Bajo el capirote
200 nazarenos escoltan a Jes¨²s el Pobre por el Madrid de los AustriasSacar en procesi¨®n a Jes¨²s el Pobre cuesta dos millones
Bajo el capirote se esconden administrativos, amas de casa, camareros, comerciantes. Bajo el capirote hay j¨®venes, jubilados o parados. Bajo el capirote hay fe, promesas y penitencia hasta con cadenas en los pies. Bajo el capirote, ayer en Jes¨²s el Pobre.Ciudadanos en cola con la indumentaria morada bajo el brazo. Son las cuatro y media de la tarde en el callej¨®n del Nuncio. La espera para entrar en la cripta de San Pedro el Viejo, convertida en vestuario de los penitentes, llama la atenci¨®n de los turistas que repostan en la terraza de enfrente. Un flamenco espont¨¢neo se arranca por lo jondo en busca de propina.
-Ya pod¨ªa cantar una saeta, hombre- dice Julia C¨¢rdenas. De sus 35 a?os, los ¨²ltimos 20 ha salido de nazarena. Y como muchos otros miembros de la cofrad¨ªa de Jes¨²s el Pobre, llega con buena parte de su familia: con Isidro, su marido, y los dos chicos mayores, de 10 y 12 a?os. "Venimos por fe". Y por fe, tambi¨¦n, Julia sale descalza.
Pero eso ser¨¢ despu¨¦s, ahora baja a la cripta, convertida en el vestuario de los casi 200 nazarenos que van a cortejar al Cristo de h¨¢bito morado. La mujer da unos consejos a una veintea?era estudiante de filolog¨ªa hisp¨¢nica que debuta con promesa hecha en las lides nazarenas.
PASA A LA P?GINA 5
Fe y cadenas
VIENE DE LA P?GINA 1Los h¨¢bitos de estame?a van cubriendo faldas y vaqueros. Rosa Ortega, una veterana que ya no sale pero "ayuda a salir" va arriba y abajo, entre una talla de Salcillo y un San Miguel que perdi¨® brazo y espada.
-A ver, levanta los brazos-, ordena Rosa.
Y con el nazareno en posici¨®n de atracado, la mujer le ci?e la faja de esparto. Est¨¢ orgullosa de que el penitente m¨¢s joven, Pablo Parra, tres a?os y cara de travieso, sea uno de sus cinco nietos nazarenos. La cripta es un revuelo de t¨²nicas. A¨²n no ha llegado el momento del anonimato de los capirotes; cada uno es cada uno.
Y Rosario es Rosario, una de las pocas que confiesa el cariz de la promesa que le hace estar aqu¨ª a?o tras a?o: "Una operaci¨®n de mi hija". "Pero no promet¨ª que vendr¨ªa a cambio de que la intervenci¨®n fuera bien. No se pueden poner condiciones a Dios". La penitencia por promesa suele obedecer a motivos de salud, seg¨²n coinciden los nazarenos que dejan entrever sus razones. Otros las guardan en la intimidad. Pero a lo que no se atreve Rosario, de 33 a?os, es a salir descalza: "Es que a lo mejor te clavas una jeringuilla".
A sus espaldas cuatro veintea?eros novatos se ajustan el h¨¢bito de estame?a. "Jes¨²s puede m¨¢s que las vacaciones", sostiene Javier Collado, que ha venido desde Legan¨¦s para debutar.
Y quien tambi¨¦n se estrena es Felisa Frial, concejal del Partido Popular en Alcobendas. "El d¨ªa del funeral por Gregorio Ord¨®?ez me metieron una estampita de Jes¨²s el Pobre en el bolsillo. En la misa hab¨ªa mucha gente de esta cofrad¨ªa y eso me anim¨® a suinarine". Santa Ram¨ªrez, dominicana, tambi¨¦n se ci?e la faja. No pierde la fe, sino que siempre reza a Jes¨²s. Desde fuera, pero no tan lejos, llega Miguel Rodr¨ªguez, de 14 a?os. Viene con su padre desde Illescas (Toledo), pero es que el progenitor naci¨® en la calle del Rollo y hay cosas que se siguen llevando dentro.
