Novilleros aburridos
Torrestrella / Canales, Tom¨¢s, MontoroNovillos de Torrestrella (el 6?, sobrero), bien presentados, mansos y flojos.
Canales Rivera: ovaci¨®n y vuelta.
Jos¨¦ Tom¨¢s: silencio y vuelta.
Juan Montoro: ovaci¨®n en ambos.
Plaza de la Maestranza, 21 de mayo. Novillada de abono. Media entrada
Los novillos de Torrestrella no eran bobos; por el contrario, desarrollaron casta, todos mansearon y se dejaron torear. Fueron manejables para unos novilleros placeados y expertos que llegan a Sevilla con la vitola de triunfadores y el objetivo de salir de la Maestranza lanzados hacia el estrellato.
Pues c¨®mo ser¨¢n las cosas que los novillos se van con sus orejas a la carnicer¨ªa, y los toreros salen por la puerta falsa con m¨¢s pena que gloria. Unos, porque la experiencia les convierte en toreros mon¨®tonos, aburridos y vulgares que no lucen ante los novillos; otros, por el contrario, por la biso?ez torera que les obliga a tragar un c¨¢liz demasiado amargo.
Canales Rivera tuvo una actuaci¨®n muy desigual. No es un exquisito, le preocupa excesivamente su figura y queda a merced de los toros con frecuencia. Se muestra, sin embargo, muy decidido y, aunque no cuaj¨® a ninguno de sus oponentes, consigui¨® algunas tandas meritorias carentes de la necesaria emoci¨®n.
Jos¨¦ Tom¨¢s torea muy bien, es fr¨ªo y est¨¢tico, y emociona poco. Ejecuta un toreo pulcro y largo, que debe ser precioso cuando lo ensaya de sal¨®n, pero ante los novillos parece una estatua sin alma. Tiene valor, aguanta estoico las embestidas, pero tarda un mundo en conectar con el p¨²blico. Sin duda alguna, a este torero le falta un toro como el comer para comprobar si tiene sangre en las venas o es horchata lo que le alimenta. Dej¨®, no obstante, buen gusto en la Maestranza, donde pec¨® de excesiva frialdad.
Y el m¨¢s inexperto se llev¨® el lote m¨¢s dif¨ªcil. A Juan Montoro no lo han llamado por el camino del arte, pero bastante hizo con aguantar los malos modos de sus dos novillos. Se mostr¨® muy decidido, pero pas¨® un mal trago, un rato para el olvido, y se llev¨® una tremenda voltereta al matar a su segundo.
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