El papel crucial de la ciencia
AL GOREVicepresidente de EE UU, Al Gore, analiza la influencia de los avances cient¨ªficos -como causa y como una de las v¨ªas de soluci¨®n en las dolencias del planeta. En su reflexi¨®n se detiene en la explosi¨®n demogr¨¢fica.
He dedicado mucho tiempo a ocuparme del tema del desarrollo sostenible y he llegado a la conclusi¨®n de que el problema que llamamos cambio clim¨¢tico mundial, que fue el asunto de las discusiones de Berl¨ªn, y el problema de la p¨¦rdida de especies vivas a un ritmo sin precedentes -al menos desde la desaparici¨®n de los dinosaurios-, de la p¨¦rdida de bosques h¨²medos, del envenenamiento de nuestro aire y nuestra agua, y otros retos de magnitud semejante, son s¨ªntomas de una crisis subyacente m¨¢sprofunda en el , contexto de nuestra relaci¨®n con el medio ambiente del planeta. Creo que en nuestra generaci¨®n se ha producido un cambio radical en esa relaci¨®n debido a tres factores.
Uno de ellos es la revoluci¨®n cient¨ªfica y tecnol¨®gica. Igual que las armas nucleares cambiaron las consecuencias de una guerra total, el surgimiento de nuevos instrumentos para explotar el planeta ha transformado las consecuencias de la explotaci¨®n total. Las consecuencias de pescar con un anzuelo o una peque?a red son triviales; barrer los oc¨¦anos con redes de deriva de 70 kil¨®metros y complejos equipos electr¨®nicos para localizar con precisi¨®n los bancos de peces tiene unas consecuencias completamente diferentes. Ninguna de las nuevas tecnolog¨ªas para explotar la Tierra para nuestro sustento es tan dr¨¢stica, ni mucho menos, como las armas nucleares, pero tomadas en su conjunto han transformado completamente las consecuencias de la explotaci¨®n.
Sherwood Rowland que hace dos d¨¦cadas descubri¨®, junto con Mario Molina, la relaci¨®n entre los productos clorofluorocarbonados y la desaparici¨®n de la capa estratosf¨¦rica de ozono, se encontr¨® en su d¨ªa con una tremenda resistencia a su afirmaci¨®n, porque para la mayor¨ªa de la gente, incluso entre los cient¨ªficos, era inconcebible que la utilizaci¨®n de un nuevo compuesto qu¨ªmico pudiera tener un impacto tan grande. Sin embargo, el aire que respiramos en este momento tiene seis veces m¨¢s ¨¢tomos de cloro en cada bocanada que hace 50 a?os debido a los productos fluorocarbonados. Por lo que sabemos, eso no da?a nuestra salud, pero -como se?al¨® el doctor Rowland- s¨ª que plantea, una amenaza estrat¨¦gica a la relaci¨®n entre la humanidad y el medio ambiente del planeta. Por supuesto, los datos dieron la raz¨®n a Rowland, pero en la actualidad la gente se sigue resistiendo a la evidencia de consecuencias similares que est¨¢n surgiendo ahora. Uno de los debates de la cumbre de Berl¨ªn est¨¢ relacionado con las consecuencias de la r¨¢pida acumulaci¨®n en la atm¨®sfera de gases de efecto invernadero: fundamentalmente di¨®xido de
carbono, pero tambi¨¦n metano, ¨®xido de nitr¨®geno y otros gases presentes en menores cantidades.
Lo que est¨¢ ocurriendo ahoramismo con el CO, es que est¨¢ aumentando mucho m¨¢s, y mucho m¨¢s r¨¢pidamente, que lo indicado por todos los datos y medidas anteriores. Si la temperatura planetaria y las concentraciones de gases de efecto invernadero han aumentado y disminuido de forma relativamente acompasada desde que empezamos a medirlo, y si ahora estamos causando con nuestras acciones un cambio verdaderamente radical y sin precedentes en la concentraci¨®n de gases de efecto invernadero en la atm¨®sfera, ?no nos deber¨ªamos preguntar sobre el posible impacto en las temperaturas?
