Cines para el recuerdo
Veintiuna salas desaparecieron en los ¨²ltimos cinco a?os en la capital
Donde hubo un cine ahora hay un garaje, o una discoteca, o un edificio de nueva construcci¨®n. En el mejor de los casos, donde hubo un cine ahora hay un teatro, como el Monumental, o varios multicines, como los Ideal. Pero en muchos de los locales donde hubo un cine en la d¨¦cada de los ochenta y los noventa ahora hay vac¨ªo, deterioro, polvo, nada. El auge inmobiliario de los a?os ochenta -ten¨ªa m¨¢s valor el suelo que la actividad que se desarrollaba sobre ¨¦l-, los altos costes de mantenimiento de los grandes cines y la diversificaci¨®n de la oferta de ocio han favorecido la desaparici¨®n de muchos cines que fueron parte de la historia de la ciudad.
El cine Conde Duque, el Emperador o el Galileo son s¨®lo tres de los casi sesenta cines madrile?os que se dieron de baja en el Registro de Empresas Cinematogr¨¢ficas del Ministerio de Cultura en la d¨¦cada de los ochenta. Y la cifra se puede repetir en los noventa. En estos primeros cinco a?os se han borrado del registro 21 cines, aunque alguno lo hace de forma temporal, como el Victoria. Dej¨® de funcionar el 1 de enero de 1994. Pero en esta sala de la calle de Francisco Silvela, si la Administraci¨®n no pone inconvenientes, se abrir¨¢n cinco minicines y un bingo a finales de a?o.
Todo hace pensar que no correr¨¢ la misma suerte el cine Montera, en la calle del mismo nombre, cerrado desde febrero del a?o pasado. Una chica entre un mill¨®n fue la ¨²ltima pel¨ªcula que se proyect¨® en su pantalla. "El deterioro de esta zona nos ha obligado a cerrar. Si el Ayuntamiento no lo remedia, el local no se volver¨¢ a abrir, ni como cine ni con otro uso, porque ese ambiente retrae al p¨²blico", explica Jos¨¦ Cabrera, portavoz del grupo Reiz¨¢bal, que gestiona algunos de los cines con m¨¢s solera de Madrid, como el Palacio de la Prensa, el Callao o el Roxy A.
El Ayuntamiento, por su parte, contempla en el nuevo Plan General de Ordenaci¨®n Urbana (PGOU) la protecci¨®n del "hecho cinematogr¨¢fico", bas¨¢ndose tanto en. el valor hist¨®rico del edificio como en el cultural. Con esta medida se pretende evitar la p¨¦rdida de m¨¢s cines. Luis Rodr¨ªguez Avial, director de la oficina del plan, se?ala que esa protecci¨®n va a ser total en dos ejes: Gran V¨ªa y Fuencarral, donde se encuentran la mayor¨ªa de los cines hist¨®ricos de la ciudad.
?Tendr¨¢n esa consideraci¨®n los cines CarIton o Fantasio, en el barrio de Salamanca? Ambas salas tienen en com¨²n algo m¨¢s que el hecho de estar a pocos metros una de otra y en dos de las calles, Ayala y Ortega y Gasset, con el suelo m¨¢s caro de Madrid. Adem¨¢s, las dos presentan un aspecto exterior de abandono. El Carlton apenas conserva unas cuantas letras de su nombre en la columna vertical que lo adorna, y la palabra cine aparece mutilada en los laterales de su marquesina. El Fantasio, poco a poco, va perdiendo sus se?as de identidad. Mejor suerte ha corrido el cine Jorge Juan, de igual nombre que la calle que lo acoge, utilizado en la actualidad como sala de ensayo del Centro Dram¨¢tico Nacional. Se ha respetado su exterior y los neones se conservan intactos. Se puede creer que el cine sigue vivo.
Parecida sensaci¨®n s e tiene cuando, al adentrarse en el pasaje de Mayor, 6, se descubre el cine Pl¨¦yel, a dos pasos de la Puerta del Sol. Semiescondido en el pasaje, el viejo cine pasa inadvertido a la vista de los transe¨²ntes. Pero esta ubicaci¨®n tambi¨¦n ha facilitado que su entrada se conserve intacta. Todav¨ªa se puede leer en una de las puertas una nota que avisa a los "se?ores espectadores" de los precios en taquilla, 450 pesetas, a partir de septiembre de 1987.
