Refrescante Barcelona
En la tarde del mi¨¦rcoles, d¨ªa de San Pascual Bail¨®n, al alcalde de Barcelona le regalaron una caja de l¨¢pices de colores y una corbata de Herm¨¦s. Ocurri¨® en el jard¨ªn del Centro C¨ªvico Can Deu mientras un grupo de j¨®venes interpretaba, y muy bien, el Come together de los Beatles. La caja de l¨¢pices hac¨ªa alusi¨®n a la frase de Pasqual Maragall: "Hace doce a?os tuve un sue?o en colores. So?¨¦ con una Barcelona...". La corbata deb¨ªa sustituir a la horrorosa que el alcalde hab¨ªa empleado en un reciente debate televisado con sus rivales, entre ellos Miquel Roca.Esa tarde, Maragall se intern¨® en profundidad en territorio rival. Se zamp¨® dos m¨ªtines en dos placitas sombreadas por altos pl¨¢tanos: la de la Concordia, en Les Corts, y la de San Vicente, en Sarri¨¢. Los dos barrios son feudos de CiU. Maragall, que iba de s¨ª mismo, es decir del alcalde que ha devuelto a Barcelona la felicidad de ser Barcelona, no usaba teloneros. Llegaba al lugar, hablaba largo y tendido y, luego, mientras se escuchaba Barcelona tiene poder, la rumbita ol¨ªmpica de Peret, saludaba, firmaba aut¨®grafos y escuchaba reivindicaciones. Los escenarios eran azul celeste con el lema Barcelona m'entusiasma rubricado por la firma del alcalde. Abajo pod¨ªan verse. muy discretamente, las siglas PSC y el pu?o y la rosa.
Sus intervenciones fueron semejantes en Les Corts y Sarri¨¢. Maragall recordaba las conquistas del barrio durante sus doce a?os de gesti¨®n y hac¨ªa el cat¨¢logo de los problemas pendientes y los proyectos en marcha. Citando de memoria nombres y emplazamientos de calles y edificios, demostraba un conocimiento muy preciso de la zona. Luego, situaba al barrio en su proyecto de ciudad y soltaba el mensaje esencial: "Barcelona est¨¢ lanzada. Vamos por buena carretera y en un buen coche. ?Para qu¨¦ cambiar?. Lo que tenemos que hacer es pasar de cuarta a quinta velocidad". Cuando dijo esto en la plaza de la Concordia, sonaron las campanas de la iglesia de Santa Mar¨ªa del Remedio. A sus colaboradores les pareci¨® un buen augurio.
Comparada con la de la mayor¨ªa de los candidatos socialistas en otros lugares de Espa?a, la campa?a de Maragall destacaba por su tono personal y la modernidad de sus formas y contenidos. Invitaba el alcalde a seguir so?ando con una Barcelona emprendedora, solidaria y tolerante; una Barcelona de arquitectura y dise?o, de bibliotecas y jueces de barrio, de centros deportivos y modernas comunicaciones, de urbanismo y urbanidad. Y dibujaba un horizonte simb¨®lico para reemplazar al ya conquistado de los Juegos Ol¨ªmpicos: Barcelona como la llave de la Europa meridional y el Mediterr¨¢neo occidental.
Al cronista, vecino en la actualidad del crispado y desnortado Madrid, le provoca mucha envidia Barcelona. Tan segura de s¨ª misma se siente esta ciudad que puede permitirse el lujo de escoger entre Maragall o Roca. Frente al "Aix¨® ¨¦s un alcalde" de Maragall, Roca, activamente apoyado por Jordi Pujol, que aqu¨ª dice que el ciclo socialista est¨¢ agotado, alza su "Ara ¨¦s el moment de canviar". Uno y otro se enfrentan con un pu?ado de ideas y mucha cortes Quien gane lo har¨¢ por poca distancia. Llegar¨¢ la hora de los pactos. Maragall no tendr¨¢ problemas para repetir el que tiene con Iniciativa per Catalunya. ?Se aliar¨¢ Roca con el PP? En la batalla de Barcelona no juega tan s¨®lo la alcald¨ªa de una ciudad grande y guapa, sino tambi¨¦n el porvenir de Espa?a.
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