El kodrazo
Varios de los clubes m¨¢s poderosos de la Liga revuelven sus cajas fuertes en busca de unos d¨®lares extra. Ma?ana puede ser demasiado tarde, as¨ª que proponen toda clase de gangas financieras, momios comerciales y prebendas bancarias: aqu¨¦l incluye en el lote a dos jugadores juveniles a un central en buen uso. ?ste a?ade un par de torneos de verano con derecho a buffet y cama de agua; un gerente de la competencia est¨¢ pensando en ofrecer a su sobrina como propiedad intelectual o tal vez como segundo plazo y, quien m¨¢s, quien menos, todos se abren camino a codazos en el abarrotado vest¨ªbulo de- la Real Sociedad. Naturalmente, el objetivo es Kodro.Como se sabe, Meho Kodro no puede ser considerado un futbolista cualquiera. Pertenece a la estirpe m¨¢s apreciada de especialistas: ¨¦l no es exactamente un jugador en el sentido m¨¢s especulativo del t¨¦rmino; es un goleador. Tiene, pues, la llave de la puerta y, por tanto, la llave del campeonato. De todo ello se desprende una conclusi¨®n: cueste lo que cueste, su precio nunca ser¨¢ muy alto, porque en el f¨²tbol todas las llaves son de oro.
M¨¢s all¨¢ de las estad¨ªsticas, Meho es un ejecutor seco y profesional perseguido por la obsesi¨®n de buscar el mejor perfil para el disparo. El f¨²tbol nunca fue para ¨¦l un recreo; siempre lo interpret¨® como un tenso ejercicio dram¨¢tico cuya ¨²nica gloria posible est¨¢ en el desenlace. Puesto que su trabajo fe parece una cosa demasiado seria como para dejarla en manos de los malabaristas, nunca se adornar¨¢ por mera vanidad, nunca har¨¢ una cita burlona y, desde luego, nunca abandonar¨¢ la l¨ªnea recta si no es para someter al contrincante. Su gema favorita ser¨ªa el hormig¨®n: es uno de esos raros ¨ªdolos expresionistas a quienes s¨®lo se puede hacer un retrato en blanco y negro.
En todo caso, Kodro reivindica la escuela yugoslava de preguerra. Pertenece a la segunda l¨ªnea de una promoci¨®n de genios balc¨¢nicos abanderada por Prosinecki, Mijatovic, Savicevic, Suker, Miliailovic, Pancev y Boban. Bajo el brillo de semejantes luminarias, gente como Djukic, Jokanovic, Stosic o como ¨¦l mismo parec¨ªa una simple corte de notables. Pero eran mucho m¨¢s que eso; cada uno de ellos, por s¨ª solo, habr¨ªa podido encabezar un equipo o una revoluci¨®n.
A la espera de que su nuevo destino se consolide, Meho sigue disparando contra todo lo que se mueve. Y vaya donde vaya siempre ser¨¢ el mismo. Los hombres como ¨¦l pueden cambiar de escudo, pero no pueden cambiar de coraz¨®n.
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