La guerra sucia de la CIA
La guerra sucia en Centroam¨¦rica durante los a?os ochenta se vuelve ahora repentinamente contra Estados Unidos, cuya poblaci¨®n ha descubierto no s¨®lo que su m¨¢s famosa agencia de espionaje, la CIA, pag¨® a criminales que mataron incluso a ciuddanos norteamericanos, sino que esas actividades se extendieron a otras regiones de Am¨¦rica Latina y a otros tiempos en los que el comunismo no supon¨ªa ya una amenaza. Este pa¨ªs trata ahora de limpiar esa p¨¢gina negra de, su historia contra la resistencia de dirigentes republicanos que creen m¨¢s prudente seguir guardando silencio."Es el momento de poner punto y final a lo que la CIA ha hecho en Chile, en Argentina, en El Salvador y en otros pa¨ªses. Es hora de que se resuelvan uno a uno los cr¨ªmenes que se cometieron en Am¨¦rica Latina en nuestro nombre y con nuestros impuestos", ha pedido Jennifer Harbury, la mujer que con sus acciones de protesta consigui¨® sacar a la luz este debate.
Jennifer Harbury, una abogada norteamericana formada en la Universidad de Harvard, realiz¨® gestiones durante a?os y sostuvo una larga huelga de hambre para conocer la suerte corrida por su esposo, el guerrillero guatemalteco Efra¨ªn Bamaca, desaparecido en 1992. Un congresista dem¨®crata por New Jersey, Robert Torricelli, denunci¨® el mes pasado que Bamaca hab¨ªa sido asesinado por ¨®rdenes del militar guatemalteco Julio Roberto Alp¨ªrez, quien tambi¨¦n fue responsable de la muerte del estadounidense Michael de Vine en 1990. Torricelli dijo que Alp¨ªrez hab¨ªa estado en la n¨®mina de la CIA hasta 1992 con un sueldo de poco m¨¢s de 40.000 d¨®lares al a?o (unos cinco millones de pesetas).
La nacionalidad de De Vine y de la viuda de Bamaca sirvi¨® para convertir sus casos en un esc¨¢ndalo nacional en Estados Unidos. El presidente Bill Clinton, que reconoci¨® no haber sido suficientemente informado de esos casos, orden¨® crear una comisi¨®n de investigaci¨®n, y la C¨¢mara de Representantes, a instancias de Torricelli, interrogar¨¢ tambi¨¦n a los jefes de la CIA.
Pero antes de De Vine y Bamaca otras muchas personas han perdido la vida en Am¨¦rica Latina a manos de unidades militares y escuadrones de la muerte directa o indirectamente manejados o financiados por la CIA. Solamente desde comienzos de esta d¨¦cada, desde que desapareci¨® la posibilidad de aducir el peligro comunista, la organizaci¨®n de derechos humanos Americas Watch ha anotado los siguientes casos:
- Honduras: 184 personas fueron secuestradas por el Batall¨®n 3-16 del Ej¨¦rcito. La mayor¨ªa de ellas desaparecieron; los que fueron liberados denunciaron haber sido objeto de torturas. El comisario de derechos humanos del Gobierno hondure?o, Leo Valladores, asegura que los componentes de ese batall¨®n han confesado haber sido entrenados por la CIA.
-Hait¨ª: El diario The New York T¨²nes afirma que la CIA cre¨® una unidad especial del Ej¨¦rcito haitiano, el Servicio Nacional de Inteligencia, supuestamente destinada a combatir el tr¨¢fico de drogas, pero utilizada en la pr¨¢ctica como "un instrumento de terror", seg¨²n el citado peri¨®dico. La participaci¨®n de la CIA en ese proyecto fue suspendida tras el golpe militar de 1991.
-Per¨²: The Miami Herald y otros diarios han informado de la relaci¨®n entre la CIA y un grupo especial del Ej¨¦rcito dedicado a la lucha contra las drogas. El responsable de esa unidad, Vladimiro Montesinos, est¨¢ acusado de las m¨¢s graves violaciones de los derechos humanos cometidas en Per¨² en los ¨²ltimos a?os, incluida una matanza en 1991 y la desaparici¨®n de estudiantes y profesores de una universidad de Lima.
En d¨¦cadas anteriores, la CIA hab¨ªa sido implicada en el golpe de Estado contra el presidente de Chile Salvador Allende, y, m¨¢s recientemente, en el ocultamiento de las pruebas que demostraban la responsabilidad de la c¨²pula militar salvadore?a en el asesinato de los jesuitas espa?oles en El Salvador.
La conexi¨®n chilena fue certificada en 1975 por una comisi¨®n creada por el Congreso norteamericano, pero la implicaci¨®n de funcionarios de EE UU en la protecci¨®n de los asesinos de los jesuitas nunca fue aclarada.
Ahora, el congresista Torricelli considera que es la oportunidad de proceder a un cambio en los m¨¦todos de la CIA. "La guerra fr¨ªa ha concluido y la CIA es el ¨²ltimo elemento que queda para moverse hacia una nueva era", afirma Scott Wilson, asesor para Latinoam¨¦rica de Torricelli.
La comisi¨®n puesta en marcha por el presidente Clinton est¨¢ limitada a investigar la muerte de ciudadanos norteamericanos y ¨²nicamente en Guatemala. Pero incluso as¨ª, Toni Farer, que fue presidente de la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos y asesor de asuntos latinoamericanos en el Departamento de Estado durante los a?os setenta, cree que los resultados de esa investigaci¨®n "pueden ser tan devastadores que obliguen a un cambio". Hasta la fecha existen ya al menos 10 casos conocidos de ciudadanos estadounidenses asesinados, torturados o secuestrados por miembros de las fuerzas armadas guatemaltecas, cuyo jefe en la ¨¦poca m¨¢s siniestra, el general H¨¦ctor Gramajo, reconoce hoy que recib¨ªa "mucha ayuda de la inteligencia central de Estados Unidos".
"Podr¨ªa ser que la CIA est¨¦ tan comprometida ya que sea necesaria una nueva instituci¨®n o una limpieza a fondo", opina Farer. Un editorial de The New York Times propone que Clinton aproveche esta oportunidad para asegurarse de que "EE UU nunca m¨¢s entrenar¨¢ o apoyar¨¢ a matones latinoamericanos".
Esos cambios no son, sin embargo, f¨¢ciles en un pa¨ªs que siempre ha relacionado la CIA con su seguridad nacional y que vive actualmente un resurgimiento del conservadurismo. El presidente de la C¨¢mara de Representantes, el republicano Newt Gingrich, ha encabezado la ofensiva para expulsar a Torricelli del Comit¨¦ de Inteligencia de la C¨¢mara baja por difundir una informaci¨®n que ten¨ªa car¨¢cter secreto.
Al mismo tiempo, un grupo de senadores dem¨®cratas, encabezados por Christopher Dodd, han escrito una carta al presidente Clinton en la que afirman: "Los norteamericanos tienen derecho a saber qu¨¦ es lo que su propio Gobierno sab¨ªa sobre esos cr¨ªmenes para determinar si se cometieron errores, y si es as¨ª, asegurarse de que no se repitan".
El primer gran debate a ese respecto se producir¨¢ en el Capitolio el pr¨®ximo d¨ªa 26, fecha del comienzo de las audiencias para la confirmaci¨®n de John Deutch como nuevo director de la CIA.
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