Los m¨¢s apasionados lloraron de madrugada
Numerosos travestidos y cal¨®s aplazaron hasta el alba su visita al velatorio
Cae la noche y de los utilitarios que inundan las aceras prohibidas del Museo Arqueol¨®gico descienden incontables familias numerosas. Unos visten de gala, a otros parece como si la tragedia les hubiera visitado s¨²bita en la sala de estar. Una pareja de hombres j¨®venes se acaricia en un banco del Paseo del Prado, turn¨¢ndose el llanto y el consuelo.En la plaza, entre los cientos de luces verdes de los taxis, bajo las pir¨¢mides sin punta, solitarios y elegantes hombres de negocios con pinta de frecuentar los discretos bares de ambiente que esconden las calles cercanas hilan cometa entre ellos junto a trabajadores a los que delata el yeso en los zapatos, grandes grupos de gitanos y funcionarias agrupadas por los ministerios y el dolor.
Han pasado unas 20 horas desde el ¨®bito y dentro del Centro Cultural de la Villa empieza ya a disolverse el tumulto de rostros famosos, focos cegadores, claveles sueltos y coronas, Rosario entrando apresurada bajo los aplausos, pol¨ªticos en campa?a funeraria, periodistas a la caza de la l¨¢grima y calorros dolientes que no se explican nada: "Qu¨¦ duquela tan grande, primo, qu¨¦ duquelita grande".
Todo ese jaleo ha abarrotado la parte derecha del vest¨ªbulo del teatro del agua -as¨ª lo llaman los flamencos, por la cascada durante toda la noche, pero a la 1.30 Paco de Luc¨ªa se despide de Juan Carmona hijo, Josemi Ketama lamenta mucho abandonar la compa?¨ªa de una joven plumilla pero estas cosas le ponen "el est¨®mago boca abajo".
La cola gigantesca sigue ah¨ª fuera, haciendo volantes; el infalible vulgo madrile?o pasa a un ritmo acelerado.
L¨¢grimas sinceras
Luego, se espacia m¨¢s y m¨¢s la entrada de gente. Despu¨¦s de las tres, a la hora en que se riegan las aceras y cierran las barras americanas, surgen las primeras se?ales claras: tacones finos, faldas de lentejuelas, silicona en grandes dosis, labios de ciruj¨ªa, y l¨¢grimas sinceras. Los mariquitas de Lola, su club de fans m¨¢s entregado, han esperado a ¨²ltima hora. El rito lo merece.
Mientras una prima de Lola implora junto al f¨¦retro -"abre los ojos, abre los ojos", un travestido cuarent¨®n, 1.90 de altura, pelliza sint¨¦tica blanca, hace su entrada esplendorosa, encara el gran caj¨®n de flores que casi tapa el f¨¦retro, se santigua, y agacha la cabeza rubia platino. Las c¨¢maras se acercan mucho. "C¨®mo se ceba la prensa", susurra una se?ora.
Pero ¨¦l no la oye, se mete la mano en el pecho. Del pecho emerge una cruz. Alguien del duelo la coge y, despacio, la mete en el ata¨²d. Nadie mueve una pesta?a. Nadie se extra?a. Ni Paquita Rico, ni la t¨ªa de Lola, la t¨ªa Dolores, nonagenaria o m¨¢s. Una pareja de transformistas, Lolita y Marta, depositan luego su beso operado y su ramo de flores. Lolita, canaria de origen cubano, luce look sarit¨ªsima y barba cerrada bajo el maquillaje. La otra se parece tanto a Marta S¨¢nchez que una se?ora con botella de pl¨¢stico de bebida isot¨®nica vac¨ªa en una mano e hijo en la otra le pregunta si no es ella.
Lolita explica su presencia: "Somos grandes fans, las dos. Desde peque?itas. Lola es extraordinaria, y digo es porque es, y siempre ser¨¢. ?Que c¨®mo la definir¨ªa? Inteligente, sensible, moderna".
A esa hora, la trastienda familiar donde antes hab¨ªa chillidos y lamentos parece m¨¢s tranquila, Rosario asoma y se abraza a dos amigas y el ritmo acelerado se aminora para transformarse en un goteo continuo de noct¨¢mbulos: locutores estrella (Garc¨ªa), actores de revista (Carabias, Lusson -"le ha echao un par de cojones", dice ¨¦ste-), cupletistas (Sara Montiel y Olga Ramos), otros artistas (Manzanita, Pedro Ruiz ... ). A las cuatro, quedan las coronas (en total hay unas 200) con el sello del parn¨¦ impreso en su bastidor. Lucen leyendas como ¨¦stas: B¨¢rbara Rey: "Has sido un ser extraordinario". No Me Pises Que Llevo Chanclas: "Siempre a la verita tuya". Pedro, Bibi y Rossy: "Te querremos siempre". Raffaella Carr¨¢: "Ciao, Lola". El Titi (travestido sevillano): "Lleno de dolor".
Esas coronas ense?an la multiplicaci¨®n de afectos que agrup¨® Lola: de todos los precios y tama?os y tendencias. El Casino Palace de Las Palmas no pone leyenda. Nada dice del largo y buen perder de la burlanga difunta. No se ve ninguna de ning¨²n bingo.
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