La histor¨ªa, las historias
?Qu¨¦ riesgos asume Andr¨¦ T¨¦chin¨¦ en ¨¦sta su sorprendente, extraordinaria, multipremiada ¨²ltima pel¨ªcula! Riesgos: para un director al que, a pesar de desconocer aqu¨ª buena parte de su filmograf¨ªa, se le cuentan las pel¨ªculas por ¨¦xitos, no se le ocurre nada mejor que rodar casi en condiciones de clandestinidad. Con equipo reducido y en el campo, con actores desconocidos -magn¨ªficos todos, aunque haya que destacar, es de ley, a la incre¨ªble protagonista, Elodie Bouchez, una aut¨¦ntica revelaci¨®n-, una pel¨ªcula luminosa, desconcertante en su sencillez, profundamente inteligente. Riesgos: en un pa¨ªs en el cual la Historia, con may¨²sculas, se sacraliza m¨¢s que en cualquier otro -efectos del nacionalismo todopoderoso-, T¨¦chin¨¦ se atreve a abordar la guerra de Argelia en la retaguardia, donde menos probable parece que se sentir¨¢n sus efectos, s¨®lo para mostrar de qu¨¦ forma, y con qu¨¦ rotundidad, una guerra colonial divide dr¨¢sticamente a todo el mundo.Y riesgos, tambi¨¦n: atreverse con el mundo siempre conflictivo d¨¦ la adolescencia, pero sin pretender ilustrar verdad alguna. Cada uno de los cuatro personajes centrales tiene la suya, dif¨ªcilmente compartible, adem¨¢s; y la soledad a que cada uno se ver¨¢ impl¨ªcitamente condenado al final por la ficci¨®n ser¨¢ el resultado de su propio desarrollo psicol¨®gico, no de una verdad aprior¨ªstica aportada exteriormente a la narraci¨®n por un autor clarividente.
Los juncos salvajes
Director: Andr¨¦ T¨¦chin¨¦. Gui¨®n: A. T¨¦chin¨¦, Guilles Taurand y Olvier Massart. Fotograf¨ªa: Jeanne Lapoirie. Producci¨®n: Georges Benayoun y Alain Sarde. Francia, 1994. Int¨¦rpretes: Elodie Bouchez, Gael Morel, Stephane Rideau, Fr¨¦d¨¦ric Gorny, Mich¨¦lle Moretti. Estreno en Madrid: cine Vaguada, Princesa (V. O.).
Los juncos salvajes, hermosa met¨¢fora que hace referencia al car¨¢cter de la juventud, que siempre mantiene s¨®lidas las ra¨ªces pleg¨¢ndose aparentemente a los acontecimientos, transcurre en unos pocos d¨ªas previos al final del curso de 1962, cuando en Argel se oyen los estr¨¦pitos de los atentados de la OAS y la independencia argelina es ya una realidad aceptada por el establishment pol¨ªtico franc¨¦s. En su sencillez s¨®lo aparente, el filme muestra las relaciones que se establecen entre tres chicos y una chica. Uno, reci¨¦n llegado al pueblo s¨²rerio en que se desarrolla la acci¨®n, es hijo de pied-noirs y pasea su fracaso escolar por media Francia, siempre entre el rencor por los metropolitanos traidores a la justa causa y su propia desorientaci¨®n vital. Otro es hijo de emigrantes italianos, al que una bomba de la OAS mata cruelmente a su hermano militar.
El tercero, un muchacho sensible y narcisista, que gusta del cine de Bergman y de citar a Faulkner, descubrir¨¢ pronto una invencible tendencia que, es de suponer, marcar¨¢ su vida. Y la chica, hija de una profesora militante comunista, y comunista ella misma, descubrir¨¢, igualmente, qu¨¦ diferente resultan los postulados te¨®ricos cuando se intenta vivir la vida d¨ªa a d¨ªa. Los misterios del sexo, el despertar de los sentidos, las inclinaciones personales y las discrepancias con los discursos que las en mascaran son la materia prima con la que trabaja T¨¦chin¨¦. Su opci¨®n narrativa aparece alejada de todo academicismo, incluso dominada por un cierto desali?o formal a la hora de componer el encuadre que podr¨¢ no gustar a alguno, pero que a la postre no hay m¨¢s remedio que respetar por su propia coherencia. T¨¦chin¨¦ pretende que nada interfiera en lo que le interesa contar, que ning¨²n plano remilgado distraiga la atenci¨®n sobre lo que le importa, los sentimientos, las contradicciones de los personajes.
As¨ª, la pel¨ªcula se despliega en un enga?oso primer t¨¦rmino, mientras lo que en realidad ocurre en el interior de los persona jes va apareciendo poco a poco, epifan¨ªa laica, que dir¨ªa el viejo Guido Aristarco, tanto m¨¢s sor prendente cuanto imprevista. Ejercicio de sobriedad narrativa, inteligente propuesta abierta, Los juncos salvajes es no s¨®lo la mejor pel¨ªcula, con permiso de La reina Margot, que ha llegado desde Francia en mucho tiempo, sino tambi¨¦n el filme m¨¢s acaba do y complejo de cuantos ha he cho hasta la fecha este Andr¨¦ T¨¦chin¨¦ que merece ser mucho mejor conocido entre nosotros.
Babelia
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