Sabadell, Sevilla

El flamenco reuni¨® a dos hijos de ciudades tan dispares como Sabadell y Sevilla en un escenario y local de magn¨ªficas condiciones ac¨²sticas y ambientales, que permitieron el lucimiento de sus respectivas actuaciones. Juan Manuel Ca?izares abri¨® la noche por tarantas, con una guitarra dif¨ªcil de clasificar en la que se mezclan t¨¦cnicas cl¨¢sicas y modernas, que dejan paso frecuente a ramalazos de inequ¨ªvoco sentimiento flamenco. La abstracci¨®n del toque ha de entenderse como un salto arriesgado en la evoluci¨®n del g¨¦nero, que el catal¨¢n suele resolver muy positivamente, como sucedi¨® por colombianas o por el tema de Paco de Luc¨ªa, Peroche, unos tanguillos los que se sum¨® el h¨¢bil acompa?amiento de su hermano RafaelEn la segunda parte, Ca?izares cumpli¨® consecuentemente el papel de tocaor de un Potito, ya mayor de edad, sereno y con un timbre vocal, que parece definitivamente estabilizado. El joven gitano sevillano hizo un recital por cuatro palos, sole¨¢, taranta-taranto, tangos y buler¨ªas,. que dedic¨® a Pepe de Luc¨ªa. Antoni Vargas, con sus 19 a?os de edad mostr¨® un estilo envidiable de cantaor con recursos y perfectamente afinado ; se le not¨® como en otras veces una tendencia hacia un cierto hieratismo.