Memorias de una plaza
El coraz¨®n del levantisco barrio de Malasa?a, ahora en obras, recuerda el levantamiento de 1808 contra los franceses
El matrimonio formado por Julia L¨¢zaro (1933) y F¨¦lix de la Vara (1932), naturales de Santa Cruz de la Zarza (Toledo), lleva casi cincuenta a?os viviendo en la plaza del Dos de Mayo. Ella es portera de un edificio; ¨¦l, alba?il. Tienen una perrita llamada Linda Flor de C¨®rdoba de la Vara L¨¢zaro, chula y lista como la madre que la pari¨®. Gente sencilla y acogedora, Julia y F¨¦lix cultivan las tertulias sosegadas a la ca¨ªda de la tarde con interlocutores de toda edad y profesi¨®n. No muy le¨ªdos, pero s¨ª muy sabidos, aman esta plaza, a la que consideran como su pueblo. Recuerdan con precisi¨®n la historia del ¨²ltimo medio siglo. "Fue muy emocionante ver c¨®mo se volc¨® todo Madrid en 1977 para impedir el Plan Malasa?a, que pretend¨ªa acabar con la plaza y el barrio. Un mozo y una moza se pusieron en pelotas encima de la estatua", dice F¨¦lix con sonrisa p¨ªcara. Y su mujer: "Ya est¨¢s pensando en lo mismo". Es una gozada rememorar con ellos las peque?as y grandes historias de este rinc¨®n, que, m¨¢s que un enclave de la gran urbe, parece una buc¨®lica plaza provinciana.La plaza del Dos de Mayo est¨¢ plantada en una de las zonas m¨¢s vertiginosas de Madrid, pero tiene instinto de soledad. Ayer cumpli¨® 126 a?os. Escenario de una de las gestas patri¨®ticas m¨¢s memorables de la historia de Espa?a, el pol¨ªtico y escritor madrile?o ?ngel Fern¨¢ndez de los R¨ªos (1821-1880) la denomin¨® "el Covadonga de la independencia en el siglo XIX". Es el orgullo del castizo barrio de las Maravillas, la perla de Malasa?a.
Durante los a?os de la transici¨®n, esta humilde placita fue aglutinadora de euforias progresistas, mentidero democr¨¢tico y centro de la movida madrile?a. Pero ninguna de estas alegr¨ªas consigui¨® arrebatarle su vocaci¨®n recoleta. Los h¨¦roes quieren estar tranquilos y no son adictos a la hero¨ªna, a no ser que se llame Manolita Malasa?a, aquella bordadora de 17 a?os que viv¨ªa en el n¨²mero 18 de la calle de San Andr¨¦s y que fue fusilada por llevar encima las tijeras de su oficio. Pero pas¨® a la historia como resistente al invasor.
En la actualidad, ya no es abrevadero de caballos y camellos, que cabalgaron hacia otros ¨¢mbitos. Liberada del tr¨¢fico (el automovil¨ªstico y el otro), vuelve a ser un oasis, aunque ahora en obras, de palomas, gorriones, perros, ¨¢rboles, ni?os que juegan, vecinos que charlan, una iglesia, un colegio, una farmacia, tres quioscos (de prensa, de vinos, de la ONCE), terrazas, bares (uno de ellos se llama Pepe Botella): todo bajo la sombra protectora del monumento a Dao¨ªz y Velarde, imp¨¢vidos, serenos, entra?ables.
Est¨¢ ubicado en lo que fue el suntuoso y churrigueresco palacio de finales del XVII de los duques de Montele¨®n, descendientes de Hern¨¢n Cort¨¦s. El inmenso edificio y sus jardines ocupaban la mitad de la plaza actual, las calles de Ruiz, Montele¨®n, Divino Pastor, Galer¨ªa de Robles, San Andr¨¦s y Manuel Malasa?a. En 1746 fue residencia de Isabel de Farnesio, viuda de Felipe V, y sus hijos. En 1807, el err¨¢tico y todopoderoso Manuel Godoy convirti¨® el palacio en parque de artiller¨ªa.
Un a?o despu¨¦s, el memorable 2 de mayo, el pueblo de Madrid acudi¨® en masa al cuartel a incautarse de armas para luchar contra el invasor franc¨¦s. Las huestes del general Lagrange masacraron a los insurgentes e incrementaron la n¨®mina de h¨¦roes de la patria: el capit¨¢n de artiller¨ªa Luis Dao¨ªz, el teniente Jacinto Ruiz y el oficial subalterno Pedro Velarde. Dao¨ªz muri¨® recostado en el ca?¨®n del arco de entrada al cuartel, el mismo que hoy se conserva en la plaza. Hubo de pasar medio siglo hasta que el Ayuntamiento decidiera honrar como es debido a los protagonistas y al lugar. Y se hizo todo deprisa y corriendo: en 14 d¨ªas se hicieron los derribos del convento de las Maravillas (hoy parroquia de los Santos Justo y Pastor), se demolieron casas de las calles del Dos de Mayo y de San Andr¨¦s, se derribaron los restos del palacio, se abrieron tres calles en el solar del parque de artiller¨ªa, se plant¨® una alameda, se ajardin¨® la plaza y se instal¨® el arco original. La inauguraci¨®n tuvo lugar el 1 de mayo de 1869.
Dos a?os m¨¢s tarde se abr¨ªa la taberna El Maragato, reliquia que todav¨ªa se conserva tal cual. En 1885 se erigi¨® la Escuela Modelo (hoy colegio p¨²blico Pi y Margall), donde estuvo instalada la Biblioteca Municipal, fundada por Mesonero Romanos.
Se llamaba Filomeno
Francisco L¨®pez Garc¨ªa (1930) y su hermano Luis (1933) heredaron de su madre el quiosco de la plaza del Dos de Mayo, instalado hace 48 a?os. Ellos son memoria viviente d¨¦ historias entra?ables acontecidas en el veterano barrio de Malasa?a o Maravillas. Recuerdan c¨®mo recalaban en su establecimiento diversas celebridades, desde compa?¨ªas enteras del teatro Mart¨ªn hasta Luis Miguel Domingu¨ªn, que fue a solazarse all¨ª el mismo d¨ªa de su deb¨² en Madrid. Ambos hermanos son ¨ªntimos de un vecino del barrio y habitual de la plaza, el escritor Juan Madrid, que ha convertido la zona en escenario habitual de muchas de sus novelas.Francisco y Luis evocan con inmenso cari?o a otro vecino ya fallecido, Filomeno Camuesco, afinador de pianos y, propulsor de las fiestas en la plaza. Poco, despu¨¦s de la guerra, a instancias de Filomeno, se confeccionaron para una celebraci¨®n banderitas de papel rojas, amarillas y azules.
La lluvia convirti¨® el azul en morado, de forma que aquello parec¨ªa. la bandera tricolor. Filomeno acab¨® en comisar¨ªa, y le cost¨® trabajo convencer a los agentes de que todo era debido a la meteorolog¨ªa. Al fin le soltaron con esta orden: "Arranquen ustedes el morao ".
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