En los informativos vemos continuamente la: imagen de ese nuevo iceberg de 80 kil¨®metros de longitud que se acaba de desprender de la barrera de Larson en la parte occidental de la Ant¨¢rtida, y la gente dice: "Bueno, no sabemos lo que significa". Es verdad que no lo sabemos, pero es algo que hace pensar.
Dije que hab¨ªa tres factores que han causado un cambio radical en la relaci¨®n entre la civilizaci¨®n humana y el sistema ecol¨®gico de la Tierra. Uno de ellos son las nuevas posibilidades que surgen de la revoluci¨®xi cient¨ªfica y tecnol¨®gica cada vez m¨¢s r¨¢pida.
En cuanto a la explosi¨®n demogr¨¢fica, cada 10 a?os debemos a?adir a la poblaci¨®n mundial una cantidad de personas equivalente a la poblaci¨®n de China. Esta cifra no tiene precedentes, es totalmente nueva. Hicieron falta m¨¢s de 10.000 generaciones de seres humanos antes de que lleg¨¢ramos a una poblaci¨®n de 2.000 millones de personas, hacia finales de la Segunda Guerra Mundial. En 47 a?os hemos pasado desde algo m¨¢s de 211.000 millones a 5.500 millones. En otros 47 a?os, llegaremos a 9.000 o tal vez, 10.000 millones. Eso supone un cambio muy grande, porque, si hacen falta 10.000 generaciones para llegar a los 2.000 millones y despu¨¦s se pasa de 2.000 a 110.000 millones en el tiempo de tina vida humana, la diferencia es radical.
Pero lo m¨¢s importante en relaci¨®n con todo este problema es que en nuestra forma de pensar se ha producido un cambio asociado con la modernidad, que ha hecho que muchas personas resten importancia a las consecuencias futuras de las acciones de hoy.
La revoluci¨®n cartesiana, con todos sus beneficios, llev¨® consigo la suposici¨®n impl¨ªcita de que, en tanto que seres humanos, somos algo aparte del medio ambiente en el que vivimos. Eso hizo posible que se produjeran muchos descubrimientos ¨²tiles, pero tambi¨¦n ocult¨® verdades fundamentales. Tambi¨¦n pienso que la llegada de la era nuclear intensific¨® cierta actitud fatalista, lo que inclin¨® la balanza para muchos de los que siempre luchan con la necesidad de tomar en cuenta el futuro cuando ¨¦ste influye en lo que uno, quiere hacer en el presente. Creo que, para muchas personas, cuando se inclin¨® la balanza, hubo una mayor disposici¨®n a no contar con el futuro. Creo que tenemos que ocuparnos de todas estas causas relacionadas y esforzarnos por estabilizar la poblaci¨®n mundial y por entender c¨®mo nos pueden ayudar la ciencia y la tecnolog¨ªa a acelerar el desarrollo de nuevos planteamientos para explotar la Tierra para nuestro sustento que no comportan consecuencias tan negativa; para partes vulnerables del sistema ecol¨®gico de la Tierra, como la atm¨®sfera, entre otras. Tenemos que saber evitar la creencia equivocada de que existe alg¨²n tipo de tecnolog¨ªa maravillosa que resolver¨¢ el problema por s¨ª sola. Eso no es parte de la soluci¨®n, sino un problema adicional. Pero la ciencia y la tecnolog¨ªa deben desempe?ar un papel absolutamente crucial. Sin embargo, tambi¨¦n tenemos que ocuparnos de ese tercer factor que es nuestra forma de pensar en nuestra relaci¨®n con la Tierra y el contexto en el que tratamos de alcanzar todos nuestros objetivos, tanto el contexto pol¨ªtico, social y cultural como el contexto ambiental.
Para tener ¨¦xito, todos los pa¨ªses deben colaborar e informar a los dem¨¢s de sus esfuerzos, con un sentido claro de la dimensi¨®n moral que deber¨ªa dar un car¨¢cter de urgencia a esta lucha, porque muchas personas tienen la sensaci¨®n palpable de que estamos viviendo una ¨¦poca en la que los cambios que presenciamos son tan r¨¢pidos que el margen de error disminuye mientras que aumenta la necesidad de encontrar respuestas correctas.
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