Morros de Piedra
?Hasta cu¨¢ndo -ioh, Se?or!- el p¨²blico espa?ol ha de seguir padeciendo precisamente por eso, por no ser anglosaj¨®n? ?Creen los ingleses que somos idiotas? ?Lo somos? Dos semanas llevaban agotadas las entradas para ver a la ¨²ltima superbanda. L¨¢stima es que ¨¦sta no exista como tal, m¨¢s que en su actitud de desplante. El cuarteto de Manchester que convirti¨® en dioses a sus componentes con un solo disco y que concit¨® la atenci¨®n internacional con el segundo seis a?os despu¨¦s, apenas parece la sombra de una sombra.Con un humor exagerado y unos focos dirigidos al p¨²blico que imped¨ªan casi toda la visi¨®n, las rosas de piedra se mostraron marchitas, apagadas, con resaca. Su cantante parece desconocer lo que es afinar o cantar las canciones en el mismo tono en el que fueron grabadas. Los estereotipos se repet¨ªan una y otra vez y el culto de los seguidores no dio lugar a trance de comunicaci¨®n alguno. Nada de nada. Cincuenta y cinco minutos, ?sin bises! Al final, claro, el p¨²blico les grit¨® lo que suelen chillar los hinchas de f¨²tbol en los estadios. lan Brown y compa?¨ªa nos robaron el partido.
The Stone Roses
lan Brown (voz), John Squire (guitarra), Reny (bater¨ªa) y Many (bajo). Sala Aqualung. 2.700 pesetas.Domingo 7 de mayo.
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