Yo pekador
Se?or ministro de Justicia e Interior. Madrid. Muy se?or m¨ªo:
El que suscribe, Ignacio Barbadillo Moro, de 37 a?os, casado, oficial administrativo, cat¨®lico y devorador de crucigramas, se dirige a usted para manifestar lo siguiente: Una cosa es pasar el rato y otra matar el tiempo, que es lo que yo hago. Los juegos de ingenio me est¨¢n convirtiendo poco a poco en un asesino.
Al principio s¨®lo era una inocente distracci¨®n, pero en la actualidad ando enfangado a todas horas en sopas de letras, dameros, crucigramas, revoltigramas, enigmas, juegos de palabras, autodefinidos, criptogramas, laberintos, calambures, adivinanzas, jerogl¨ªficos, charadas, saltos de caballo, acr¨®sticos, acertijos y dem¨¢s ralea de la familia de los pasatiempos.
Mi cabeza es un batiburrillo enloquecido de s¨ªlabas y conceptos que me acosan hasta en sue?os. La culpa, creo yo, es del crucigramista Peko, que cada ma?ana me incita desde este peri¨®dico a comerme el coco para resolver sus definiciones horizontales y verticales.
Seguramente pensar¨¢, se?or Belloch, que estas cosas no son de su incumbencia. Pero s¨ª que lo son. A usted compete la justicia y el interior. Mi interior es una babel de s¨ªlabas asilvestradas que me persiguen a todas horas impidi¨¦ndome concentrarme en el trabajo.
Es de justicia poner coto a esos fonemas cimarrones que alborotan la mente de los ciudadanos. Los crucigramas son un peligro para la moral p¨²blica. Todo crucigramista perpetra a diario actos orgi¨¢sticos que atentan contra la ¨¦tica occidental y cristiana.
Por ejemplo, el dios Ra (patrono de los pasatiempos) se cruza con todo desparpajo con una santa del 15 de julio ante el estupor de menores y se?oras de edad. Las palabras, se?or, carecen de conciencia, y tienen admirable propensi¨®n al caos. Asimismo, otras deidades b¨¢rbaras, como Am¨¦n, Isis, Tor, Od¨ªn y Baal se pasean por las casillas como Peko por su casa. No es extra?o que la idolatr¨ªa se est¨¦ adue?ando del pueblo soberano.
El cultivo de los pasatiempos es nefasto para la econom¨ªa: los crucigramistas viajan constantemente a lugares imaginarios sin moverse de su sill¨®n y sin pagar peaje. Se pasean por oteros y sabanas; navegan por los r¨ªos Obi y Aar; reparten con individuos de tribus amaz¨®nicas; mantienen relaciones con izas e ¨ªlotas (esclavos lacedemonios); visitan If, la isla del conde de Montecristo; se tornan ab¨²licos al confraternizar con el ai (mam¨ªfero perezoso). Es decir, que hacen turismo internacional al margen de las agencias y sin aportar un duro al erario p¨²blico. Adem¨¢s acostumbran vivir enigm¨¢ticamente y perdiendo el tiempo.
Recientemente, se?or Belloch, estuve casi una semana al borde de la locura para dar con la soluci¨®n a esta definici¨®n esquiva de un crucigramista barcelon¨¦s: "Algunos no aguantan la amargura de su soledad" (cuatro letras). Bueno, pues la palabrita en cuesti¨®n era caf¨¦. Hay que ser muy redomado y retorcido para acertar tama?o intr¨ªngulis.
Se?or ministro, acabe usted de un plumazo con los crucigramas si no quiere que los crucigramas acaben con el patriotismo y provoquen bajo rendimiento laboral. En mi caso, tambi¨¦n est¨¢n acabando con la convivencia conyugal. Mi esposa se quiere separar de m¨ª porque muchas noches, mientras hago uso del matrimonio, me vienen de repente las soluciones y abandono el t¨¢lamo para escribir la palabra en sus correspondientes casillas.
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