Un candidato del futuro
Alberto Ruiz Gallard¨®n, de 36 a?os, es la otra cara en la moneda del PP. All¨¢ donde Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar pone contundencia, ¨¦l aporta constancia; donde Aznar descalifica, ¨¦l rebate; donde se a?ade crispaci¨®n, ¨¦l desliza iron¨ªa. Donde los dem¨¢s dicen "corrupci¨®n", ¨¦l acusa de mala gesti¨®n y de errores. Y, sin embargo, no resulta menos certero.El ganador de las elecciones auton¨®micas de ayer es consciente de que miles de sus votos son prestados. Lo dijo ya en septiembre de 1994: "Nuestros votantes no ser¨¢n ideol¨®gicamente comprometidos". Y lo repiti¨® la pasada semana. Sorprende tanta sinceridad en un partido que s¨®lo se mira al espejo si tiene puesto el traje de los domingos.
Alberto Ruiz Gallard¨®n lleva a?os pensando en sus primeras decisiones. En primer lugar, una suerte de mala conciencia ed¨ªpica -por haber destronado al padre de la autonom¨ªa madrile?a- le llevar¨¢ a proponer que Joaqu¨ªn Leguina siga prestando servicios a la Comunidad de Madrid desde alg¨²n cargo honor¨ªfico y de asesoramiento. Y, adem¨¢s, que acepte dar su nombre el Centro de las Artes y la Cultura que ya se llama popularmente Leguid¨² aunque todav¨ªa no haya nacido. Resulta dif¨ªcil creer que Leguina acepte cualquiera de los dos caramelos. Pero el mero hecho de pensar en regal¨¢rselos ya denota un car¨¢cter singular
para un candidato del PP, partido que parece haber basado su estrategia de estos a?os en una batalla sin prisioneros.
Tanto ha reflexionado Ruiz Gallard¨®n sobre su futuro gobierno, que incluso ha descendido a detalles como prever d¨®nde se puede establecer el n¨²cleo de la prostituci¨®n madrile?a, y le ha buscado un lugar en el que sea tolerada y donde no moleste a nadie. Ruiz Gallard¨®n parte de que el viejo oficio nunca desaparecer¨¢, y por eso ha imaginado alguna vez -cuentan quienes se lo han o¨ªdo- que su ejercicio, convenientemente regulado, ten¨ªa como sede los viejos pabellones de la Casa de Campo; eso s¨ª, tras indemnizar a los negocios que all¨ª perviven y se sientan perjudicados por tama?o traj¨ªn.
A partir de hoy, estos sue?os se topar¨¢n con la realidad antes de ponerse en cola ante la Asamblea de Madrid. Pero tal vez su ¨²nica oposici¨®n efectiva resida en el n¨²mero 13 de la calle de G¨¦nova, la sede de su partido. La tarea de gobierno de Ruiz Gallard¨®n ofrecer¨¢ el inter¨¦s adicional de comprobar si el PP permite trabajar a su aire a alguien que a veces va por libre y puede constituirse en alternativa interior.
Estos cuatro a?os de gobierno de la derecha -"soy de derechas, como UCD"- despejar¨¢n otra inc¨®gnita: si Ruiz Gallard¨®n tiene o no un lado oscuro. Su car¨¢cter amable y simp¨¢tico ha impedido que afloren en ¨¦l los tics autoritarios que a veces desenmascaran a otros miembros de su partido.
En su arsenal de medidas aguardan ya impacientes la privatizaci¨®n de Telemadrid (?ser¨¢ una televisi¨®n comercial m¨¢s9), la autorizaci¨®n de nuevos barrios en la capital (tantas viviendas como tiene Alicante), la Consejer¨ªa de Medio Ambiente, la agencia anti droga y 40 nuevos kil¨®metros del metro. ?sta es su gran oportunidad. Porque con el nuevo presidente de Madrid nace seguramente un candidato del PP para el siglo que viene.
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