Ebriedades y olores
El poeta Claudio Rodr¨ªguez se pregunta en el pr¨®logo de su libro por el grado de cercan¨ªa entre el autor y su obra. Una inc¨®gnita parecida inquieta a quienes han seguido en caravana itinerante o en versi¨®n televisiva la campa?a de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Unos y otros, descendidos del olimpo po¨¦tico, querr¨ªan saber cu¨¢l es la distancia que guarda el l¨ªder nacional del PP respecto del papel que ha representado durante los d¨ªas de agitaci¨®n electoral. Porque nadie sabe a estas alturas en qu¨¦ medida el ¨¢mino de Aznar ha quedado ileso, aunque sus manos llagadas ofrezcan la imagen pl¨¢stica de los da?os causados por los entusiastas que le han estrujado por todas las ciudades de Espa?a.Claudio Rodr¨ªguez, en el pr¨®logo citado, reconoce que comenz¨® a escribir su libro Don de la ebriedad cuando ten¨ªa 17 a?os y se apunta a la poes¨ªa como "don" y como "ebriedad"; es decir, "como una entrega y como un entusiasmo". ?Puede definirse mejor la transmutaci¨®n de los pol¨ªticos cuando entran en celo al iniciarse la campa?a? Lo cierto es que se han, estudiado los efectos de los rayos gamma sobre las margaritas y se debaten las influencias de los sondeos sobre el comportamiento de los electores a la hora de la verdad ante las urnas, pero apenas se ha analizado la acci¨®n corrosiva de las campa?as sobre los l¨ªderes. A la b¨²squeda del voto, el presidente del PP ha tenido que abandonar la sede central del partido y garse a jornadas inquietas y andariegas pero ajustadas a programas estrictos que le, han mantenido aislado en medio del gent¨ªo. Todas las circunstancias, incluidas las de seguridad, han conspirado para apartarle de cualquier di¨¢logo enriquecedor. Aznar sali¨® de su despacho para pisar las calles, pero ha terminado encaramado a los escenarios formando parte de un espect¨¢culo de luz y sonido. Se ha podido comprobar que quien controla la megafon¨ªa y la luminotecnia controla las reacciones masivas. Tambi¨¦n se ha podido averiguar el car¨¢cter reversible de los pareados. La misma m¨¦trica que movilizaba a los j¨®venes de los sesenta, la misma entonaci¨®n que los estudiantes de la protesta daban al "no nos mover¨¢n", sirve ahora con id¨¦ntico ritmo para augurar el triunfo aznarista.
Aznar ha vivido estos d¨ªas casi en volandas, en "loor de multitud" que enseguida tiende a transformarse en "loor de santidad". S¨®lo la tradicional desatenci¨®n a las nuevas tecnolog¨ªas ha impedido que esos est¨ªmulos olfativos hayan tenido el impacto sensorial adecuado una vez que, seg¨²n la Fundaci¨®n Cotec, los olores pueden digitalizarse, almacenarse en ordenadores y ser enviados alrededor del mundo en un disquete. Pero conviene prepararse para olfatear la pr¨®xima campa?a. Los observadores coinciden en que la euforia de los auditorios se metamorfosea en invencible convicci¨®n taumat¨²rgica del oficiante. Entonces su mirada se alza por encima de los obst¨¢culos y los problemas desaparecen.
El l¨ªder ha vivido en la ingravidez de los astronautas, se ha deslizado sin sentir la presi¨®n acuciante de las necesidades materiales, ha perdido cualquier resto de afanes acumuladores y se ha aproximado al modelo equino de El¨ªas Canetti, "caballos que no necesitan pienso, se alimentan del ruido de su galope". Si Aznar, bajo estos efectos narc¨®ticos, llegara a pensar que todos los suyos, por el hecho de exhibir unas siglas, son imnunes a la erosi¨®n de la intemperie social, terminar¨ªamos escuchando eso de "nosotros no est¨¢bamos preparados para que arraigara la ciza?a en nuestras filas".
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