Los dos militares espa?oles liberados por los serbios regresar¨¢n para acabar su misi¨®n
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A las 17.55 de la tarde de ayer, el comandante del Ej¨¦rcito del Aire Manuel Cort¨¦s M¨¦ndez y el capit¨¢n de Infanter¨ªa de Marina Jos¨¦ Antonio Romero Huelin pisaron suelo espa?ol, dejando atr¨¢s doce d¨ªas de cautiverio en manos de los serbios de Bosnia. "Bienvenido a Espa?a. Welcome to Spain", les recibi¨® el c¨¢rtel de la base de Torrej¨®n de Ardoz (Madrid).Tambi¨¦n les esperaban medio centenar de periodistas y algunos mandos; entre ellos, el jefe del gabinete del ministro de Defensa, el almirante Francisco Torrente, y los capitanes generales de Madrid del Ej¨¦rcito de Tierra y la Fuerza A¨¦rea. Los dos oficiales, tan cansadosc omo sonrientes, bajaron del avi¨®n H¨¦rcules que les trajo de regreso desde el puerto croata de Split con su uniforme militar y las insignias de la ONU. Otros cascos azules que les acompa?aban aprovecharon el trayecto para vestirse de civil.
Rosario Sierra y Elena Orta, las esposas de los dos ex rehenes espa?oles, no se acercaron la pista. Junto a otros familiares, esperaron ansiosamente en una sala, apartada de los flashes y las c¨¢maras de TV, para abrazarlos y comprobar por s¨ª mismas que efectivamente se encontraban bien y no hab¨ªan sufrido da?o alguno.
Nada m¨¢s terminar la breve rueda de prensa que ofrecieron a d¨²o en la base a¨¦rea, partieron todos juntos hacia Sevilla para encontrarse con sus restantes parientes y disfrutar de un merecido descanso."No es agradable"
Poco durar¨¢ la dicha. Dentro de diez d¨ªas, Jose Antonio Romero y Manuel Cort¨¦s deben reincorporarse al cuartel general de la ONU en Zagreb (Croacia). "Claro que volveremos", explic¨® el primero, "?por qu¨¦ no? Es nuestra misi¨®n". Por lo menos, hasta el 12 de agosto, cuando concluye su periodo de seis meses en Bosnia. "No ha sido una experiencia agradable, pero tampoco hay que darle mayor importancia, sabemos que se corren este tipo de riesgos. No ha sido la primera vez que ha pasado, ni creo que ser¨¢ la ¨²ltima", afirm¨® el capit¨¢n Romero.
Los dos militares coincidieron en que nunca temieron por su vida aunque, desde que tuvieron noticia de los ataques de la OTAN, esperaban alg¨²n tipo de represalia. "El coronel que me retuvo me dijo que sab¨ªa que dos F-18 espa?oles hab¨ªan intervenido en la acci¨®n y que a m¨ª me iban a poner en el sitio de mayor riesgo", explic¨® el comandante Cort¨¦s. Efectivamente, lo colocaron en una caravana en medio de la pista del aeropuerto de Banja Luka para que, si hab¨ªa alg¨²n bombardeo, fuese el primero en caer.
De siete a nueve de la ma?ana, paseaba por la pista. Luego, con el sol cayendo a plomo, daba vueltas con un taburete siguiendo la sombra del carromato. "Oteaba el horizonte buscando las nubes, a ver si iba a tener la suerte de que pasaran por encima de m¨ª". Lo peor para Manuel Cort¨¦s fue la soledad, pues sus vigilantes s¨®lo hablaban serbocroata y no ten¨ªa posibilidad de comunicarse con nadie.
Jos¨¦ Antonio Romero s¨ª pod¨ªa charlar con otros ocho observadores de la ONU retenidos en Pale, y su mayor preocupaci¨®n era tranquilizar a su familia. "Entregamos vanos escritos al oficial serbio de enlace pidiendo que nos permitiera hacer una llamada o poner un fax a nuestra familia dici¨¦ndoles que est¨¢bamos bien. Por fin, recib¨ª un fax del Ministerio de Defensa con un mensaje de mi esposa y mis padres y algunas noticias de peri¨®dicos. Por supuesto, me emocion¨¦ al recibirlo, pero me fortaleci¨® la moral", explic¨®.
El trato que recibieron de sus captores fue "correcto", en palabras de Romero. "Los que me capturaron eran los mismos con los que hab¨ªa estado trabajando desde el mes de febrero y me dec¨ªan en todo momento que ellos se limitaban a cumplir ¨®rdenes del cuartel general de Pale", agreg¨® Cort¨¦s.
El capit¨¢n Romero cont¨® que s¨®lo estuvo cinco minutos atado a un puente, como lo mostr¨® la TV serbia el d¨ªa de su captura, y que sus secuestradores intentaron arrancarle alguna declaraci¨®n contraria a los bombardeos de la OTAN, "a lo cual intent¨¦ negarme, porque no estaba autorizado, aunque creo que sin darme cuenta alguna conversaci¨®n consiguieron sacar".
Los dos militares espa?oles contestaron a coro con un "por supuesto" a la pregunta de si cre¨ªan que vale la pena continuar con la misi¨®n de la ONU en Bosnia y el capit¨¢n Romero se limit¨® a extender el brazo, mostrando la sala repleta de periodistas, cuando se les pregunt¨® si se han sentido abandonados: "Ustedes mismos pueden comprobarlo".
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