Mayor¨ªa absoluta para Luis de Pauloba
Murteira / Frascuelo, Bote, PaulobaCuatro toros de Murteira Grave (dos rechazados en reconocimiento), bien presentados, mansos, excepto 3?, bravo y noble. Dos de La Cardenilla, con trap¨ªo: 1? encastado y bravo, 6? manso.
Frascuelo: pinchazo -aviso- y estocada contraria (aplausos y saludos); bajonazo descarado (protestas). Jos¨¦ Luis Bote: bajonazo (palmas); estocada trasera (ovaci¨®n y salida al tercio). Luis de Pauloba: dos pinchazos y bajonazo descarado (vuelta); tres pinchazos -aviso-, pinchazo, estocada ca¨ªda, un descabello y se tumba el toro (aplausos).
Plaza de Las Ventas, 28 de mayo. 16? corrida de feria. Lleno.
JOAQU?N VIDAL
"?Mayor¨ªa absoluta!", grit¨® un espectador del tendido sol y sombra, cuando hac¨ªa poco que hab¨ªa terminado el faen¨®n de Luis de Pauloba y la plaza se hab¨ªa hecho un clamor. ?Mayor¨ªa absoluta para el torero y su toreo? ?O era la mayor¨ªa absoluta que anticipaban las emisoras de radio en sus sondeos, reci¨¦n terminada la jornada electoral?
Las opiniones estaban divididas: unos, que el torero y su toreo; otros, que la formaci¨®n m¨¢s votada. Por el tono con que grit¨® "mayor¨ªa absoluta", el aficionado de sol y sombra, deb¨ªa de ser un hombre feliz.
La plaza, abarrotada hasta la bandera, presentaba un aspecto extra?o. Cualquier observador desinformado, habr¨ªa supuesto que se trataba de una corrida para sordos: de cada tres espectadores, uno llevaba sonotone en la oreja. Mas no era sonotone, evidentemente, sino el auricular del transistor.
A las ocho menos cinco de la tarde inici¨® su faena Luis de Pauloba con unos extraordinarios ayudados por bajo. A las ocho menos tres ligaba redondos de honda concepci¨®n y largo recorrido, y la plaza coreaba al un¨ªsono los ol¨¦s profundos que s¨®lo puede inspirar el toreo grande. A las ocho menos uno interpretaba el toreo al natural, con ajuste y armon¨ªa. A las ocho, l?aki Gabilondo adelantaba en la SER los primeros resultados del sondeo: nueva mayor¨ªa absoluta en varias comunidades aut¨®nomas e importantes ayuntamientos.
En ese punto y hora, ocho de la tarde, Luis de Pauloba se emborrachaba de torear, ce?¨ªa eltrincherazo, recreaba el arco bell¨ªsimo del pase de la firma, aliviaba la pastue?a embestida del toro ech¨¢ndoselo por delante en el pase de pecho. Y vibraba Las Ventas. Vibraba Las Ventas con aquel toreo excelso; la gloria se cern¨ªa sobre su art¨ªfice. A las ocho y un minuto Luis de Pauloba se perfilaba para matar.
"?Mayor¨ªa absoluta!", emergi¨® aguda la voz jubilosa. ?Por el torero puro explayado en divina forma o por el resultado electoral? Seguramente por lo primero. La plaza se hab¨ªa escapado del devenir del mundo y de los compases del tiempo. Es lo que sucede, inexorablemente, si el toreo se produce en plenitud: este valle de l¨¢grimas no existe, el reloj tampoco.
Sobrevino, sin embargo, la cruda realidad: el gran torero se convert¨ªa, de s¨²bito, en un pinchauvas. Mat¨® mal, perdi¨® la oreja, y hasta los papeles perdi¨® recurriendo al horrendo bajonazo. El bravo toro no merec¨ªa muerte tan vil. De donde el cruel matarife tampoco debi¨® merecer la vuelta al ruedo.
Muchas consecuencias se pod¨ªan sacar de aquella faena, la mejor entre cuantas se hayan visto en la feria. Por ejemplo, que el toreo bien hecho pone a todos de acuerdo, tendido 7 incluido. Por ejemplo, que las grandes faenas no requieren pegar cientos de pases ni extenderse a la eternidad: cinco minutos dur¨® ¨¦sta y bastaron para poner la plaza abajo, como todas las de similar corte. Por ejemplo, que adem¨¢s de torear, hay que matar haciendo la cruz y cobrando la estocada en el hoyo de las agujas. Aunque latropel¨ªa del bajonazo se haya convertido en costumbre, la suerte suprema sigue siendo fundamental en el arte de lidiar reses bravas.La conmoci¨®n paulobista dej¨® los paladares golosos y el p¨²blico se puso exigente. Frascuelo fue v¨ªctima inmediata de la nueva situaci¨®n. Sus precauciones con un toraco amoruchado incapaz de humillar, h¨¢bil al derrotar, provocaron el general enfado. Ciertamente Frascuelo no ten¨ªa su tarde. El primer toro desarroll¨® casta brava y no pudo con ¨¦l. Desbordado en el transcurso de la larga y empe?osa faena, ¨²nicamente al final se recreci¨® con genio el veterano diestro y lig¨® una emotiva tanda de naturales.
Jos¨¦ Luis Bote, a quien se recibi¨® con una ovaci¨®n pues reaparec¨ªa tras el grav¨ªsimo percance que sufri¨® hace tres a?os en este ruedo, hubo de lidiar dos mansos tirando a mulos y se faj¨® con ellos bravamente, sac¨¢ndoles el escaso partido que ten¨ªan. Aqu¨ª hay torero. Lo hubo y lo seguir¨¢ habiendo. Lo que necesita son contratos.
Contratos ped¨ªan igualmente para Luis de Pauloba algunos aficionados de poderoso vozarr¨®n cuando a fuerza de consentir y obligar al ¨²ltimo manso lo embarc¨® en torer¨ªsimos derechazos, m¨¢s un apunte de natural. Y ya estaba de nuevo entusiasmando al p¨²blico, pero volvi¨® a matar de astrosa manera, con lo cual perdi¨® la mayor¨ªa absoluta, y hasta casi la relativa. Que no culpe a nadie. Tuvo abierta la puerta grande y la cerr¨® ¨¦l mismo de un desabrido manotazo.
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