte no aforada de los GAL son hechos que jam¨¢s habr¨ªan sido ofrecidos a la opini¨®n p¨²blica hace algunos a?os, precisamente por ser su denominador com¨²n el propio aparato de la seguridad estatal. De ah¨ª que airear los delitos de ese aparato no deba limitarse a ser un arma contra tal o cual Ejecutivo. Sin perjuicio de exigir las responsabilidades penales oportunas, antes que personas estamos cuestionando instituciones, y las- instituciones se cuestionan modificando sus normas reguladoras.
Pensar v¨ªas de reforma, en vez de pedir mon¨®tonamente que Fulanito pase a Menganito su cetro de mando -tan intacto y arbitrario como lo recibi¨®-, es un rasgo de buena fe. Sin embargo, al regalo que le hace este Gobierno a sus rivales pol¨ªticos, mostrando tanta complicidad con el delito, suelen corresponder los rivales con otro no menos generoso. El obsequio es alegar que las instituciones han sido corrompidas por sus titulares, en vez de ¨¦stos corrompidos por aqu¨¦llas. Todo se arregla entonces nombrando nuevos jefes para los viejos empleos.
Como quintaesencia de semejante remedio se perfila la ex grey de Fraga Iribafne, tan afrentada por los GAL como unida por cuna o vocaci¨®n a la bolsa, el cuartel y el seminario. Dibujando el abismo que media entre reforma y restauraci¨®n, su l¨ªder aspira a formar un gobierno sobre todo fuerte, y ante el alud de entuertos destapados clama diciendo que el pa¨ªs est¨¢ sumido en bochorno. No obstante, buena parte de esos entuertos son verdades cr¨®nicas de la camarilla gobernante, y si algo deber¨ªamos sentir es una mezcla de responsabilidad y orgullo -como el adolescente al ir haci¨¦ndose adulto-, ahora que son visibles los rincones oscuros del engranaje,. y est¨¢ en nuestras manos esforzarnos por rectificar esto y aquello.
?Qu¨¦ deber¨ªa rectificarse, en esencia? A mi juicio, lo primario es demoler el f¨®sil parlamentario partitocr¨¢tico con cauces de de mocracia directa y descentraliza ci¨®n real. Eso no s¨®lo permitir¨ªa superar la rapacidad de cualquier clase pol¨ªtica, sino acercamos a la meta de que nadie, por ning¨²n concepto, pueda endeudar a otro sin su expreso consentimiento, a trav¨¦s de bonos y obligaciones del Tesoro o mediante d¨¦ficit en la empresa p¨²blica. Tanto como seamos capaces de concretar di cha meta nos acercaremos a una prosperidad no ilusoria y a una verdadera paz. Lejos queda el mundo surcado por diligencias, donde las noticias se demoraban semanas o meses, y ten¨ªa sentido delegar durante a?os en manda tarios. El s¨ª, el no y sus matices intermedios viajan hoy -inauditamente baratos- a la velocidad de la luz, posibilitando un voto continuo que convertir¨ªa al apoltronado televidente en activo legislador. Mientras el anacronismo persista, persistir¨¢ el obsequio peri¨®dico de un Gobierno corrupto, completado por el de otro que jura hacerlo estupendamente desde las mismas instituciones y principios b¨¢sicos, investido con el monstruoso derecho de endendar al pr¨®jimo sin su permiso. El singular valor de la judicatura re side hoy en que ni el poder legislativo ni el ejecutivo escapan a ese c¨ªrculo de regalos mutuos, y es la ciudadan¨ªa entera quien pide encarcelar a los aut¨¦nticos enemigos del pueblo.
Pero necesitamos algo m¨¢s. Necesitamos querer el autogobierno, y dise?ar su alumbramiento; s¨®lo entonces nos habremos hecho un regalo a nosotros mismos, en vez de contemplar embobados el ciclo del incorruptible corrompido.
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