Voto y secuestro

?VOLVER?N A decir que es una expresi¨®n del contencioso hist¨®rico, o se limitar¨¢n a esperar una parte del rescate? Pocas dudas hay de que la desaparici¨®n. de Jos¨¦ Mar¨ªa Aldaya se debe a un secuestro de ETA. La condici¨®n del secuestrado, un empresario que comenz¨® de empleado de una agencia de transportes y logr¨® establecerse por su cuenta, le hace muy representativo de uno de los sectores que constituyen la base tradicional del nacionalismo en Guip¨²zcoa. Contra esos sectores se dirige este nuevo desaf¨ªo. El secuestro de Julio Iglesias, de similar extracci¨®n social, fue un desastroso negocio para la causa alegada por los secuestradores, pero ellos y sus propagandistas se consolaron con los millones. Hace a?os que lo segundo les importa m¨¢s que lo primero.?Habr¨¢ quien siga pensando que ETA act¨²a "por m¨®viles altruistas", como dec¨ªa recientemente el dirigente navarro de HB Patxi Zabaleta, convertido ahora en disidente marginado por la l¨ªnea m¨¢s dura? Los que reclaman que se reconozca de una vez la naturaleza pol¨ªtica del conflicto, ?piensan que ello implica la obligaci¨®n de los empresarios de pagar a ETA? Lo que parece seguro es que las elecciones del 28-M se celebrar¨¢n, al igual que en 1993, con un hombre secuestrado; y que una de las formaciones que ese d¨ªa pedir¨¢n el voto a los ciudadanos considerar¨¢ leg¨ªtimo secuestrara un particular bajo amenaza de muerte. El d¨ªa 28 sabremos cu¨¢ntos ciudadanos comparten esa moral.