Imaginando la reconciliaci¨®n en Euskal Herria
RAM?N J?UREGUI ATONDOEl autor sostiene que la paz no llegar¨¢ a Euskadi mientras no se den tres condiciones: debilitamiento policial de ETA, unidad sin fisuras de las fuerzas democr¨¢ticas y regeneraci¨®n ¨¦tica de la sociedad vasca.
En Euskal Herria (Comunidad Aut¨®noma Vasca m¨¢s Comunidad Foral de Navarra) hay tres conflictos paralelos de diferente naturaleza que es preciso distinguir para poder imaginar con realismo y, al mismo tiempo, con ambici¨®n y esperanza, la posibilidad de la paz y la reconciliaci¨®n.
1. El conflicto pol¨ªtico-institucional normalizado que surge de la reivindicaci¨®n de mayor autogobierno para la Comunidad Aut¨®noma Vasca y que se plantea entre el Gobierno vasco y el Gobierno de Espa?a, o entre el Parlamento de Vitoria y el Parlamento de Madrid, y que se centra, principalmente, en el desarrollo y culminaci¨®n del estatuto de autonom¨ªa de Guernica, con la transferencia de las competencias pendientes. Adem¨¢s, en el contexto institucional del anterior existe el conflicto pol¨ªtico-Ideol¨®gico democratizado que enfrenta en el Pa¨ªs Vasco y Navarra a los partidos nacionalistas democr¨¢ticos (PNV y EA) -que consideran insuficiente el estatuto del Pa¨ªs Vasco y el Amejoramiento Foral de Navarra, y aspiran, una vez culminado el proceso de transferencias, a la independencia y la unificaci¨®n territorial mediante el ejercicio de la autodeterminaci¨®n- con los partidos no nacionalistas que consideran adecuado para la convivencia el actual marco institucional del Pa¨ªs Vasco y Navarra.
2. El conflicto sociopol¨ªtico que enfrenta a una minor¨ªa radical de vascos del Pa¨ªs Vasco y Navarra, agrupada en torno al llamado MLNV (ETA+HB+LAB+Jarrai+ Gestoras pro Amnist¨ªa+etc¨¦tera con el resto de partidos y fuerzas sociales democr¨¢ticos, sean nacionalistas o no. Esta minor¨ªa -que no sobrepasa en cualquiera de las elecciones habidas en los ¨²ltimos 17 a?os el 20% de los votos- rechaza global y frontalmente, desde el principio, todas las instituciones democr¨¢ticas y auton¨®micas del Estado y del Pa¨ªs Vasco y Navarra; y situ¨¢ndose fuera de ellas, aspira a lograr de forma inmediata y haciendo tabla rasa de las mismas sus objetivos de incorporar Navarra al Pa¨ªs Vasco, ejercer la autodeterminaci¨®n y alcanzar la independencia -objetivos que se extender¨ªan tambi¨¦n a la incorporaci¨®n de Iparralde (Pa¨ªs Vasco franc¨¦s)-
3. La violencia terrorista, "el conflicto violento ", como le llaman algunos -en mi opini¨®n, eufem¨ªstica y confusamente- y que se superpone al anterior, pretendiendo ser su consecuencia directa e inevitable. En las ¨²ltimas d¨¦cadas ha producido cerca de 1.000 muertos, cientos de heridos y damnificados e incalculables da?os econ¨®micos, pol¨ªticos y morales en el Pa¨ªs Vasco, en Navarra y en Espa?a. Esta violencia terrorista provoca una respuesta leg¨ªtima por parte del Estado y la comunidad aut¨®noma, que ha producido 600 presos de la organizaci¨®n terrorista ETA y decenas de muertes. Algunas han sido provocadas por tramas antiterroristas ilegales que han contribuido a agravar y perpetuar el fen¨®meno terrorista. Respuesta esta ¨²ltima que el Estado democr¨¢tico y de derecho no acepta, sino que persigue y castiga, y que, por tanto, desde ning¨²n punto de vista puede asimilarse a ¨¦l.
Cualquier planteamiento de reconciliaci¨®n en Euskal Herria pasa por distinguir estos tres niveles y podr¨ªa sintetizarse de la siguiente manera: es preciso terminar con el tercer conflicto y lograr que el segundo, deslig¨¢ndose de ¨¦l, se plantee en forma similar y asemejable al primero, aunque adopte sus propias formas radicales.
Esto quiere decir que en una sociedad pol¨ªtica democr¨¢tica no puede hablarse de "conflicto violento" entre los poderes del Estado -incluida la comunidad aut¨®noma- y la violencia terrorista como si se tratara de una guerra o dos violencias equiparables. En una democracia caracterizada por elecciones libres, total libertad de expresi¨®n, organizaci¨®n y participaci¨®n pol¨ªtica, y plenas garant¨ªas jur¨ªdicas -incluso para los que defienden las ideas y m¨¦todos de los terroristas-, la violencia es absolutamente injustificable y nunca puede reducirse a, o invocar, causas u or¨ªgenes pol¨ªticos. No constituye, en cuanto tal, un problema pol¨ªtico, sino que es un problema en s¨ª misma (como ha dicho Kepa Aulestia), es decir, tiene una naturaleza criminal. Y el crimen y el Estado de derecho no est¨¢n en el mismo plano. No puede haber, por tanto, un conflicto entre ellos. El llamado eufem¨ªsticamente conflicto violento no admite la posibilidad de una mediaci¨®n que desemboque en una reconciliaci¨®n. Porque obedece no a "un conflicto de naturaleza pol¨ªtica", sino a una "pol¨ªtica de la violencia", unilateral, de una minor¨ªa para imponer sus propios criterios a la mayor¨ªa, algo inasumible por un Estado democr¨¢tico. Este debe prevalecer en cuanto tal. De lo contrario, dejar¨ªa de ser un Estado democr¨¢tico, tanto si entra en una transacci¨®n pol¨ªtica que implique ceder a la presi¨®n del terror, como si se transforma en un Estado criminal, porque en ambos casos traicionar¨ªa sus propias reglas.
