'Triunfo'
FRANCISCO TOM?S Y VALIENTELa publicaci¨®n de un libro colectivo sirve al autor para recordar una revista cuyos lectores" "completaban" el sentido de cada art¨ªculo
Fue revista cinematogr¨¢fica primero, de informaci¨®n general despu¨¦s, y es ahora objeto de un interesant¨ªsimo libro colectivo: Triunfo en su ¨¦poca. Triunfo es historia. Ha pasado de !u condici¨®n viva de instrumento cr¨ªtico de la actualidad a documento de un tiempo y de muchas aventuras, de revista hecha en dos planos, el de lo escrito y el de lo insinuado, a recuerdo explicado y fuente de ambiguas nostalgias.El Triunfo m¨¢s conocido fue el de 1962 -o quiz¨¢, mejor a¨²n, 1970- hasta 1982. Antes hubo el Triunfo previo, hoy casi olvidado, como revista de cine y espect¨¢culos nacida en la Valencia de 1946, sin el cual no habr¨ªa surgido el Triunfo politizado y combativo del tardofranquismo. Su ¨²ltima etapa fue, sin duda, la principal. Quienes escribieron aquella revista cr¨ªtica y apenas cr¨ªptica en su voluntad democr¨¢tica supieron encontrar el lenguaje adecuado. Fue mucho m¨¢s que una revista sin dejar de serlo nunca.
Desapareci¨® en 1982, cuando la democracia por la que hab¨ªa luchado estaba ya instalada y, en un juego que combinaba ingratitudes y paradojas, la hac¨ªa innecesaria y para algunos molesta. En 1992, y bajo los auspicios de la Casa de Vel¨¢zquez, se celebraron unas jornadas cuyas actas, enriquecidas con algunos documentos y una cr¨®nica autobiogr¨¢fica, constituyen el libro, reci¨¦n aparecido, que aqu¨ª comento. Este precioso volumen ha de servir para muchos como pretexto de evocaciones y para los j¨®venes que no conocieron en directo y en caliente ni Triunfo ni su ¨¦poca, como ocasi¨®n inmejorable para acercarse a un tiempo, el del tardofranquismo, perversamente silenciado y que corre el riesgo de ser olvidado para tranquilidad de algunos y desorientaci¨®n de muchos.
Triunfo la hac¨ªan muchos hombres. No quiero citar ni un solo nombre, porque quienes la le¨ªamos cada semana los conocemos, seud¨®nimos incluidos, y quienes abrieron despu¨¦s sus ojos a la lectura har¨¢n bien en descubrirlos leyendo este espl¨¦ndido libro. Pido, sin embargo, permiso a quienes la escrib¨ªan para decir que Triunfo la hac¨ªamos tambi¨¦n los lectores. No me refiero al hecho evidente de que una publicaci¨®n s¨®lo se sostiene veinte a?os si conquista un p¨²blico adicto. No es eso, tan obvio. Hablo de lectores, no de compradores, ni siquiera de suscriptores. El lector completaba cada art¨ªculo o cada pie de p¨¢gina o cada broma de Celtiberia Show. Pon¨ªa en la letra escrita el sentido que el escritor no explicitaba. Lectura c¨®mplice, entonces.
Lectura gozosa, ahora, la de la Cr¨®nica que ?ngel Ezcurra, el padre de la criatura, publica en la obra que comento. La historia de Espa?a entre 1946 y 1982 est¨¢ ah¨ª, con la revista como eje. El posible lenguaje solemne est¨¢ sustituido por otro desenfadado, propio de aquel Triunfo inicial que alguien. calific¨® de revista despeinada. Se puede escribir historia -y la cr¨®nica fue el primer g¨¦nero historiogr¨¢fico- con an¨¦cdotas si quien las elige tiene talento. En estas p¨¢ginas hay algunas -"Mi nombre es Adolfo, Adolfo Su¨¢rez"; el r¨¢pido coloquio entre Ram¨®n Chao, Felipe Gonz¨¢lez y Miterrand; la tema de posibles nombres de la revista, para que el todopoderoso Juan Aparicio escogiese como director general de Prensa el que a ¨¦l m¨¢s le gustase; las "advertencias" del joven ministro Fraga; la visita a la redacci¨®n de S¨¢nchez Covisa y muchas otras tan expresivas de aquella sociedad como dif¨ªciles de creer y entender para un espa?ol que tenga hoy 30 a?os.
Del torrente de sugerencias que fluye de la Cr¨®nica de Jos¨¦ ?ngel Ezcurra quisiera destacar dos para reflexionar sobre ellas. Triunfo fue una revista que hacia finales de 1962 "comenzaba a inventarse a s¨ª misma". Triunfo desapareci¨® en 1982 como consecuencia de su independencia empresarial.
No es casual que Triunfo comenzara en 1946 siendo una revista de cine. Entonces, y durante la d¨¦cada de los cincuenta, el cine era acaso el ¨²nico hecho cultural en tomo al cual pod¨ªa crearse una empresa period¨ªstica desligada de instrucciones, controles y subvenciones oficiales. Poco a poco, sin un proyecto inicial definido, Ezcurra fue haciendo una revista que examinaba el mundo del cine con ojos cr¨ªticos y lo utilizaba como ventana para mirar al exterior de un pa¨ªs que proclamaba con orgullosa ceguera su autarqu¨ªa econ¨®mica, cultural y, por supuesto, pol¨ªtica. De aquel Triunfo primerizo recuerdo y comparto su predilecci¨®n por Gene Tierney, "nuestra condesa particular", y rememoro la cr¨®nica con fotograf¨ªa incluida del premio de Cannes en 1961 par¨ªa Bu?uel por Viridiana, noticia silenciada por el resto de la prensa.
