Amsterdam celebra un espectacular festival dedicado a Mahler
Desfile de grandes orquestas e int¨¦rpretes
Han transcurrido 75 a?os desde aquel mayo en que el director de orquesta Willem Mengelberg organiz¨® en Amsterdam un festival dedicado a Mahler, donde se interpretaron todas las sinfon¨ªas y una gran parte del resto de sus obras en la magn¨ªfica sala del Concenrtgebouw. Desde entonces, y especialmente a partir de los sesenta, ha habido festivales mahlerianos en Viena, Londres, Par¨ªs, Nueva York, Berl¨ªn, Mosc¨², Tokio, y hasta en Madrid. Pero ninguno de ellos se parece a este de Amsterdam.
Aqu¨ª las sinfon¨ªas se interpretan con criterio cronol¨®gico en un periodo de tiempo reducido (del 2 al 17 de mayo), altern¨¢ndose tres de las mejores orquestas del mundo: las filarm¨®nicas de Berl¨ªn y Viena y la del Concenrtgebouw de Amsterdam. Tambi¨¦n se pueden escuchar la integral de las canciones con acompa?amiento de plano o de orquesta, y hay simposios, conferencias, pel¨ªculas, programas de radio y nuevas publicaciones alrededor de Mahler (1861-1911). Amsterdam ha renovado su vinculaci¨®n con el compositor, que la consideraba su "segunda patria".Centenares de mahlerianos de todo el mundo se han dado cita en la capital holandesa. Algunos son el vivo retrato f¨ªsico del compositor, otros se intercambiaban, fotocopias de sus ex¨¢menes de lat¨ªn o sus calificaciones escolares con piedras tra¨ªdas de los alrededores de la villa de Maiernigg, donde compuso algunas de sus sinfon¨ªas. Varias decenas de espa?oles, especialmente de Madrid, Galicia y Canarias, consideraban un¨¢nimemente este festival como una "experiencia m¨¢gica e irrepetible". Los hay de corbatas de Versace y de pantalones vaqueros. Algunos han venido en viajes organizados; otros, por libre. Un jubilado de Las Palmas ha encontrado sus entradas tras 1.000 recovecos a trav¨¦s de una agencia italiana.
Orquesta sin rival
El pique entre las tres grandes orquestas participantes ha dejado bien claro que la Filarm¨®nica de Berl¨ªn no tiene en este momento ning¨²n rival. Su entrega, su equilibrio, su intensidad brillaron con dos magistrales versiones de la Quinta con Claudio Abbado y de la Sexta con Bernard Haltink. Abbado acompa?¨® a Anne Sofie von Otter en una selecci¨®n de canciones del ciclo Das Knaben Wunderhorn, y Haitink, a Mariaria Lipovsek en los Kindertotenlieder. Las dos estuvieron memorables; la primera, por exquisitez, y la segunda, por talento dram¨¢tico.
Haitink hab¨ªa dirigido los (l¨ªas anteriores la Segunda con la orquesta del Concenrtgebouw, en un emotivo concierto conmemorativo de los cincuenta a?os del final de la II Guerra Mundial en Amsterdam, y la Tercera con la Filarm¨®nica de Viena, El gran director mahleriano dio a sus lecturas una fuerza y una virulencia de acentos verdaderamente sobrecogedoras.
La gran duda entre los aficionados era predecir qu¨¦ har¨ªa Muti, casi biso?o en este repertorio, con la Cuarta. ?Tendr¨ªa alg¨²n as en la manga el inteligente director italiano? Pues s¨ª, lo ten¨ªa. Tras un decepcionante acompa?amiento en los R¨¹ckertlieder a la inexperta mahleriana Jennifer Larmore, Riccardo Muti extrajo en la Cuarta el lado m¨¢s mel¨®dico y l¨ªrico de la partitura, potenciado por ese calor artesanal de la cuerda de la Filarmonica de Viena. El tercer movimiento fue de una belleza indescriptible, y no digamos el cuarto, con la voz de la maravillosa Barbara Bonney.
Si las sinfon¨ªas rayaron a un nivel alt¨ªsimo de calidad interpretativa, no se quedaron atr¨¢s las canciones. A las voces ya rese?adas hay que a?adir las dos sesiones para voz y piano del probablemente mejor cantante de la actualidad en este repertorio, el comunicativo bar¨ªtono americano Thomas Hampson, acompa?ado al plano por el estupendo Wolfran Rieger.
Donald Mitchell, Henry Louis de La Grange y otros importantes estudiosos malherianos participan en las conferencias preparatorias en una gigantesca carpa, donde tambi¨¦n se televisan en pantalla gigante los conciertos para los que no hayan podido acceder a la sala.
El festival finalizar¨¢ el d¨ªa 17. Adem¨¢s de los ya citados conciertos, se habr¨¢n podido escuchar la S¨¦ptima con Rattle y la Filarm¨®nica de Viena, la Octava con Chailly y la Concenrtgebouw, la Novena con Abbado y la Filarm¨®nica de Berl¨ªn y la Canci¨®n de la tierra con la Orquesta de J¨®venes Gustav Mahler y Haitink.
"Mi tiempo llegar¨¢", dec¨ªa Mahler ante la incomprensi¨®n que suscitaban algunas de sus obras. Ten¨ªa raz¨®n. Su modernidad y su visi¨®n de futuro, su amor y su desgarro, han acabado por encontrar un sitio en muchos interesados por la cultura de nuestro tiempo.
Babelia
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