La fiesta acab¨® en duelo
El Celta sorprende al Sevilla con goles decisivos
El Sevilla prepar¨® una fiesta. El podio de la Liga y el eterno rival estaban a tiro de piedra. Por a?adidura, la UEFA empezar¨ªa a cobrar verdadero valor con una victoria frente al Celta. La fiesta acab¨® en duelo. Su rival de ayer se llev¨® los puntos y buena parte de las esperanzas sevillistas de entrar con cierta holgura por el estrecho pasillo. El partido acab¨® entre llantos, porque a falta de dos minutos el Sevilla igual¨® el espeso 1-2 que hab¨ªa amarrado el Celta. Gudelj, inmenso en la segunda parte, respondi¨® con el tercer gol de su equipo. Un mazazo.El arranque del Sevilla respondi¨® al gui¨®n preestablecido. Trat¨® con entusiasmo de engullir al Celta. Fue un sometimiento encargado por los acontecimientos de la v¨ªspera. El eterno rival hab¨ªa claudicado en Riazor. La oportunidad de superar al Betis en la tabla y agarrarse con valor a la UEFA propulsaron el ataque andaluz a un ritmo de v¨¦rtigo. Era un ensayo virtual, m¨¢s efectista que otra cosa. Se trataba de embotellar al enemigo por la tremenda. A los 10 minutos se acab¨® la puesta en escena. Suker logr¨® un gol car¨ªsimo. Hasta entonces su equipo busc¨® la encerrona sin adorno, s¨®lo a base de pulmones. Pero el croata arregl¨® el asunto con un tanto de escaparate. Acompa?¨® a Monchu, con la mirada, de costado, recibi¨® cerca de la media luna contraria y, casi sin mirar a Cano, solt¨® un zurdazo inalcanzable.
Moya, Soler y Suker llevaban el gobierno absoluto del partido. El croata, m¨¢s metido que nunca en un choque casero, encontr¨® fortuna a la hora de usar el quiebro. En una jugada maestra dej¨® a Berges congelado. Su mano a mano con Cano cay¨® del lado del portero, atiborrado de trabajo durante la primera media hora. Moya demostr¨® a la grada su gran momento exhibi¨¦ndose en varias escapadas con el bal¨®n cosido a la bota. Atr¨¢s nunca pasaba nada, pero si algo ocurr¨ªa all¨ª estaba Juanito, con pinta de jefe.
Pero sin comerlo ni beberlo lleg¨® el gol del Celta. A bal¨®n parado, porque en los gallegos no hubo hilv¨¢n hasta entonces. Merino encontr¨® un bote en el ¨¢rea peque?a y meti¨® la punta del pie. La jugada vino precedida de un balonazo al larguero que desconcert¨® a Unzu¨¦. Definitivaninte, el Sevilla se vino abajo. El ¨²ltimo cuarto de hora de la primera parte se convirti¨® en un gui?apo entregado al enemigo. El Celta sell¨® su mayor envergadura con un gol ol¨ªmpico, obra de Gudelj, que dej¨® grogui a los andaluces al borde del descanso. Unzu¨¦, para su desgracia, se comi¨® el efecto y entr¨® con el bal¨®n en su porter¨ªa. El Celta, muy mejorado con la nerviosera sevillista, se march¨® a los vestuarios con dos goles casi fantasmas, ambos protestados m¨¢s por la extra?eza de sus facturas que por probables infracciones a la norma.
El Sevilla empez¨® a cogerle miedo al partido. Ya no hab¨ªa soltura ni orden. El Celta sali¨® m¨¢s entero despu¨¦s del descanso. Su misi¨®n fue dormir el juego a base de toques y escupir el bal¨®n en momentos de atolladero. Gudelj tuvo el partido en la mano. Se fue solo y sereno, solo, en busca de Unzu¨¦, que adivin¨® el destino de la pelota. El bosnio disfrut¨® de una jugada tan clara como un penalti.
Aragon¨¦s tir¨® de Moacir para poner orden en un equipo desbocado. Fue un apoyo insuficiente, exento de valor estrat¨¦gico. Como casi todo lo que intent¨® el Sevilla en la segunda parte. Los tres ¨²ltimos minutos, con dos nuevos goles, fueron card¨ªacos.
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