La ¨²nica respuesta posible ante el fen¨®meno terrorista es su persecuci¨®n policial, dentro de las normas del Estado de derecho, para poner a los delincuentes a disposici¨®n de la justicia. En este caso, toda reconciliaci¨®n individual de los terroristas convictos pasa previamente por la justicia y la aplicaci¨®n de la ley. Al margen del Estado de Derecho no hay reconciliaci¨®n posible, porque ser¨ªa un agravio intolerable para el resto de ciudadanos que cumplen la ley. Dicho esto, la reinserci¨®n es un derecho constitucional para todos los delincuentes que cumplen pena, y su aplicaci¨®n a los terroristas que muestren de forma inequ¨ªvoca su rechazo a la violencia es uno de los puntos esenciales del Pacto de Ajuria Enea. Pero dos no se reconcilian si uno no quiere. Es imposible la reconciliaci¨®n y el di¨¢logo con quienes esgrimen el extra?o derecho a utilizar como argumentos el tiro en la nuca, el coche bomba, el secuestro, la amenaza y la extorsi¨®n -en un contexto democr¨¢tico en el que sus otros argumentos gozan de todos los cauces de expresi¨®n.
En cuanto al segundo conflicto -¨¦ste s¨ª de naturaleza pol¨ªtica- podr¨¢ avanzarse en su resoluci¨®n una vez que esa minor¨ªa cese en su apoyo a la violencia -cuando los terroristas se convenzan de que no hay ninguna posibilidad de di¨¢logo pol¨ªtico mientras sigan matando. Una vez que asuman que su proyecto avanzar¨ªa m¨¢s y ganar¨ªa en legitimidad si es promovido por medios pac¨ªficos y democr¨¢ticos, estaremos en situaci¨®n de iniciar un proceso de reconciliaci¨®n; lo que es deseable y necesario. Como dec¨ªa Ghandi: "No hay caminos para la paz; la paz es el camino". Y la paz, que es un ancho mar, est¨¢ abierta a todos los horizontes -incluido el de quienes hoy creen que la violencia es un viento m¨¢s fuerte sobre sus velas que el esp¨ªritu pac¨ªfico y democr¨¢tico-. A partir de ah¨ª, todo es posible.
Yo creo que la paz y la reconciliaci¨®n no se producir¨¢n mientras no se den tres condiciones:
1. Un mayor debilitamiento de la organizaci¨®n terrorista por medio de la lucha policial. 2. La unidad sin fisuras del campo democr¨¢tico en torno al esp¨ªritu y la letra del acto de Ajuria Enea -lo que implica abandonar la ilusi¨®n de una "soluci¨®n nacionalista" que busque la paz mediante atajos o iniciativas aisladas que cuestionen la estabilidad del arco pol¨ªtico-institucional y, confirmando a los terroristas la eficacia de sus m¨¦todos, quiere el actual consenso social en la Comunidad Aut¨®noma Vasca. 3. Una movilizaci¨®n externa, profunda y sostenida, de contenido ¨¦tico y no pol¨ªtico, de la sociedad vasca para exigir el cese de la violencia y promover la cultura democr¨¢tica de la paz y la tolerancia.
En estas condiciones, la paz legar¨¢ cuando en los movimientos civiles del MLNV -HB, LAB, etc¨¦tera- triunfe a reflexi¨®n que ya se hicieron el Sinn Fein y el IRA, la OLP y el Congreso Nacional Africano, en contextos hist¨®ricos en los que la violencia parec¨ªa mucho m¨¢s justificada: que los m¨¦todos democr¨¢ticos son m¨¢s efectivos que la lucha arma da. A partir de ah¨ª ser¨¢ factible un di¨¢logo sobre medidas de reconciliaci¨®n que afecten a los presos y los exiliados.
Paralelamente, ser¨ªa posible iniciar un di¨¢logo pol¨ªtico entre los partidos vascos que, respetando la representatividad de las diferentes opciones, enfoque la ampliaci¨®n del actual marco pol¨ªtico-institucional aprovechando la culminaci¨®n del estatuto, la reforma del Senado para adaptarse al Estado de las autonom¨ªas y la participaci¨®n desde esta realidad en las nuevas estructuras de la Uni¨®n Europea.
Yo estoy convencido de que, en esta ¨²ltima fase constituyente del modelo pol¨ªtico vasco, es posible encontrar un acomodo definitivo para todos -incluida, por fin, la izquierda abertzale- para que sin dejaci¨®n de las convicciones y objetivos ideol¨®gicos m¨¢ximos de cada proyecto pol¨ªtico encontremos un cauce com¨²n en unas reglas de juego compartidas. Entonces sabremos que la violencia y el miedo como instrumentos pol¨ªticos no tienen cabida entre nosotros y que podemos contemplar un futuro juntos. La reconciliaci¨®n entonces ser¨¢ un hecho.
es consejero de Justicia, Econom¨ªa, Trabajo y Seguridad Social del Gobierno vasco y secretario general del PSE-EE.
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