Chantajes de Obiang
LO M?S importante de la sentencia dictada por el tribunal de Malabo contra Severo Moto, el principal l¨ªder de la oposici¨®n guineana, es que no ha impuesto finalmente una pena irreparable, la de muerte. Moto seguir¨¢ con vida, y cabe esperar que las gestiones diplom¨¢ticas consigan, ojal¨¢ que pronto, su puesta en libertad. Aparte de ese dato, nada en este proceso merece ser tomado en serio. Baste saber que el tribunal estaba formado por colaboradores y familiares del propio Obiang para comprender que ese acto presuntamente judicial era una farsa.Si el prop¨®sito inicial era aterrorizar: a la oposici¨®n con ejecuciones p¨²blicas y penas ejemplarizantes, Obiang tuvo que dar marcha atr¨¢s, es de suponer que debido a la reacci¨®n de la opini¨®n p¨²blica internacional, especialmente la espa?ola. Pero los principales objetivos de Obiang en relaci¨®n con las elecciones han sido cumplidos. Esto resulta indignante, pero debe proclamarse con claridad.
El proceso ha sido una farsa mal escenificada. Lo que cuenta es la voluntad de Obiang. A este respecto, el dictador no pretende enga?ar a nadie. No hizo siquiera un esfuerzo especial por dar al proceso apariencia de legalidad. Tal como est¨¢n las cosas, lo ¨²nico que le queda al Gobierno espa?ol es presionar, con las formas de negociaci¨®n m¨¢s adecuadas, para obtener la liberaci¨®n (le Moto. Todo indica que la diplomacia espa?ola no ha esperado y que ya ha iniciado en Par¨ªs las conversaciones con el n¨²mero tres del r¨¦gimen de Obiang, Anatolio Ndong, con vistas a buscar una soluci¨®n que permita a Moto salir de la c¨¢rcel.
El Gobierno espa?ol no puede ignorar los riesgos de esta pol¨ªtica de simular, por el bien del prisionero, que considera interlocutor bien intencionado a Obiang. ?ste ha creado ya las condiciones para manejar a su antojo las elecciones. El objetivo de salvar a Moto explica la moderaci¨®n del tono de las respuestas espa?olas a las provocaciones del dictador. Pero, una vez evitado lo peor, habr¨¢ que hacerle comprender que Espa?a no ceder¨¢ a sus chantajes. Porque Obiang siempre ha sabido tener alg¨²n contencioso abierto con Espa?a -como el del sargento Mik¨®, al que tanto partido sac¨®- para exigir compensaciones a cambio de no cumplir sus amenazas.
La ayuda econ¨®mica se limita actualmente a la humanitaria en el terreno de la educaci¨®n y la sanidad. Toda concesi¨®n adicional, pol¨ªtica, diplom¨¢tica o comercial, ser¨¢ imposible mientras aquel r¨¦gimen no d¨¦ muestras claras de querer evolucionar desde la satrap¨ªa personal hacia un Estado m¨ªnimamente legal y decente.
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