MaxweIl us¨® el fondo de pensiones como un trozo m¨¢s de su "imperio"
Los hijos del magnate de la prensa se defienden
Han bastado ocho jornadas del juicio que se si gue en Londres contra los hijos del fallecido magnate de la prensa brit¨¢nica, Robert Maxwell, para despejar la inc¨®gnita de la estrategia de la defensa. La tesis esgrimida por los abogados de lan y Kevin Maxwell es que la firma BIM, que manejaba los fondos de pensiones de las empresas de su padre, estaba, completamente fundida con este entramado financiero, por lo que siempre pensaron estar actuando dentro de la legalidad al usar el dinero de los pensionistas.
La acusaci¨®n fundamental que ha sentado en el banquillo a lan y Kevin Maxwell y a dos antiguos asesores de Robert Maxwell, Robert Bunn y Larry Trachtenberg, es bien sencilla, aunque el juicio entra?a una gran complejidad t¨¦cnica. La Oficina de Fraudes Graves les acusa de haber utilizado 122 millones de libras (m¨¢s de 24.000 millones de pesetas) de los fondos de pensiones de las empresas de Robert Maxwell para taponar los agujeros que amenazaban con tragarse su imperio de prensa. La f¨®rmula adoptada por Robert Maxwell, aut¨¦ntica fuerza motriz de un imperio financiero que no lleg¨® a sobrevivirle, fue utilizar 5,4 millones de acciones en la firma israel¨ª Scitex para avalar cr¨¦ditos solicitados a diversos bancos. Sin embargo, las acciones eran propiedad de los fondos de pensiones manejados por Bishopsgate Investment Management (BIM) y no de las empresas Maxwell. El uso fraudulento de esas acciones -m¨¢s tarde se vendieron para pagar las deudas contra¨ªdas con el National Westminster Bank- se produjo entre julio y noviembre de 1991. Y el objetivo final de toda la operaci¨®n no era otro que taponar las deudas que amenazaban al "imperio Maxwell".
Pero adem¨¢s, este grupo ten¨ªa un lado enteramente personal, que inclu¨ªa un largo listado de firmas ligadas las unas a las otras, al frente de las cuales figuraba casi siempre alg¨²n Maxwell. Tras la tr¨¢gica muerte del magnate el 5 de noviembre de 1991 en aguas del Atl¨¢ntico, cerca de las islas Canarias, los acreedores se echaron encima de sus hijos, quienes, incapaces de conseguir m¨¢s cr¨¦ditos, repitieron la operaci¨®n de usar los bienes del fondo de pensiones, seg¨²n la acusaci¨®n p¨²blica. Esta vez utilizaron acciones de Teva, una empresa tambi¨¦n israel¨ª, por valor de unos 4.000 millones de pesetas. Con todo, nada pudo evitar el colapso de las empresas, meses despu¨¦s.
Una de las razones esgrimidas por la defensa de Kevin Maxwell para justificar el r¨¢pido declive de las empresas familiares, fueron las especulaciones de la prensa en torno a un hipot¨¦tico suicidio de su padre. La familia ha insistido siempre en que muri¨® ahogado, pero las extra?as circunstancias que rodearon la aparici¨®n de su cuerpo flotando en el mar, y la mala situaci¨®n de sus empresas, dieron p¨¢bulo a toda clase de hip¨®tesis.El juicio se prev¨¦ largo -no menos de seis meses- y costoso -se calcula que la cifra final superar¨¢ los 2.000 millones de pesetas- La acusaci¨®n cuenta con un testigo esencial, Trevor Cook, administrador de los fondos de pensiones de las empresas Maxwell. Cook fue la primera persona en darse cuenta de que algo irregular hab¨ªa ocurrido con los bienes destinados a garantizar la seguridad futura de los empleados de Robert Maxwell.
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