Alejandro Mateo, la firma de sombreros ¡®made in¡¯ Almer¨ªa que han conquistado a Viggo Mortensen y Alejandro Sanz
Este almeriense cambi¨® su vida como chef de lujo en una aerol¨ªnea para ejercer, con gran ¨¦xito, de sombrerero con un taller propio cerca del Cabo de Gata. Elabora entre 20 y 25 art¨ªculos en un buen mes, con precios que pueden llegar a los 800 euros
En el taller de Alejandro Mateo, de 42 a?os, hay m¨¢quinas de coser, herramientas de madera y m¨²ltiples objetos de artesan¨ªa. Todo llama la atenci¨®n, pero el primer vistazo se desv¨ªa hacia un enorme mapa del mundo que cuelga, enmarcado, en una pared. Est¨¢ repleto de peque?as fotograf¨ªas. Sujetadas con chinchetas, se?alan las decenas de lugares que este almeriense ha visitado en su vida. Son tantas, que las im¨¢genes ocultan pr¨¢cticamente los cinco continentes. ¡°Y faltan much¨ªsimas¡±, se?ala quien aprovecha cada escapadLa a para adentrarse en peque?os mercados y visitar puestos ambulantes. En ellos adquiere peque?as piezas de artesan¨ªa, adem¨¢s de telas y cuero. Son los elementos que luego dan car¨¢cter y singularidad a los sombreros que Mateo elabora a base de vapor y fuego en su sencillo estudio a las afueras de Almer¨ªa. Cada pieza tiene su nombre, una historia que la convierte en ¨²nica. Y un atractivo dise?o que ha atrapado a personalidades como los cantantes Alejandro Sanz, Miguel Poveda y Antonio Carmona o el actor Viggo Mortensen.
A pesar de su juventud, Mateo es de las personas que parece haber vivido infinitas vidas. Acumula an¨¦cdotas, amistades, vivencias. Las relata con calma en su casa, cerca del parque natural Cabo de Gata, donde reside con sus perros ¡ªChumbo y Teo¡ª y disfruta de divertidas barbacoas con quienes le visitan. Parece que lleva toda una de esas vidas ejerciendo la sombrerer¨ªa, pero, en realidad, es un reci¨¦n llegado. Hasta llegar a esta afici¨®n que luego se convirti¨® en profesi¨®n dio, literalmente, varias vueltas al mundo. Su primer destino fue Edimburgo, a los 20 a?os.
La idea all¨ª era pasar un tiempo, aprender ingl¨¦s y trabajar, como hizo entre sartenes y fogones de un restaurante mexicano. La experiencia le gust¨® y decidi¨® formarse como cocinero durante dos a?os en la capital escocesa. Volvi¨® a Almer¨ªa para tomar carrerilla y despu¨¦s se lanz¨® a recorrer Australia, Nueva Zelanda y el sudeste asi¨¢tico ¡ªdonde trabaj¨® varios meses en Singapur¡ª para despu¨¦s continuar por Centroam¨¦rica. M¨¢s tarde ayud¨® a su hermano a impulsar un negocio de hosteler¨ªa en Puerto Vallarta (M¨¦xico), y luego fue chef en un crucero por Bahamas, seis meses en Burdeos y dos a?os y medio en Par¨ªs. ¡°La profesi¨®n me daba mucho, pero tambi¨¦n me quitaba porque era muy sacrificado, generaba mucho estr¨¦s y permit¨ªa poco tiempo libre¡±, recuerda en conversaci¨®n con EL PA?S. Entonces encontr¨® el trabajo de su vida.
Se mud¨® a Emiratos ?rabes Unidos y durante nueve a?os ejerci¨® de chef de primera clase en la aerol¨ªnea Eithad Airways. Era parte de la tripulaci¨®n y, m¨¢s all¨¢ de algunas responsabilidades como auxiliar de vuelo, su principal labor era servir a un pu?ado de viajeros en cada vuelo men¨²s con caviar, solomillo de wagyu o champ¨¢n de primera, entre otras delicias. Aquello le permit¨ªa unir sus dos pasiones: cocinar y recorrer el planeta. Fue justo en uno de sus viajes cuando conoci¨® a una chica en M¨¦xico que customizaba sombreros. Ella los compraba ya pr¨¢cticamente hechos y luego los decoraba. ¡°Le compr¨¦ alguno, visit¨¦ su taller y me pic¨® el gusanillo. Pens¨¦ que yo pod¨ªa hacer algo parecido con las artesan¨ªas que me gustaba comprar en los pa¨ªses que visitaba¡±, cuenta Mateo. Pronto entendi¨® que le apetec¨ªa implicarse m¨¢s y que quer¨ªa elaborar sus propias piezas desde cero.
