Un hombre armado secuestra a dos abogados y un empresario
?ngel Fern¨¢ndez Fern¨¢ndez, de 49 a?os, ingeniero de la empresa Astilleros Espa?oles, quiso cobrarse ayer una deuda con un secuestro. El hombre, rev¨®lver al cinto, entr¨® a las 19.45 en el despacho de abogados Estudio Jur¨ªdico, del paseo de la Castella 100, y retuvo durante casi tres horas en un despacho al presidente de la constructora Porte?a-El Salvador, Pascual L¨®pez Contreras, de 66 a?os, y a los abogados Pedro Chamo rro, de 37, y David Sanz, de 34.
La intenci¨®n del secuestrador era cobrar 10 millones de pesetas que, a su juicio, le deb¨ªa el presidente de Porte?a. La intentona fue abortada por la Polic¨ªa Judicial a las 22.30 horas, cuando Fern¨¢ndez, en la creencia de que nadie m¨¢s conoc¨ªa su acci¨®n, sali¨® un momento del despacho donde reten¨ªa a sus v¨ªctimas.
Al pisar el pasillo, le sorprendieron los agentes. Fue conducido a la Brigada Provincial de Polic¨ªa Judicial de Madrid, para ser interrogado. A diferencia del presidente de la constructora, a quien Fern¨¢ndez golpe¨® con su rev¨®lver, ninguno de los abogados, entrevistados por EL PA?S en el lugar de los hechos justo despu¨¦s de la liberaci¨®n, sufri¨® da?o f¨ªsico. Los abrazos y alguna que otra l¨¢grima coronaron una larga noche.
El relato de las v¨ªctimas traza un semblante salvaje del ingeniero, un hombre trajeado y de pelo entrecano, que al salir esposado mantuvo el adem¨¢n altivo.
Para entrar en el despacho, llam¨® por el telefonillo de la calle. "Quiero subir y hablar con vosotros", recuerdan los letrados que solt¨® con voz firme. Le abrieron las puertas.
Una vez en el bufete, Fern¨¢ndez se reuni¨® con L¨®pez Contreras y otro letrado en una de las muchas oficinas del despacho jur¨ªdico. "Quiero solucionar esto", dijo y, acto seguido, sac¨® el arma: un amenazante rev¨®lver del calibre 32. S¨®lo ¨¦l sab¨ªa que estaba descargado. Pero el hombre, siempre seg¨²n la versi¨®n de sus v¨ªctimas, hizo creer lo contrario: "De aqu¨ª no sale ninguno. De lo contrario, os voy a disparar". Les situ¨® en una esquina de la oficina. Y minutos despu¨¦s, entr¨® el segundo abogado. Tambi¨¦n fue retenido y amenazado.
El secuestrador oblig¨® a sus victimas a firmar un contrato para cobrar el dinero. Fern¨¢ndez, nervioso, hizo saber a L¨®pez Contreras que quer¨ªa cobrarse 10 millones de pesetas. El origen de la deuda resid¨ªa supuestamente en los tratos que el,'. secuestrador, seg¨²n fuentes cercanas al caso, hab¨ªa mantenido con dos personas que se hab¨ªan hecho pasar por representantes de Porte?a. Fern¨¢ndez les prest¨® el dinero. No hubo devoluci¨®n."?Me, habeis enga?ado!", les gritaba a sus v¨ªctimas. La tensi¨®n sub¨ªa. La discusi¨®n chocaba contra un muro. Fern¨¢ndez con el rev¨®lver puso fin a las dilaciones: les oblig¨® a redactar un documento por -el que Porte?a se compromet¨ªa a- devolver la citada cantidad. L¨®pez Contreras, el presidente de la constructora y principal amenazado, firm¨® ante las amenazas. Todos sudaban.
El despacho donde estaban retenidos los abogados y el empresario tiene una cristalera que da a un invernadero visible desde otro. de los despachos del inmueble, en un lujoso primer piso del paseo de la Castellana, 100. Una letrada del bufete -donde trabajan 19 abogados en todos los ¨®rdenes jur¨ªdicos- se asom¨® al invernadero. Vio lo que ocurr¨ªa. 0 lo intuy¨®. No sin temblar, llam¨® a la polic¨ªa.
Geos y chalecos antibalas
No eran todav¨ªa las nueve de la noche y los agentes rodeaban el edificio, ocupaban pasillos, se apostaban en las escaleras. La c¨²pula policial madrile?a se hizo cargo del caso. Estaban presentes el jefe superior de Polic¨ªa, Carlos Corrales Bueno; el comisario jefe de la Brigada Provincial de la Polic¨ªa Judicial, Juan Antonio Gonz¨¢lez -el hombre que detuvo a Rold¨¢n-, y el jefe del ¨¢rea de Delincuencia Urbana, Seraf¨ªn Castro. Geos y chalecos antibalas se multiplicaban. Pero en el despacho del invernadero, nada se sab¨ªa. Ah¨ª dentro, reinaba otra ley, la del ingeniero ?ngel Fern¨¢ndez Fern¨¢ndez.
El hombre se paseaba con la pistola medio desenfundada. Repet¨ªa sus argumentos. Se le ve¨ªa alterado y tambi¨¦n decidido a cobrar, seg¨²n el precipitado relato de las v¨ªctimas. El reloj segu¨ªa su curso. Poco a poco, empero, los argumentos y el documento firmado por el presidente de Porte?a le relajaron. Confiado, sali¨® de la habitaci¨®n. All¨ª fue apresado. Y r¨¢pidamente conducido a un coche celular. Poco despu¨¦s, sali¨® del bufete L¨®pez Contreras, un hombre afectado de diabetes. Le acompa?aban m¨¦dicos del Samur. Tambi¨¦n el comisario Gonz¨¢lez. El presidente fue conducido a un hospital. "Todo ha salido bien, sin problemas", se?al¨® a este peri¨®dico el Jefe superior de Polic¨ªa.
Los periodistas se arremolinaban en el exterior. Dentro del bufete reinaba la alegr¨ªa. Los abrazos entre letrados eran constantes. Muchos, informados de los sucedido, hab¨ªan aguardado en la calle el desenlace. "Ha sido como pasar la barrera, nosotros vemos estos casos como abogados, no como protagonistas", coment¨® uno de los secuestrados de camino a su casa. Su rostro delataba lo cerca que hab¨ªa estado del rev¨®lver de Fern¨¢ndez.
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