75 a?os de anticomunismo espa?ol
Puesto que la apuesta comunista heredera del bolchevismo ha perdido su batalla en el siglo XX y ya ver¨¢n ustedes qu¨¦ le puede pasar en el XXI creo m¨¢s interesante conmemorar el 75 aniversario, del anticomunismo espa?ol. Una vez nacido el Partido Comunista de Espa?a, los anticomunistas espa?oles lo eran en el sentido ideol¨®gico m¨¢s convencional, pero de hecho a quien tem¨ªan era al PSOE radical. El general Mola, en su Memorias, aporta un cuadro clarificador de sus criterios sobre la subversi¨®n "comunista" y apenas la considera como tal. Para ¨¦l los "comunistas" peligrosos no son los del peque?o y d¨¦bil PCE, es m¨¢s, ridiculiza no s¨®lo la implantaci¨®n del PCE, sino in cluso el dinero que pueda recibir de Mosc¨². Para Mola ese oro es pura calderilla. Mola teme a la izquierda del PSOE y a los "comunistas" de los sindicatos, la UGT y la CNT. Curiosamente una vez abandonada la Direcci¨®n General de Seguridad empez¨® a conspirar contra la Rep¨²blica bajo la coartada del "peligro comunista" y con el tiempo consigui¨® iniciar una cruzada de liberaci¨®n con la ayuda de las derechas cat¨®licas, sociales y pol¨ªticas que no quer¨ªan que les quitaran las tierras, ni con el Capital ni con las en c¨ªclicas papales en la mano.Durante la guerra civil el PCE creci¨® por dos motivos fundamentales: porque su estructura y filosof¨ªa militante parec¨ªan hechas a la medida de una guerra, de hecho a la violencia del estado burgu¨¦s, el partido comunista postleninista opon¨ªa una estructura preparada para el asalto al Palacio de Invierno; el segundo factor de crecimiento fue la ayuda sovi¨¦tica que dio una posici¨®n de fuerza al PCE en la correlaci¨®n entre las formaciones pol¨ªticas republicanas y prestigi¨® ante sus bases sociales y militantes el referente sovi¨¦tico y el papel del partido como garante de la resistencia contra el fascismo. Los anticomunistas durante la guerra tuvieron la causa f¨¢cil, porque era evidente que el PCE era su principal enemigo y hab¨ªa sido nada menos que una "tiorra roja", Dolores Ibarruri, de la que en 1995 se conmemora el centenario, quien les hab¨ªa advertido que no pasar¨ªan.
Despu¨¦s de la guerra, el anticomunismo en Espa?a transit¨® de una etapa triunfal concertada con la ¨¦poca nazi-fascista a una etapa nacionalcat¨®lica. En la primera parte, el r¨¦gimen encarcel¨®, tortur¨®, fusil¨® a miles de comunistas rodeado de una extrema complicidad social y pol¨ªtica de sus propias bases sociales y de instituciones tan implicadas como la Iglesia, el Ej¨¦rcito y el Poder judicial. Todos estos anticomunistas asumieron el cambio de sentido de la caza del comunista cuando frustrada la espectativa de un r¨¦gimen parafascista milenario, el R¨¦gimen recuperaba sus ra¨ªces reaccionarias nacional-cat¨®licas y dio este sentido a su cruzada anticomunista de una largu¨ªsima postguerra. No hay que olvidar que buena parte d¨¦ los ministros y altos funcionarios m¨¢s feroces en el respaldo y la promoci¨®n de la tortura, las condenas e incluso los ajusticiamientos, eran de comuni¨®n diaria, incluso afectos a la democracia cristiana colaboracionista. Algunos llevaban cilicio en defensa de la Obra de Dios.