En 1962 comienza, bajo el mismo nombre, una revista de informaci¨®n general. La Cr¨®nica de Ezcurra conjura alguna trampa de la memoria. Muchos habr¨ªamos admitido como cierta la visi¨®n de un Triunfo astutamente programado, al menos desde esa fecha, como revista "politizada" con estrategia y visi¨®n de larga duraci¨®n. No fue as¨ª, y, bien pensado, no pod¨ªa ser as¨ª. En la Espa?a de 1962, ni hab¨ªa el m¨ªnimo de libertad de expresi¨®n como para proyectar empe?os de ese tipo, ni el m¨ªnimo de seguridad para, financiarlo con alguna garant¨ªa de ¨¦xito empresarial. Se viv¨ªa en la coyuntura, en un d¨ªa a d¨ªa hecho de represiones imprevistas y, a veces, de m¨¢rgenes inesperados de tolerancia o de impunidad.
Es entonces cuando la revista se va inventando a s¨ª misma, es decir, cuando Ezcurra, ante he chos como la crisis de Cuba o la elecci¨®n de Juan XXIII y la convocatoria del Concilio, aprovecha la necesidad de informar sobre ellos para hacerlo a trav¨¦s de la pluma de dos nuevas y fundamentales adquisiciones, Haro Tecglen y Miret Magdalena, respectivamente. Nace n¨²mero tras n¨²mero una nueva estrategia: la de hablar de lo exterior a Espa?a o de lo que nos concierne, pero viniendo desde fuera, para referirse a la Espa?a interior, nunca criticada de modo frontal. Nace el lenguaje diagonal y c¨®mplice.
Hasta 1970, Triunfo crece y consolida un estilo. Pero est¨¢ vinculada al grupo empresarial de Movierecord, que si en 1962 hab¨ªa salvado la revista de una crisis econ¨®mica, supon¨ªa a?os despu¨¦s un l¨ªmite y una hipoteca. Surge entonces el Triunfo m¨¢s independiente, original y atrevido. Desde la cultura a la pol¨ªtica, sin nombrarla. Los extra de Triunfo sobre la pena de muerte, el matrimonio, izquierdas y derechas o los espa?oles constitu¨ªan el ejercicio reiterado de un equilibrio inestable entre procesos penales y expedientes administrativos, por una parte, y un creciente apoyo social, por otra. Cuatro meses de suspensi¨®n. Solidaridad de los lectores y de alg¨²n financiero desinteresado. Triunfo era el nombre de una batalla pol¨ªtica por la libertad y, desde ¨¦sta, por una sociedad democr¨¢tica. Pero casi sin decirlo.
?Por qu¨¦ muere Triunfo en 1982? En primer lugar, por su propia endeblez empresarial. En segundo, por el quebranto acumulado de sanciones, multas y suspensiones. En tercero y principal, por causa de la libertad conseguida. Hab¨ªa llegado a ser si no la ¨²nica (porque no ser¨ªa justo olvidar a Cuadernos para el di¨¢logo y alguna m¨¢s) revista cultural y progresista del pa¨ªs, s¨ª la m¨¢s significativa. Con la libertad garantizada nacen otras, las firmas habituales de Triunfo se dispersan, el consenso se convierte en pluralismo, los lectores se reparten y Triunfo no soporta la fragmentaci¨®n y la crisis econ¨®mica.
Ante la Cr¨®nica sobria y l¨²cida de Jos¨¦ ?ngel Ezcurra no caben ni la nostalgia ni la resurrecci¨®n. Es triste que Triunfo desapareciera, porque su historia revela la debilidad de la empresa privada period¨ªstica en un mundo como el de las comunicaciones que tiende a crecientes acumulaciones de capital concentradas en cada vez menos manos. Las libertades del art¨ªculo 20 de la Constituci¨®n son fundamentales. La libertad de empresa del art¨ªculo 38 es consustancial al sistema econ¨®mico. La relaci¨®n entre ambos art¨ªculos, entre ambas libertades, es conflictiva y tormentosa. Triunfo fue una v¨ªctima del sistema y no es posible resucitarla.
Los 1.000 n¨²meros del Triunfo semanal reunidos en las hemerotecas o en alguna privilegiada colecci¨®n privada constituyen el mudo recuerdo, avivado hoy por este libro, de una aventura apasionante y cuentan uno a uno la historia de un pa¨ªs en el que, por ejemplo, era normal que un ministro escribiese una extensa y antol¨®gica carta al presidente del Tribunal Supremo condenando y describiendo "toda la carga de agresividad ideol¨®gica" de uno de los n¨²meros de Triunfo, s¨®lo 10 d¨ªas antes de que el Tribunal pronunciara su sentencia, obviamente confirmatoria, de las sanciones gubernativas impuestas contra la revista. Hace de esto poco m¨¢s de veinte a?os. Una eternidad.
Triunfo, cisne que muere cuando triunfa, muri¨® sin degenerar. Digno final para lo que fue el "¨¦xito feliz de un empe?o dificultoso" y ahora es un pedazo de memoria olvidada.
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