Por su gran tama?o y estrat¨¦gica ubicaci¨®n, muchos cines se han transformado en discotecas. Es el caso del Barcel¨®, hoy discoteca Pach¨¢. Inaugurado en 1931, cuando el sonoro se asomaba t¨ªmidamente a las pantallas madrile?as, el Barcel¨® fue considerado como una obra de enorme agresividad, atrevida y moderna. Su fachada, semejante ala proa de un barco, le daba un aire aerodin¨¢mico y, por primera vez, la iluminaci¨®n interior se utiliz¨® como un elemento decorativo.
Otra discoteca, Retro, se ha hecho un hueco en el patio de butacas del cine Salamanca, en Conde de Pe?alver. Dos puertas de acceso indican que all¨ª existe una sala de fiestas. Nada m¨¢s. El edificio conserva toda la fisonom¨ªa externa de un cine.
No hay duda, las discotecas son negocios m¨¢s rentables. Y el cine Torre de Madrid no iba a ser menos. Abierto en 1959 en la primera planta del edificio m¨¢s alto de la ciudad, es desde hace unas semanas la discoteca Ku. Se inaugur¨® con la pel¨ªcula ?D¨®nde vas Alfonso XII? y con una gran fiesta de gala con tintes hollywoodienses a la que asisti¨® "el todo Madrid".
El Vallehermoso, en la calle de Donoso Cort¨¦s, tambi¨¦n sucumbi¨® ante la tentaci¨®n de cambiar acomodadores por camareros. Tras varios a?os de inactividad, aloj¨® la discoteca Glamour, aunque ¨¦sta con menor fortuna. Se cerr¨® hace algo m¨¢s de un a?o. Los vecinos a¨²n recuerdan el cine, y alguno todav¨ªa conserva entradas dignas de un coleccionista. ?A 2,50 pesetas la butaca!
En la misma zona, Arg¨¹elles, y en una misma calle, la de Fern¨¢ndez de los R¨ªos, funcionaron simult¨¢neamente tres cines. El Apolo, transformado hoy un concesionario de Fiat; El Espa?oleto y el Emperador, que, de nuevo cedieron su espacio a dos discotecas, Twing y RKO.
Por fuerza, el vecindario de estas calles se habr¨¢ acostumbrado a ver el cierre de sus cines. Como el Galileo Galilei. Conserva su nombre original, pero se ha reconvertido en un bar musical con actuaciones en directo. Y el Magallanes, con una actividad muy acorde a las necesidades de esa zona: . un garaje. Su propietario, Parrondo Pardo, hace gala de una memoria prodigiosa -"se inaugur¨® en noviembre de 1957, con una pel¨ªcula de dibujos, La dama y el vagabundo "- y de una fina iron¨ªa para explicar las causas de su cierre, a finales de 1990: "El exceso de negocio; tanto, que nos vimos desbordados".
Plato cerrado
Otras salas han optado por dirigir su nueva actividad hacia caminos m¨¢s o menos pr¨®ximos a la cinematograf¨ªa. El cine Ode¨®n, en pleno Rastro madrile?o, rehabilitado como plat¨®, permanece cerrado. En este solar se inaugur¨® en 1912 el cine Encomienda, seg¨²n recuerda Frandisco P¨¦rez Rojas en el libro El cinemat¨®grafo en Madrid. De barrac¨®n de madera pas¨® a cine estable, el Ode¨®n. "Era como un garaje", recuerda V¨ªctor Gonz¨¢lez, uno de sus asiduos en los a?os treinta. "Ten¨ªa bancos corridos de madera, sin respaldo, y en un lateral se pon¨ªan los puestos de pipas. Las pel¨ªculas se anunciaban en una pizarra, y por los metros que ten¨ªan calcul¨¢bamos lo que iban a durar".
De otros cines, como el Alexandra, el Urquijo o el Conde Duque, s¨®lo queda el recuerdo. Gina Lollobrigida y Vittorio de Sica inauguraron el Alexandra en 1954 con Pan amor y fantasia. Fue una de las llamadas "salas especiales", porque ofrec¨ªa pel¨ªculas en versi¨®n original con subt¨ªtulos. El Alexandra, adem¨¢s, hac¨ªa descuentos en la . sesi¨®n matinal a obreros y estudiantes. Unido al hotel del mismo nombre en la calle de San Bernardo, hoy es un local vac¨ªo, puesto a la venta con un escueto cartel: "Se vende. 130 metros cuadrados". Un apartahotel de seis plantas ha sustituido al cine Urquijo, y un edificio de viviendas, con piscina y jard¨ªn, ha llenado el hueco que dej¨® el Conde Duque. El edificio se llama La Flor, el mismo nombre que tuvo este cine de Alberto Aguilera cuando se inaugur¨®, en 1929.
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