Espiar s¨®lo cuesta 50.000 pesetas
Narc¨ªs Serra se qued¨® corto. La cifra de 30.000 esc¨¢neres sin control es una estimaci¨®n reducida.
Los expertos en seguridad no son gente muy dada a entrar en valoraciones morales o responsabilidades penales. Pero en lo que toca a las posibilidades t¨¦cnicas, su diagn¨®stico es un¨¢nime y se puede resumir en la frases de un profesional del contraespionaje industrial: "Un chaval de 12 a?os con un esc¨¢ner puede escuchar al Rey".El chaval, desde luego, necesitar¨ªa cierto aplomo para ponerse con su esc¨¢ner a menos de 400 metros del palacio del palacio de la Zarzuela. Tambi¨¦n tendr¨ªa que racionalizar el gasto de su paga de los domingos, porque el equipo m¨¢s barato que podr¨ªa encontrar en el mercado cuesta unas 50.000 pesetas. Pero interceptar una conversaci¨®n -por m¨¢s que constituya una "infracci¨®n muy grave" desde 1992, seg¨²n el art¨ªculo 33 de la Ley de Ordenaci¨®n de las Telecomunicaciones (LOT)- es, por lo dem¨¢s, cosa de ni?os y al alcance de cualquiera.
La palabra esc¨¢ner tiene cierta rimbombancia novelesca, pero el artilugio que designa no es mucho m¨¢s ex¨®tico que un receptor de radio, que barre sistem¨¢ticamente las frecuencias hasta que encuentra una se?al. En Madrid pueden comprarse libremente en una docena de tiendas, en una variada oferta que va desde el modesto Uniden -el de las 50.000 pesetas- hasta el potente receptor multibanda del la casa japonesa ICOM, que cuesta 10 veces m¨¢s, informa In¨¦s Garc¨ªa Albi.
"Convendr¨ªa preguntarse, se?or¨ªas", dijo Narc¨ªs Serra en su borrascosa intervenci¨®n del mi¨¦rcoles en el Congreso, "porqu¨¦ a nadie parece preocupar la captaci¨®n de conversaciones telef¨®nicas por parte de entidades o de ciudadanos individuales". Tras los abucheos de rigor, Serra aclar¨® que "existen, y probablemente operan", en Espa?a m¨¢s de 30.000 de estos aparatos.
Tanto los expertos en las cloacas electromagn¨¦ticas como la propia Secretar¨ªa General de Comunicaciones del Ministerio de Obras P¨²blicas -que fue la que facilit¨® a Serra el dato- coinciden en afirmar que el vicepresidente se qued¨® corto. La cifra de 30.000 es una estimaci¨®n m¨ªnima del n¨²mero de esc¨¢neres "de tipo medio" que se han vendido en Espafia. Esta es la clase de receptor que tambi¨¦n usan los casi 60.000 radio aficionados con licencia que pueblan las ondas espa?olas. Pero fuentes oficiales calculan que, adem¨¢s, circulan por todo el pa¨ªs otros 10.000 equipos "m¨¢s cualificados".
La existencia de esta mara?a de orejas electr¨®nicas no implica necesariamente que se usen para interceptar conversaciones, seg¨²n fuentes de Comunicaciones, que puntualizan que todo instalador de antenas colectivas o radiotaxis dispone de un esc¨¢ner para sintonizar las frecuencias emisoras.
Aunque nadie se atreve a cuantificarlos, sin embargo, muchos de estos equipos deben de estar en manos de m¨¢s dudosa ortodoxia. Hasta hace unos a?os -antes de que los coches de polic¨ªa empezaran a codificar sus comunicaciones-, los comandos terroristas sol¨ªan usar un esc¨¢ner para detectar los controles de carretera. Las agencias de detectives suelen disponer de amplia informaci¨®n sobre estos equipos, aunque ninguna admite haber realizado escuchas desde que la LOT se modific¨® en 1992.
Cualquier esc¨¢ner com¨²n permite realizar escuchas al azar, a trav¨¦s de los repetidores que diseminan la se?al de los tel¨¦fonos celulares. Tambi¨¦n permiten interceptar a un usuario concreto, pero eso requiere estar a menos de unos pocos cientos de metros de ¨¦l, y seguirle si se mueve. Los equipos m¨¢s avanzados, capaces de seleccionar la frecuencia personal -o incluso el timbre de la voz- de un usuario predeterminado entre el magma de las ondas son ya de uso restringido. No est¨¢n al alcance de cualquiera, precisa Agust¨ªn Soto, presidente de la Uni¨®n Catalana de Investigadores.El t¨¦rmino medio -lo bastante inespec¨ªfico como para requerir un seguimiento, pero lo bastante preciso como para ser ilegal- est¨¢ en el llamado cell track. Seg¨²n Alex Lawson, de AAD Secursystem, una empresa de barridos contra micr¨®fonos, este sistema de escucha para tel¨¦fonos m¨®viles se exhib¨ªa hasta hace dos a?os en la feria de seguridad Sicur, y a¨²n puede adquirirse en el mercado negro por unos dos millones.
El cell track, un receptor acoplado a un ordenador, preselecciona la frecuencia de un usuario y se pone a grabar cada vez que ¨¦ste descuelga su tel¨¦fono, sin necesidad de barridos. No es sorprendente que haya revolucionado el mercado, aunque sea el mercado negro. Lawson y otros expertos aseguran que, en los ¨²ltimos cuatro a?os, han proliferado los, grupos de investigadores -"no necesariamente con licencia"- especializados en el uso de este sistema. Sobre su finalidad, nadie quiere opinar en p¨²blico.
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