-?Por qu¨¦ salen los penitentes a la calle?".
-"Se sale por fe, alegr¨ªa y entusiasmo", sentencia Jos¨¦ Luis Arellano, el penitente con m¨¢s veteran¨ªa: tiene 70 a?os y lleva 55 coloc¨¢ndose el h¨¢bito.
Vestidos y con el capirote en la mano los nazarenos suben a la iglesia, donde se celebrar¨¢ una misa previa. a la procesi¨®n. Una periodista de EL PA?S subi¨® con ellos para compartir h¨¢bito y penitencia. Llegan al templo las manolas, una cincuentena de mujeres ataviadas con mantilla y traje negro. Mar¨ªa Teresa S¨¢nchez, 73 a?os, es una de las m¨¢s veteranas en edad. Lleva la blonda bien derecha.
Las plantas negras
Penitentes listos, con la mano ya bajo el cuello para sujetar el capirote. Hay tr¨¢fico de alfileres para fijar el raso a la altura de los ojos. Los costaleros (casi 40) se han fajado en la sacrist¨ªa. Bajo las andas habr¨¢ mensajeros, un farmac¨¦utico, repartidores, un guardia civil, alg¨²n administrativo o un militar, como Juan Medrano: "El que diga que no se cansa, miente, pero se puede aguantar", sostiene. ?Arriba con ¨¦l! A las siete en punto los costaleros viven la primera emoci¨®n y escuchan el primer aplauso. Ha llegado la hora de sacar a Jes¨²s. Y eso hay que hacerlo en cuclillas y sin dejar de bailarlo. Vivas y el himno nacional para recibir a la imagen, que estrena traje y peluca. Los concejales Mar¨ªa Antonia Su¨¢rez y ?ngel Matanzo esperan en la plazoleta para poner el broche de autoridad al cortejo.
?ngeles Nicol¨¢s camina descalza, con cruz y cadenas: cosas de la fe. "Cuando se llevan cadenas hay que ir arrastrando los pies. Al final tienes las plantas negras, pero la piel est¨¢ como una seda, igual que si te hubieras dado crema", explicaba poco antes. Ahora, esta mujer que ya ha cumplido los 40, camina silenciosa.
Las primeras saetas caen al enfocar la calle del Nuncio. Voces andaluzas que paran al Nazareno.
-"Cristo tiene la cara negra, ?no se lava?", pregunta una peque?a espectadora.
- "Es que es de madera", responde su madre.
La efigie avanza meci¨¦ndose. Al desembocar en Puerta Cerrada m¨¢s aplausos y una luz dorada, la del sol que baja por poniente. Nazarenos, manolas, costaleros. Cerca de 400 penitentes surcan las calles del Madrid de los Austrias.
Los turistas curiosean sorprendidos y los madrile?os sin vacaciones colman las aceras. C¨¢maras de fotos y de v¨ªdeo: las estrellas son la docena de ni?os penitentes. Olala, bellisimo.A las nueve de la noche la procesi¨®n est¨¢ en la plaza Mayor, pero no ha hecho m¨¢s que empezar. Luce un esplendor hijo del esfuerzo. "Sacar a Jes¨²s a la calle cuesta dos millones de pesetas, pero cuando sale, sale sin deudas. Aunque no tengamos subvenciones", hab¨ªa dicho el hermano mayor, Francisco Ruiz. Y ah¨ª va, con la carroza adornada por molduras de cuadro que imitan una vieja filigrana barroca. Habr¨¢ de doblar la medianoche antes de que la imagen regrese a San Pedro el Viejo.Las pabileras encienden los cirios y el aguador va arriba y abajo con la botella, sobre todo en las paradas de descanso. La gente mira, el nazareno apenas ve. Camina concentrado en su penitencia. El mundo es mucho m¨¢s peque?o cuando se contempla por dos agujeros. No hay refil¨®n. "La fe mueve cadenas", dec¨ªa ?ngel Mu?oz. Y sigue arrastr¨¢ndolas. Bajo el capirote. Ayer en Madrid.
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