Mal de muchos
Este es un pa¨ªs malo. Quiz¨¢ no sea diferente de los de su entorno (cuando era diferente, era peor), pero eso no lo hace m¨¢s bueno. Estuve en Callao al d¨ªa siguiente de la explosi¨®n para ver el lugar de la foto: ya no vamos de la realidad a las fotos, sino de las fotos a la realidad. Vi mucha gente que hab¨ªa hecho ese mis mo viaje inverso, pero cada uno buscaba algo distinto. Yo quer¨ªa ver el sitio exacto donde un polic¨ªa sentado en el suelo acunaba como a un ni?o a su compa?ero moribundo. Me turbaron las im¨¢genes de ese parto al rev¨¦s que hab¨ªa visto por la televisi¨®n. Uno olvida muchas cosas, pero no las vece que tuvo en brazos a un reci¨¦n nacido y de eso trataba la foto. Pero tambi¨¦n buscaba a una mujer negra, africana, que vive desde hace meses en Callao. Est¨¢ loca y se defiende todo el rato con las manos de un enemigo invisible o quiz¨¢ de una multitud de atacantes microsc¨®picos. Alguien le ha afeitado la cabeza, para poner en fuga a los piojos, y da miedo verla. Yo, de todos modos, la miro siempre que voy a la FNAC y s¨¦ que cuando paso junto a ella me incorporo a su pesadilla. No estaba; seguramente la hab¨ªan desalojado junto a los cascotes y hierros retorcidos. Ese mismo d¨ªa, por la tarde, estuve en la Residencia de Estudiantes: se celebraba la aparici¨®n de La gallina ciega, de Max Aub. Jos¨¦ Monle¨®n, en una intervenci¨®n memorable, habl¨® de la Espa?a peregrina como de un pa¨ªs posible en el que le gustar¨ªa vivir, y quiz¨¢ vive. Las intervenciones de los distintos participantes (Jaime Salinas, Francisco Ayala, ?ngel Gonz¨¢lez, Pedro Altares y Jos¨¦ Maria de Quinto) rezumaban un pesimismo com¨²n, como si lo hubieran ensayado previamente. Pero no eran ellos quienes se hab¨ªan puesto de acuerdo para decir, de un modo u otro, que este pa¨ªs no es bueno: es que la realidad se ha puesto muy mala. Planeaban sobre el estado de ¨¢nimo de la sala los ¨²ltimos frutos de la temporada de la cultura socialista. No s¨¦ si en los pa¨ªses de nuestro entorno las alcantarillas de la democracia rezuman tantos jugos oscuros, ahora no caigo, pero eso no nos hace mejores.
En cuanto a esta ciudad, tampoco es buena, no ya porque tengamos gente que se levanta pronto, se ducha con diligencia y se pone gomina para ir a colocar bombas, sino porque el otro d¨ªa descubrieron frente a unos grandes almacenes una estatua de Michael Jackson disfrazado de general. Otra bomba absurda, de 10 metros de altura, llena de todo el amosal militarista, antisemita y anticomunista que lleva en las v¨ªsceras este sujeto. Hab¨ªa m¨¢s de dos mil personas y algunas, por lo visto, aplaud¨ªan. No s¨¦ si en las ciudades de nuestro entorno hay m¨¢s estatuas de este tipo, ni si la gente las aplaude al pasar, creo que s¨ª, pero eso es un consuelo de tontos, es decir, mal de muchos.
Mal de muchos, y consuelo de idiotas, es la mendicidad que nos asalta en las aceras, en los sem¨¢foros, en las escaleras del metro, en las puertas de los Vip's y de los grandes almacenes donde colocan bombas y estatuas como bombas. Las familias de esta ciudad ya saben que sus hijos pueden aspirar a ser mendigos: una salida profesional m¨¢s que hasta hace poco era considerada como una expulsi¨®n de la realidad. ?l abanico de las clases sociales se abre, pues, no ha de jado de abrirse para mal de muchos y consuelo de tontos.
Yo no s¨¦ si en las ciudades de nuestro entorno los alcaldes, cuando toman posesi¨®n de su cargo, se encomiendan a Dios y a los empresarios, por este orden, aqu¨ª acaba de suceder. Por eso tambi¨¦n esta ciudad es mala, como las de nuestro entorno quiz¨¢, pero es que el entorno se est¨¢ poniendo duro, y nosotros, que somos el producto de lo que respiramos, nos volvemos peores cada d¨ªa. Un mal pa¨ªs, una ciudad mala, y un buen s¨ªmbolo: esa estatua de Michael Jackson disfrazado de sargento frente a las puertas de un para¨ªso del consumo.
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