La foto
Tengo en la estanter¨ªa la foto de aquel ni?o de Ruanda que nos hizo Eli Reed en el campo de refugiados. Aquel ni?o era mi mejor amigo. Sus padres hab¨ªan sido asesinados. Me segu¨ªa a todas partes como un perrito faldero. Si yo me deten¨ªa, ¨¦l tambi¨¦n se paraba. Si yo echaba a andar, ¨¦l ven¨ªa detr¨¢s de m¨ª, y a veces se perd¨ªa entre las masas oscuras en los puntos m¨¢s densos del campamento, pero al poco tiempo lo descubr¨ªa de nuevo a mi lado mir¨¢ndome muy serio, con los ojos fijos. Comenz¨® a jugar conmigo. Le ense?¨¦ a hacer pompas de jab¨®n con una c¨¢nula y tard¨® algunos d¨ªas en atreverse a sonre¨ªr. Ahora est¨¢ en la foto de la estanter¨ªa con la cabeza apoyada en mis rodillas, y yo me pregunto qu¨¦ habr¨¢ sido de ese ni?o. ?Lo habr¨¢n vertido ya en una fosa com¨²n? Las palas de los sepultureros en Ruanda han vuelto a actuar. Me pregunto si la ternura que expresa en su rostro aquel ni?o abandonado habr¨¢ ido a parar tambi¨¦n a una zanja junto con otra multitud de cad¨¢veres sin nombre. Todos los d¨ªas miro con atenci¨®n las im¨¢genes de esta nueva matanza y en medio de la tragedia trato de encontrar a mi peque?o amigo hacinado entre otros muertos. Lo reconocer¨ªa entre mil ni?os acuchillados parecidos a ¨¦ste, Tal vez dentro de poco, en alg¨²n telediario, pasar¨¢n otra estampida de muerte en un campo de Ruanda, y desde el sill¨®n, con l¨¢grimas en los ojos, me ver¨¦ obligado a exclamar: ah¨ª est¨¢, es ¨¦l, ya lo han matado. Y todos los ni?os del mundo adoptar¨¢n para siempre el rostro de mi peque?o amigo Kamarat¨¦. O tal vez lograr¨¢ sobrevivir a todas las calamidades y por dentro de su cuerpo tambi¨¦n se desarrollar¨¢ el odio hasta convertirlo en un adolescente con un machete en la mano, y entonces ese ni?o tan dulce seguir¨¢ sonriendo en la estanter¨ªa, pero ser¨¢ ya un asesino. En Ruanda la crueldad llega hasta la ra¨ªz de la existencia. All¨ª todo el mundo puede ser a la vez v¨ªctima y verdugo. S¨®lo si este ni?o se mantiene inocente podr¨ªa yo aspirar tambi¨¦n a ser inocente: ¨¦sa es todav¨ªa la lecci¨®n que me da su sonrisa.
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