"?Qu¨¦ es lo que ha ocurrido?"

"?Qu¨¦ es lo que ha ocurrido?", se pregunt¨® ret¨®ricamente Narc¨ªs Serra en su intervenci¨®n inicial.Antes de explicar lo sucedido, Serra se extendi¨® en lo que no ha sucedido: el Gobierno no ha ordenado la grabaci¨®n de conversaciones privadas, no las ha conocido y no las ha utilizado nunca. El Cesid no ha organizado ninguna operaci¨®n de espionaje a pol¨ªticos, empresarios y periodistas. Adem¨¢s, agreg¨® con ¨¦nfasis, "no ha espiado a Su Majestad el Rey". Si lo primero es "rotundamente falso", lo segundo constituye "una infamia".

Entonces, "?qu¨¦ es lo que, ha ocurrido?", se pregunt¨® de nuevo Serra, agotando la paciencia de no pocos diputados. El Cesid se encarga de la vigilancia del espacio radioel¨¦ctrico, utilizado por servicios de espionaje de otros pa¨ªses, por grupos terroristas y por bandas de narcotraficantes; aunque tambi¨¦n por usuarios de telefon¨ªa m¨®vil.

En los a?os en que se produjeron las grabaciones ilegales (1984-91), los esc¨¢neres del Cesid carec¨ªan de capacidad para escuchas programadas; es decir, no pod¨ªan seleccionar tel¨¦fonos a priori. S¨ª que pod¨ªan captar comunicaciones telef¨®nicas y, aunque el centro estaba convencido de que esto no era ilegal, Serra se reserv¨® su juicio hasta que los tribunales se pronuncien.

Para proteger la intimidad de los afectados, el Cesid contaba con instrucciones internas precisas: s¨®lo deb¨ªan grabarse las conversaciones que afectaran a la seguridad y deb¨ªan borrarse tanto las irrelevantes para los fines del centro como las ¨ªntimas. Incluso las grabaciones conservadas por su posible utilidad deb¨ªan ser eliminadas tras su an¨¢lisis por el jefe del departamento correspondiente. Por eso, seg¨²n Serra, no existe en el Cesid ninguna "cintateca" o archivo de grabaciones.

El responsable de discriminar las grabaciones superfluas de las ¨²tiles y de destruir las primeras era el coronel Juan Alberto Perote Pell¨®n, de quien depend¨ªa el gabinete de escuchas.

El acusado por el juez militar de filtrar a la prensa la existencia de las grabaciones ilegales ser¨ªa el responsable de haberlas realizado indebidamente y no haberlas destruido, seg¨²n Serra. Todo ello, "a espaldas del director", el general Manglano, para quien Serra tuvo palabras de elogio.

Serra afirm¨® que la vigilancia del espacio radioel¨¦ctrico es "pr¨¢ctica usual" de todos los servicios secretos occidentales y se pregunt¨® por qu¨¦ alarma que lo realice el Cesid y no que la hagan ciudadanos privados, poseedores de 30.000 esc¨¢neres en Espa?a. No obstante, matiz¨® que el Gobierno desconoc¨ªa los m¨¦todos del Cesid y les aplicaba la "presunci¨®n de legalidad".

M¨¢s grave consider¨® el "grav¨ªsimo atentado a la seguridad del Estado" que ha supuesto la fuga de abundante informaci¨®n secreta del Cesid.