El Estudiantes se exhibe ante el Taugr¨¦s

El choque encerraba una de las llaves de la ¨²ltima jornada y, por consiguiente, de la clasificaci¨®n definitiva de la fase preliminar de la ACB. El Taugr¨¦s luchaba por el segundo puesto, mientras que el Estudiantes se conformaba con una meta m¨¢s modesta, pero igualmente trascendente: meterse entre los ocho primeros y pelear en las eliminatorias por el t¨ªtulo, asegurando, de paso plaza en una competici¨®n europea la pr¨®xima temporada.Los jugadores del Estudiantes y Taugr¨¦s no pudieron abstraerse a la importancia del encuentro, siempre presidido por una indisimulada tensi¨®n. Bajo el reino del terror que la propia jornada ejerc¨ªa sobre ambos equipos se acomod¨® mejor el grupo madrile?o, habituado durante toda la temporada a caminar sobre el alambre y curtido en su azarosa existencia a dar lo mejor en el momento m¨¢s peliagudo. Y atesor¨®, adem¨¢s, el m¨¦rito de qu¨¦ supo sobreponerse a unos p¨¦simos inicios, en los que parec¨ªa que Green ser¨ªa suficiente para doblegar la resistencia estudiantil: en el minuto 6, 10 puntos del estadounidense provocaban la primera huida del Taugr¨¦s, 12-19.

Nadie lo hubiera dicho, a pesar de que el d¨ªa de su deb¨² ya hizo algo parecido, pero fue un hombre surgido del fr¨ªo, el ruso Mijail Mijailov, quien apel¨® a la virtud tradicional del Estudian tes: el coraz¨®n. El p¨ªvot de San Petersburgo se emple¨® a fondo en ataque, domin¨® el rebote defensivo con zarista autoridad y se lanz¨® al parqu¨¦ cuantas veces fue necesario para recuperar balones sin due?o. Una vez despertada la conciencia (Mijailov acab¨® con 24 puntos, 11 rebotes, 4 tapones y 4 balones recuperados), el t¨¦cnico del Estudiantes, Hern¨¢ndez, dio con la segunda parte de la contrase?a, codificada en este caso como defensa zonal.

El Taugr¨¦s hab¨ªa jugado sin apuro alguno contra el marcaje de asignaci¨®n del Estudiantes, lo que permit¨ªa a su base, Laso, marcar el ritmo lento que conven¨ªa a su equipo. Pero todo cambi¨¦ al refugiarse los madrile?os en zona . Empez¨® siendo 3-2 para pasar despu¨¦s a 2-3 de manera definitiva, y arruin¨® al Taugr¨¦s, que se qued¨® parado, incomprensiblemente para algunos teniendo en cuenta que en la escuadra alavesa milita un tirador como Perasovic.

La clave residi¨® en que el Estudiantes, con Lafuente al mando de las operaciones aportando su sabidur¨ªa t¨¢ctica, cerr¨® la l¨ªnea de pase del Taugr¨¦s, tapando los caminos a Laso, impotente para abastecer de balones al croata o para, habilitar. env¨ªos: interiores con, destino a Green o Rivas.

En cinco minutos, los madrile?os invirtieron los t¨¦rminos del duelo: un peligroso 18-27 en el minuto 10 se convirti¨® en 33-31, tras un parcial de 15-4. Lo m¨¢s dif¨ªcil, recuperar la confianza, ya estaba conseguido. Y la autoestima creci¨® en proporci¨®n directa a la explosi¨®n de Herreros, que no anot¨® su primera canasta hasta el minuto 12. Despu¨¦s ya no encontr¨® freno (30 puntos) y tuvo, adem¨¢s, la virtud de seleccionar sus canastas para anotarlas en instantes decisivos.

El Estudiantes no se conformaba, iba de menos a m¨¢s, y el Taugr¨¦s desaparec¨ªa de la cancha. Los hombres de Comas no tienen derecho a apelar a excusa alguna, pero, por si cuela, pueden esgrimir una bien g¨¦lida: se dieron de bruces con el mejor Estudiantes de la temporada.