Fiscalidad y vivienda
Tal como ha sido planteado, el asunto de la eventual supresi¨®n de algunas desgravaciones fiscales estimula, m¨¢s que el debate, la confusi¨®n. De entrada, se est¨¢n mezclando tres asuntos como si fueran uno solo: el del d¨¦ficit p¨²blico, el de la vivienda y el de la reforma fiscal. Si nos empe?amos, todo tiene que ver con todo, pero cada problema debe ser analizado por separado.Es cierto que la reducci¨®n del d¨¦ficit es vital para la econom¨ªa espa?ola y que ese objetivo pasa por un presupuesto muy restrictivo para 1996. Pero para evitar que se produzcan otros efectos perversos, por ejemplo, en t¨¦rminos de inflaci¨®n, esa contenci¨®n habr¨ªa de ser el resultado de la reducci¨®n del gasto, no del aumento del ingreso. La experiencia de la reciente compensaci¨®n v¨ªa IVA de la reducci¨®n de las cotizaciones sociales es suficientemente elocuente al respecto.
En Espa?a existe un serio problema de vivienda que, por ejemplo, retrasa la edad de emancipaci¨®n de los j¨®venes, lo que a su vez es fuente de conflictos diversos. Las razones son el desmesurado encarecimiento del suelo urbano, por una parte, y la escasez de viviendas de alquiler, por otra. Lo primero no se resuelve eliminando desgravaciones. Lo segundo se intent¨® remediar mediante la Ley de Arrendamientos Urbanos, orientada a aumentar la oferta de viviendas en alquiler. Algo ha aumentado, pero fundamentalmente en el tramo de viviendas para inquilinos de rentas medias o altas. Se echa en falta una pol¨ªtica de viviendas de promoci¨®n oficial para alquiler (municipales, sobre todo), dirigida a los j¨®venes y otros sectores con bajos ingresos, similar a la que existe en numerosos pa¨ªses europeos y que es inseparable de una pol¨ªtica de suelo p¨²blico. Esto tampoco tiene que ver con desgravaciones; la eliminaci¨®n de ¨¦stas afectar¨ªa fundamentalmente a sectores de las clases medias que consideran que la ¨²nica forma de hacerse con un capital es esa forma de ahorro forzoso que constituye la adquisici¨®n de un piso con ayuda de un cr¨¦dito.
Hay tambi¨¦n un problema de racionalidad fiscal. Desde la reforma del impuesto sobre la renta, en 1978, la presi¨®n fiscal no ha dejado de aumentar por dos v¨ªas: la no adaptaci¨®n de las tarifas a la p¨¦rdida de valor adquisitivo del dinero por efecto de la inflaci¨®n y la paulatina eliminaci¨®n de las causas de desgravaci¨®n. La de los cr¨¦ditos para adquisici¨®n de vivienda y por gastos m¨¦dicos son las dos principales que quedan para la mayor¨ªa de los contribuyentes asalariados, de Clase media y media-alta: el sector que en conjunto contribuye en mayor medida al Tesoro. Es muy humano que los individuos y colectivos sociales justifiquen la defensa de sus intereses particulares con argumentos de inter¨¦s general. As¨ª, la oposici¨®n a la reforma medio enunciada, medio desmentida por Borrell viene ampar¨¢ndose en argumentos como el problema de desempleo que crear¨ªa en el sector de la construcci¨®n o la reducci¨®n que se producir¨ªa en el ahorro privado y, a la larga, en la inversi¨®n.
Son argumentos respetables, pero secundarios respecto al fondo del asunto: que Espa?a es el pa¨ªs desarrollado en el que el gasto p¨²blico, y con ¨¦l la presi¨®n fiscal, ha aumentado m¨¢s r¨¢pidamente; y que el peso fundamental de ese esfuerzo fiscal ha reca¨ªdo sobre esos sectores de rentas medias o altas pero controlables mediante la n¨®mina; y que suprimir esas desgravaciones, y precisamente ¨¦sas, supone un aumento encubierto de la presi¨®n fiscal que soportan. La progresividad fiscal es un mandato constitucional, y la cohesi¨®n social, una necesidad de convivencia. Pero la prudencia pol¨ªtica exigir¨ªa, tras casi 20 a?os de remachar el mismo clavo, aligerar algo la presi¨®n. Los resultados electorales del 28-M han lanzado un mensaje bastante claro al respecto.
La discriminaci¨®n de la desgravaci¨®n de vivienda en funci¨®n del coste de la misma y de los ingresos familiares plantea arduos problemas. Borrell desminti¨® ayer que los l¨ªmites respectivos de 20 millones y 210.000 pesetas hayan sido contemplados. Ciertamente, tal sistema estimular¨ªa pagos bajo cuerda para no perder el derecho a la ventaja fiscal; aparte de que el l¨ªmite de ingresos supondr¨ªa excluir a la mayor¨ªa de los compradores potenciales y resultar¨ªa contradictorio con el objetivo de canalizar las rentas m¨¢s bajas hacia el alquiler. Pero si no se trata de eso, ?de qu¨¦ se trata?. Lo ¨²nico evidente es que el asunto est¨¢ poco maduro. Las ideas geniales dejan de serlo cuando su plasmaci¨®n resulta imposible.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.