"A ver si se torea as¨ª "
Osborne / Manzanares, Mu?oz, Barrera
Cuatro toros de Jos¨¦ Luis Osborne (resto rechazados en reconocimiento), varios anovillados y sospechosos de pitones, sin trap¨ªo, fuerza ni bravura; dos de Jo?o Moura, 1? sin presencia ni fuerza, 5? con trap¨ªo y encastado.
Manzanares: estocada honda trasera (silencio); estocada atravesada que asoma (palmas y saluda). Emilio Mu?oz: dos pinchazos, estocada ca¨ªda perdiendo la muleta y rueda de peones (silencio); bajonazo (dos orejas). Vicente Barrera: estocada trasera baja (aplausos y saludos); pinchazo, estocada corta baja y descabello (silencio).
Plaza de la Maestranza, 20 de abril. 5a corrida de feria. Cerca del lleno.
, Emilio Mu?oz se encar¨® con el quinto toro, la muleta en la izquierda; le mostr¨® el medio pecho -que es una manera taurina de se?alar-, y volvi¨® la cara al p¨²blico, para avisarle: "Vamos a ver si se torea as¨ª!". Y el p¨²blico -la afici¨®n conspicua, docta y anal¨ªtica, quiere decirse- abri¨® baremos, lustr¨® lupas, activ¨® tore¨®metros.
Sacado el c¨®mputo de las diversas especificaciones, pudo dictaminar que, efectivamente, as¨ª se torea. En la primera tanda de naturales que dio Emilio Mu?oz, no mucho; o sea, aproximadamente, y la aprob¨® sin nota. En la segunda, en cambio, le puso sobresaliente. Y no s¨®lo eso, sino que tir¨® lejos tore¨®metros, lupas, baremos y hasta la mism¨ªsima Tauromaquia de Pepe-Hillo que suele llevar en el bolsillo de la chaqueta, pues cuando el arte de torear surje, se manifiesta deslumbrante y glorioso; rotundo e incontrastable.
Antes de la moci¨®n hab¨ªa ejecutado Emilio Mu?oz unos derechazos fren¨¦ticos que ¨²nicamente proclamaban sus, ganas de arrimarse y triunfar. No es mala premisa, desde luego. Pero en tarde de toreros artistas (o tal calificaci¨®n reclaman los autores, no siempre con fundamento), la buenas intenciones se valoraban menos que el arte.
"A ver si se torea as¨ª", hab¨ªa planteado Emilio Mu?oz ante el cabildo maestrante y la c¨¢tedra sevillana. Ahi es nada. Tema capital. Cuesti¨®n teol¨®gica s¨®lo comparable con aquella de qu¨¦ fue antes, Dios o el caos; y ?acaso el caos lo cre¨® Dios?; y si fue creado por Dios, ?c¨®mo es que era caos? Naturalmente son preguntas exclusivas para jesu¨ªtas, a quienes les ponen un silogismo y lo bordan.
?Qu¨¦ es torear? Misterio Hasta el instante en que Emilio Mu?oz se ech¨® la muleta a la izquierda, mostrando el medio-pecho, lo ¨²nico que hab¨ªan logrado ense?ar los toreros era justo lo contrario: qu¨¦ es no torear; c¨®mo no se debe torear, so pena de matar al p¨²blico de aburrimiento.
No es torear ponerse a pegar trallazos, inc¨®modo ejercicio al que se dedic¨® el propio Emilio Mu?oz en su primer toro. No es torear emprenderla a gritos como si se estuviera dando una batida contra los comaches, seg¨²n se le pudo oir a Manzanares. No es torear envararse adoptando una verticalidad amanerada, al modo de Vicente Barrera en el sexto, y luego administrarle al torillo mustio una ins¨ªpida raci¨®n de medios pases.
La verticalidad es versi¨®n admitida del toreo, aunque con distintas formas e intenciones. Por ejemplo, la que ofreci¨® el propio Barrera al tercero. Torejo, manso y tardo, le presentaba la muleta, tiraba de ¨¦l, lo embarcaba con temple oblig¨¢ndole a humillar, cargaba levemente la suerte y al rematar el pase ya lo ten¨ªa de nuevo encelado. Y todo iba constru¨ªdo con naturalidad; a?¨¢dase con vertical quietud y con sobria elegancia. Por la izquierda no le embisti¨® el toro, que acab¨® hecho un marmolillo y no hubo m¨¢s, pero bast¨® para ir respondiendo a la teol¨®gica cuesti¨®n "Qu¨¦ es torear".
Sobre qu¨¦ no es torear dio todo un curso el veterano Manzanares. Sacar hacia afuera el reverso de su persona, poner postura acad¨¦mica tan pronto ha pasado la cabeza del toro, echar a correr en cuanto vuelve: eso no es torear, as¨ª lo defienda un manzanarismo apasionado al que aquello de la postura le Conmociona y le priva.
Habr¨ªan sentenciado los jesu¨ªtas (de encontrarse en la plaza) que el h¨¢bito no hace al monje ni la postura al torero. Parar templar-mandar: he aqu¨ª el toreo. Y pues lo ejecut¨® Emilio Mu?oz, los aficionados aprobaron por aclamaci¨®n su pregunta "A ver si se torea as¨ª". Ahora bien, si luego hubiese preguntado "A ver si se mata as¨ª", le habria respondido no. No, no y no; nunca jam¨¢s. Porque fue y mat¨® de grosero bajonazo.
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