Un d¨¦spota aclamado en Per¨²
El presidente Alberto Fujimori confi¨® a los ¨¦xitos econ¨®micos gran parte de su reelecci¨®n
Juan Vargas mastic¨® coca en la serran¨ªa peruana, se dej¨® las pesta?as en una mina de Aya cucho e iba para sicario con una partida coste?a cuando le salv¨® la verdad revelada y se instal¨® decentemente en Lima. Es muy cat¨®lico y de Alberto Fujimori, porque cree que la pujanza nacional pasa por un revolc¨®n a la medida del "chino". "Este pa¨ªs no est¨¢ para diplomacias. Est¨¢ para patadas y cojones". Vargas, de 59 a?os, minorista en la plaza de San Mart¨ªn, reconoce que "en la guerra con los monos de Ecuador minti¨® [en referencia a Fujimori], porque no conquistamos Tiwinza, pero en lo dem¨¢s es un verdadero estratega: enga?¨® a todos", elogia aqu¨¦l a quien salv¨® la fe.
Un total de 14 candidatos concurr¨ªan en las elecciones de ayer y 2.343 aspiraban a los 120 esca?os del Congreso. Fujimori, de 57 a?os, que disfruta de una popularidad pocas veces registrada despu¨¦s de un mandato de cinco a?os, ambicionaba una segunda presidencia.
?Qu¨¦ ha hecho para ganarse a los Vargas del zoco o a los Vargas de los consejos de administraci¨®n? Ser el d¨¦spota distante y eficaz reclamado por la mayor¨ªa. Subordinada la legalidad democr¨¢tica a la consecucion de unos objetivos, despreciando el pluralismo y la consulta, primero encarcel¨® en un penal de Callao al fundador del movimiento mao¨ªsta, Abimael Guzm¨¢n, presidente Gonzalo, cuyas huestes aterrorizaron Lima a bombazos, colocaron al Estado al borde de la desintegraci¨®n y ocasionaron p¨¦rdidas calculadas en los 14.000 millones de d¨®lares. Despu¨¦s abri¨® la econom¨ªa a la inversi¨®n extranjera y redujo la inflaci¨®n desde un 7.650% con el Gobierno de Alan Garc¨ªa hasta un 13% el pasado a?o.
En coalici¨®n con las Fuerzas Armadas, el autogolpe de abril de 1992, que no encontr¨® resistencias por el desprestigio de las instituciones democr¨¢ticas, le permiti¨® modelar un sistema a su medida. "Yo no me caso con nadie", repite.
"La econom¨ªa est¨¢ bien, pero la gente est¨¢ nial", explica el secretario general de la Confederaci¨®n General de Trabajadores, Te¨®dulo Hern¨¢ndez. Los 11 millones de pobres, una de las divisas peruanas, permanecen como instituci¨®n pr¨¢cticamente inalterable. Siguen en el campo, en su gran mayor¨ªa, en las ciudades, en las filas del Ej¨¦rcito y alistados de grado o por fuerza en el senderismo. Los pobres, en cifras
Los miserables ocupan el ceniciento horizonte de Lima y, aunque el Gobierno asegura que son menos y la oposici¨®n que m¨¢s, la ligera oscilaci¨®n del ¨ªndice no parece importar demasiado. Desde hace d¨¦cadas el 50% de los nacionales sufre angustiosa necesidad. Los hambrientos asisten a la derrota de la hiperinflaci¨®n, al aumento de las reservas -que pasaron de 150 millones de d¨®lares a 5.700-, al ¨¦xito de las privatizaciones y al rentable funcionamiento de los mercados de valores, con una capitalizaci¨®n que evolucion¨® desde los 387 millones de d¨®lares en 1989 hasta m¨¢s de 8.000 este a?o. "Es cierto que uno de cada cinco vive en condiciones de extrema pobreza, pero ahora hay paz y esperanza", dice Luis Espinosa, de 44 a?os, odont¨®logo. "Yo me fui a Tokio porque aqu¨ª no se pod¨ªa vivir".
Per¨² ha crecido al ritmo chino y se reconcili¨® con la banca internacional despu¨¦s del demag¨®gico desaf¨ªo e inevitable ruptura registrados durante la ca¨®tica administraci¨®n de Alan Garc¨ªa. El Ministerio de Econom¨ªa ha apalabrado con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o el Club de Par¨ªs el pago de, atrasos y el cumplimiento de la futura servidumbre de la deuda. Sellada la paz regres¨® el cr¨¦dito.
"El Gobierno est¨¢ sentando las bases para el futuro, pero se muestra demasiado contento con el crecimiento", comenta un importante empresario nacional. "contra eso, nosotros le decimos: calma; si antes estabas en un pozo de 100, ahora est¨¢s en 70, y todav¨ªa tienes un serio reto por delante".
El empresariado que apoy¨® al escritor Mario Vargas Llosa parece sentirse c¨®modo con Fujimor?, a quien reconoce una pol¨ªtica econ¨®mica acertada en sus fundamentos. Arturo Woodman, de 63 a?os, presidente de la Confederaci¨®n Nacional de Instituciones Empresariales Privadas de Per¨² (Conflep), admite que pocos empresarios le dieron su voto hace cinco a?os, "porque era un candidato desconocido, que no ten¨ªa un programa claro a pesar de que su defensa de tecnolog¨ªa, trabajo, honradez era buena". Ahora se lo dar¨¢n.
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