Dise?os ¨²nicos
Era 2016 y arranc¨® entonces un proceso de autoformaci¨®n a trav¨¦s de v¨ªdeos y la b¨²squeda de informaci¨®n en internet. No fue f¨¢cil: tuvo que fabricar sus propias herramientas y atravesar un largo proceso de ensayo y error. Equivocarse muchas veces le ense?¨®. M¨¢s tarde cre¨® una web y, poco a poco, fueron llegando algunos clientes. En 2019 el negocio marchaba, pero le requer¨ªa mucho tiempo y le dificultaba compatibilizarlo con la aerol¨ªnea. ¡°Entonces me lanc¨¦ a la piscina¡±, asegura. El empuj¨®n se lo dio la pandemia. Con el mundo paralizado, sin viajes ni vuelos, decidi¨® volver a casa. Tom¨® aire y utiliz¨® los meses de confinamiento y movilidad restringida para planificar el negocio, crear su taller y comenzar a producir. Sus dos primeros a?os fueron de incertidumbre, pero desde 2022 el negocio vuela con las redes sociales como ¨²nico escaparate (en Instagram cuenta con 216.000 seguidores).
Hoy su coqueto taller ocupa una de las habitaciones de su casa, donde llega el aroma a salitre del Mediterr¨¢neo. En un tabl¨®n cuelgan las herramientas de madera que ¨¦l mismo cre¨®, pero tambi¨¦n otras que ha dise?ado con la ayuda de una impresora 3D, que junto al grabador l¨¢ser traen la artesan¨ªa al siglo XXI. Por los distintos rincones se reparten hormas de madera, un par de m¨¢quinas de coser, un miniestudio de fotograf¨ªa, una plancha y un sistema de impresi¨®n l¨¢ser. Tambi¨¦n un pu?ado de sus sombreros. Con nombres como Pink flamingo, Yakuza, Holbox, Ocean, Cielo o Santa Muerte, cada uno de ellos esconde una historia a partir de sus materiales: una pieza con forma de flamenco rosa procedente de Belice, una tela te?ida con barro en Mal¨ª, un pa?uelo estampado adquirido en Gambia. Tienen colores inspirados en la naturaleza y en todos utiliza fieltro elaborado con pelo de conejo o castor ¡ªofrecen distintas calidades¡ª que adquiere en pa¨ªses como Portugal o la Rep¨²blica Checa. El vapor le ayuda a dar la forma, que remata con una cortadora de ala, mucha destreza y una sorprendente y llamativa aplicaci¨®n del fuego. Despu¨¦s llega la personalizaci¨®n, que puede ser a gusto de cada cliente e incluye nombres, tejidos, grabados o artesan¨ªas. Todo acaba con un cosido a mano que se ha convertido en la firma de este artesano: tres equis y una aguja.
Mateo elabora entre 20 y 25 sombreros en un buen mes. Sus dise?os ¡ªcon precios que rondan entre los 450 y los 800 euros, seg¨²n los materiales¡ª viajan principalmente a Estados Unidos, pa¨ªs en el que se encuentra la mayor parte de clientela. Tambi¨¦n mantiene fieles en el lugar donde empez¨®, Emiratos ?rabes Unidos. Y Europa completa sus pedidos. Alejandro Sanz, Viggo Mortensen, Miguel Poveda o Antonio Carmona ya tienen alguna de sus piezas, como tambi¨¦n los actores Joe Pantoliano (Matrix) y David Boreanaz (protagonista de series como Buffy cazavampiros o Bones), el guitarrista Steve Hunter, adem¨¢s de algunos influencers como Gianluca Vacchi. ¡°La mayor¨ªa son artistas o grandes coleccionistas. Es gente que busca tener algo que les d¨¦ estilo, sea singular y muy personal¡±, subraya el artesano. ¡°Cada dise?o es ¨²nico y se realiza bajo pedido¡±, a?ade el almeriense, que tambi¨¦n fabrica alpargatas durante el verano y que destaca que la artesan¨ªa le est¨¢ dando, adem¨¢s, la libertad que tanto desea. Por eso, entre sombrero y sombrero, ya prepara su pr¨®ximo viaje por Guinea Conakry y Costa de Marfil. De all¨ª volver¨¢ con nuevas fotograf¨ªas para su mapa y m¨¢s artesan¨ªas para sus singulares creaciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.