Teor¨ªas Preciados
Los empleados de Galer¨ªas temen por sus condiciones de trabajo
Segunda planta, confecci¨®n de se?ora. En el centro de Galer¨ªas en la calle Preciados de Madrid acaba de trascender que la cadena de almacenes ha sido adjudicada a El Corte Ingl¨¦s, o sea, a los de la acera de enfrente. A Araceli Garc¨ªa, dependienta de Galer¨ªas desde el a?o en que el hombre pis¨® la luna, la operaci¨®n le parece el acab¨®se: "Los de El Corte Ingl¨¦s no se van a hacer cargo de los pasivos. Y los pasivos somos nosotros". Garc¨ªa no estar¨ªa m¨¢s angustiada si los almacenes hubieran sido arrasados por los hunos.Los de Galer¨ªas no acaban de digerir que la firma vaya a desaparecer engullida por su encarnizado competidor. No ven muy claro que les vayan a conservar las condiciones de trabajo, la antig¨¹edad, los horarios, el derecho a librar los domingos. "No nos asusta trabajar en El Corte Ingl¨¦s", dicen con orgullo profesional, pero temen que, aun si conservan el puesto, les vayan a tratar como a "bichos raros" o empleados de segunda, y piden un respeto. "No queremos ser el patito feo".
A dos pasos, cruzando la calle comercial con m¨¢s solera de Madrid, sus colegas de El Corte Ingl¨¦s aseguran que esa rivalidad es cosa del pasado, de cuando Galer¨ªas era un competidor solvente. "Los empleados de uno y otro lado cruz¨¢bamos la calle para copiar los precios del otro", recuerda Dolores S¨¢nchez, que inaugur¨® hace 25 a?os el departamento de acero inoxidable de El Corte Ingl¨¦s de Preciados. S¨¢nchez no ten¨ªa por entonces muy alto concepto de sus colegas de Galer¨ªas, y se?ala en tono confidencial: "Todo el mundo sab¨ªa que eran unos cardos borriqueros". Los de la zapater¨ªa tampoco ven razones para la guerra. "Pero ?qu¨¦ rivalidad ni qu¨¦ rivalidad?", dicen, "si all¨ª ya no venden ni zapatos".
Los dependientes de Galer¨ªas formaban ayer corrillos y mentideros para analizar las secuelas del cambio de propiedad. En la cuarta planta -g¨¦neros deportivos- primaba la teor¨ªa de la "patata caliente", seg¨²n la cual la adjudicaci¨®n a El Corte Ingl¨¦s se ha debido a que esta oferta garantizaba la p¨¦rdida de la marca Galer¨ªas. "Al Gobierno le interesa que desaparezca, porque as¨ª, cuando venga el PP no se podr¨¢ saber qu¨¦ pas¨® con lo de Rumasa", explica un empleado, y a?ade con una mirada significativa: "Por ah¨ª van los tiros".
En la primera planta -moda caballeros- se inclinan m¨¢s por las hip¨®tesis financieras: "Ponen 30.000 millones, pero con lo que reciben del Fogasa y los edificios que van a vender acaban ganando 28.000". Los de la entreplanta -complementos- sostienen que el comprador va a eliminar la marca Galer¨ªas porque le interesa m¨¢s que Cortefiel y Zara figuren como sus principales competidores.
Araceli Garc¨ªa, de la segunda planta, confecciones de se?ora, tiene su propia teor¨ªa: "El problema de Galer¨ªas es que la mayor parte de la plantilla somos mujeres, y por eso a nadie le importa reducir puestos de trabajo".
Con todo, muchos empleados de Galer¨ªas reconocen que la oferta ganadora era la mejor posible, y que abre "un rayo de esperanza" para una situaci¨®n insostenible. Los almacenes no levantaban cabeza desde que los dej¨® Pep¨ªn Fern¨¢ndez, dicen, y enumeran con gesto enfadado la larga serie de gestores que ha pasado desde entonces por la empresa: "Lo de El Corte Ingl¨¦s no es tan dram¨¢tico. ?Qu¨¦ han hecho los L¨®pez Tello y los Fernando Sada, los Cisneros y los Urquijo? Pues dejarnos con todo lo que tenemos al aire".
Pero la desaparici¨®n de la marca les parece una pena, sobre todo a los dependientes de m¨¢s edad, que se han "dejado toda una vida" en la empresa, y dicen que para ellos es un emblema y un s¨ªmbolo. Los veteranos dan casi por perdidas algunas prebendas tradicionales de la casa, como las cien pagas que la empresa se compromet¨ªa a pagar a los jubilados que llevaran m¨¢s de 25 a?os trabajando con ellos. Tampoco saben qu¨¦ va a pasar con sus acciones. Ven con recelo la competitividad de su nuevo propietario y piden que se les respeten las 40 horas semanales, los derechos adquiridos y la opci¨®n voluntaria a no trabajar los fines de semana.
Los empleados se mostraban ayer muy remisos a facilitar su nombre, pese a que muchos lo llevaban prendido en una placa pinchada en la solapa. "El nombre no se lo doy, no me vayan a echar ma?ana", se?alaba uno de la primera planta. "Dicen que van a mantener 5.200 puestos", dec¨ªa esc¨¦ptico otro, "pero ya ser¨¢ alguno menos". El procedimiento anunciado tampoco les tranquiliza mucho: "Primero tenemos que salir a la calle, y luego ya veremos a qui¨¦n cogen. Es como un salto al vac¨ªo".
Hace a?os, Andr¨¦s Moreno, que fuera consejero delegado del Banco Hispano, le dijo al forjador de Galer¨ªas, Pep¨ªn Fern¨¢ndez: "Usted, si le dejan, llega a Callao", en referencia a la plaza donde la calle Preciados desemboca en la Gran V¨ªa madrile?a. El imperio de Fern¨¢ndez ha acabado llegando a Callao bajo otro nombre.
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