La maldici¨®n del yen
La fuerza de la divisa japonesa pone en peligro la recuperaci¨®n de su econom¨ªa
Al inicio de cada a?o, los japoneses se acercan a sus templos religiosos para cumplir con un rito tradicional. Escriben sobre el "ema" (una figura de madera que cada a?o representa un animal seg¨²n el hor¨®scopo oriental -este a?o, el jabal¨ª-) sus deseos m¨¢s anhelados, con la esperanza de que las fuerzas divinas les ayuden a conseguirlos.
La inscripci¨®n de este a?o del Ejecutivo que preside Tomiichi Murayama debe decir algo parecido a esto: "Que el d¨®lar recobre su fortaleza". La espectacular apreciaci¨®n del yen frente a la moneda estadounidense -el cambio ha fluctuado de m¨¢s de 140 yenes por d¨®lar a finales de la d¨¦cada de los ochenta a los poco m¨¢s de 80 actuales- en los ¨²ltimos a?os y, especialmente, a lo largo de los ¨²ltimos meses, ha inyectado el temor en todos los estamentos econ¨®micos japoneses. Un temor acentuado porque la econom¨ªa nipona trata de salir del bache de crecimiento en el que entr¨® a finales de 1991 y que toc¨® fondo en 1993, a?o en el que se registr¨® un decrecimiento del producto interior bruto real de dos cent¨¦simas.
Y es que el efecto de un yen fuerte sobre la propia econom¨ªa japonesa puede llegar a ser demoledor. El Ministerio de Econom¨ªa ha pronosticado que -en condiciones normales y con una paridad d¨®lar-yen en la senda de las 90-95 unidades de la divisa japonesa por cada una estadounidense-, el crecimiento real para este a?o ser¨¢ del 2,8% del PIB.
Sin embargo, si el yen mantiene su actual apreciaci¨®n, los c¨¢lculos son muy distintos. En el primer a?o, el efecto yen podr¨ªa recortar al crecimiento del PIB un 0,56%. Si se prolonga un a?o m¨¢s, el recorte alcanzar¨ªa un 1,15%, seg¨²n los c¨¢lculos de Agencia de Planificaci¨®n del Ministerio de Econom¨ªa japon¨¦s. En el supuesto de que persistiera otro ejercicio, la reducci¨®n se elevar¨ªa al 1,31%. Una cat¨¢strofe para una econom¨ªa acostumbrada a vivir con el ¨¦xito, con un crecimiento medio del 3% del PIB. Una econom¨ªa que siempre ha salido de las crisis mucho m¨¢s r¨¢pido que las occidentales. Tras la del petr¨®leo de 1973, por ejemplo, la econom¨ªa japonesa se reactiv¨® en 2,5 a?os, mientras que la brit¨¢nica tard¨® seis a?os y siete la estadounidense, recuerdan en el Ministerio de Econom¨ªa nip¨®n.
Y tampoco ser¨ªa una buena noticia para los pa¨ªses ¨¢vidos de recibir el b¨¢lsamo de las inversiones extranjeras. De hecho, ese efecto salvador ya est¨¢ desapareciendo. Jap¨®n ha pasado de ser el financiador de econom¨ªas como la estadounidense a ser el polo de atracci¨®n de los dineros propios y ajenos.
"Este no es el ¨²nico gran problema al que nos enfrentamos", reflexiona Yoshinobu Nisaka, del Ministerio de Industria y Comercio Internacional (MITI). "Uno muy grave es el nivel de morosidad que arrastra el sistema financiero japon¨¦s y que estimamos entre 10 y 13 billones de yenes [el producto interior bruto de Jap¨®n es de 500 billones de yenes], que ha obligado al Gobierno a intervenir en operaciones de rescate de bancos peque?os y medianos". Adem¨¢s, los expertos econ¨®micos japoneses est¨¢n preocupados porque la demanda. no termina de tirar con la fuerza deseada y porque la inversi¨®n no tiene el rendimiento de anta?o.
Los problemas piara el ciudadano japon¨¦s medio son muy distintos. La gran preocupaci¨®n de Aki Osabe, una profesional liberal con unos ingresos medios ligeramente superiores a las 350.000 pesetas mensuales, es hacerse con una vivienda lo m¨¢s pr¨®xima posible al centro de Tokio sin, que los m¨¢s de 40 millones de pesetas por 50 metros cuadrados no le impidan hacer otras cosas en la vida. Afortunadamente, ni para ella ni para la mayor parte de los japoneses, el empleo es un quebradero de cabeza, puesto que Jap¨®n tiene una tasa de paro ligeramente superior al 2%, algo realmente sorprendente en otras latitudes.
"La clave de esta cifra es el modelo de relaciones laborales que se implant¨® en Jap¨®n al t¨¦rmino de la Segunda Guerra Mundial", se?alan casi al un¨ªsono Chiara Okubo (director de la patronal japonesa, Nikkeiren) y Yozo Abe (responsable de Relaciones Internacionales de Rengo, la principal confederaci¨®n de sindicatos en Jap¨®n, con ocho millones de afiliados).
Okubo resume la filosof¨ªa de esas relaciones de la siguiente manera: "Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, las condiciones fueron dur¨ªsimas para todos, trabajadores y empresarios. Esta situaci¨®n se prolong¨® hasta el inicio de los a?os sesenta, cuando los sindicatos empezaron a reivindicar y consiguieron sueldos a nivel europeo. Una situaci¨®n que se mantuvo hasta el 73, a?o de la primera crisis del petr¨®leo. Este acontecimiento nos caus¨® m¨²ltiples problemas, lo cual nos oblig¨® a reordenar la relaci¨®n con los sindicatos. Desde el primer momento, comprendieron que en tiempos dif¨ªciles, si las empresas tienen problemas, los sueldos de ben moderarse, para beneficio de todos".
"Eso no significa", precisa Abe, "que renunciemos a nuestra labor y que no defendamos los intereses de los trabajadores como en otros lugares del mundo. Cada a?o tenemos enfrentamientos con los empresarios". Tambi¨¦n nos preocupan otros problemas, como el de las pensiones. En estos momentos, el Gobierno trata de establecer un retraso del derecho al cobro de las pensiones de los actuales 60 a?os a 65. Y a eso nos oponemos tajantemente", aclara.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.