Poco vari¨® la composici¨®n bioqu¨ªmica del anticomunismo espa?ol hasta que Franco entr¨® en decadencia biopol¨ªtica. Entonces los adictos s¨ª se dividieron en quebrantables y en inquebrantables, estos ¨²ltimos se prepararon a resistir en los s¨®tanos del b¨²nker, mientras los primeros, generalmente m¨¢s j¨®venes e inteligentes, rehicieron su look parademocr¨¢tico y empezaron a preparar la transici¨®n. Esa transici¨®n sali¨® como ha salido por que la sociedad espa?ola era mayoritariamente centrista, como correspond¨ªa a una s¨ªntesis entre la memoria todav¨ªa horrorizada por la guerra y sus secuelas y una espectativa de futuro desarrollista. De la trastienda de esa transici¨®n poco sabemos. C¨®mo se produjo la transubstanciaci¨®n de militares franquistas en dem¨®cratas v¨ªa cursillos en Estados Unidos, c¨®mo el Pontificado encarg¨® a Taranc¨®n que fuera preparando el desenganche, qui¨¦nes estimularon a la II Internacional para que se reinventara el PSOE, qui¨¦n fue el genio que descubri¨® la fragilidad de una derecha democr¨¢tica espa?ola bajo palabra de honor que no estaba en condiciones de protagonizar la transici¨®n y se invent¨® la UCD. Miste rios. Misterios. Misterios. Sospechas. Sospechas. Sospechas. En cualquier caso s¨ª sabemos algo claro, que la fuerza pol¨ªtica a batir segu¨ªa siendo el PCE, dado el protagonismo que hab¨ªa alcanzado durante la resistencia. Los historiadores de derecha hacen constantemente un denodado esfuerzo para o bien ocultar esta larga etapa de espl¨¦ndida lucha del PCE en la clandestinidad o bien para menos preciarla aduciendo que de hecho hac¨ªa el juego a la coartada de la cruzada anticomunista franquista. Lo cierto es que la derecha democr¨¢tica espa?ola disimul¨® todo lo que pudo su antifranquismo has ta que el general fue un cad¨¢ver viviente. Es m¨¢s, asistimos hoy a una ofensiva de recuperar la memoria hist¨®rica antifranquista privilegiando la resistencia que se le opuso desde las filas mon¨¢rquicas, de m¨®cratas liberales o nacionalistas moderadas, porque han sido los herederos pol¨ªticos y espirituales de estas opciones quienes han ganado la Transici¨®n y necesitan un pedigree democr¨¢tico y resistente.
La ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn y la pr¨¢ctica desaparici¨®n, en mi opini¨®n muy aconsejable, de los partidos comunistas como tales, no ha tranquilizado del todo a los anticomunistas de origen y finalidad. De hecho no sabr¨ªan qu¨¦ son si no fueran anticomunistas y constantemente resucitan el presunto cad¨¢ver y lo zarandean como si a¨²n fuera un muerto temible. Y es que saben que han ganado la batalla contra las tendencias revolucionarias obreristas, pero no han conseguido el control mixtificador de las evidencias de que las injusticias sobreviven a sus notarios, equivocados o no. En cuanto esas injusticias resucitan la respuesta cr¨ªtica y emancipatoria, los anticomunistas no tienen m¨¢s remedio que resucitar al muerto para atribuirle el desorden como efecto y as¨ª sacarse de encima la causa de las que son corresponsables.
Creo necesario, aunque sea por pen¨²ltima vez, aprovechar este aniversario del PCE para valorar que su mejor historia la protagonizaron sus bases durante la resistencia antifranquista y el nuevo partido -que se fue creando en los a?os cincuenta y sesenta, a salvo de la tentaci¨®n staliniana. Ni la direcci¨®n del PCE ni su capacidad de analizar la evoluci¨®n de la Historia de Espa?a y de la transformaci¨®n de su sociedad estuvieron a la altura de ese emocionante esfuerzo militante que se sald¨® con toda clase de sacrificios personales y familiares, mientras los j¨®venes futuros anticomunistas hac¨ªan la primera comuni¨®n, recib¨ªan la confirmaci¨®n, reflexionaban en los ejercicios espirituales de San Ignacio o de Escriv¨¢ de Balaguer y se preparaban para recoger los frutos de una Transici¨®n que les dio la victoria sin mover siquiera el culo de la silla.
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