Una transici¨®n tranquila
HACE SEIS meses nos pregunt¨¢bamos en un editorial: "?Cu¨¢ndo y c¨®mo se va a cerrar esta etapa de m¨¢s de dos lustros de Gobierno socialista, cuya agon¨ªa parece inevitable y amenaza convertirse ya en la agon¨ªa de todos?". La respuesta no admite ya m¨¢s dilaciones una vez que es bien patente que el pacto de legislatura entre CiU y el PSOE ha agotado su camino. Las duras cr¨ªticas del portavoz de la coalici¨®n nacionalista al vicepresidente, Narc¨ªs Serra, por sus responsabilidades en el caso de las escuchas del Cesid, indican que este Gobierno no puede contar ya con su apoyo global para esa pretensi¨®n ut¨®pica de Felipe Gonz¨¢lez de agotar la legislatura.S¨®lo resta garantizar el m¨ªnimo estropicio. Es necesario convocar lo m¨¢s pronto posible unas elecciones generales que abran una nueva etapa en la vida pol¨ªtica espa?ola, y hay que hacerlo evitando que el plazo que transcurra desde ahora hasta la jornada electoral se convierta en una ¨²ltima y arriscada estaci¨®n del calvario.
El adelanto electoral -que por razones objetivas no ser¨ªa recomendable durante el semestre de la presidencia europea- no puede producirse como resultado de un gesto conminatorio y amenazante de la oposici¨®n ante un Gobierno arrodillado al pie del cadalso, sino en forma de acuerdo civilizado, que debe versar sobre fechas, tareas e incluso actitudes ante algunos casos pendientes que afectan a la estabilidad pol¨ªtica e incluso a la seguridad del Estado. Pujol y Gonz¨¢lez ser¨¢n los agentes iniciadores de ese acuerdo, pero es imprescindible incorporar, cuando menos a Aznar para cerrar las l¨ªneas generales del calendario pol¨ªtico y electoral.
En tanto se convoquen elecciones es inevitable una remodelaci¨®n del Gobierno, tras la aceptaci¨®n de las dimisiones de Serra y Garc¨ªa Vargas. El objetivo del nuevo Gabinete deber¨ªa centrarse en dos cuestiones: el compromiso contra¨ªdo con nuestros socios europeos de presidir el Consejo de Ministros de la Uni¨®n Europea con la eficacia y el ritmo de trabajo que han faltado en las dos presidencias anteriores -la alemana y la francesa- y el esclarecimiento de los esc¨¢ndalos que han asolado la vida pol¨ªtica.
La gobernaci¨®n en un momento como el actual exige, adem¨¢s, el mayor consenso posible sobre la lucha antiterrorista y la elaboraci¨®n de unos presupuestos necesariamente restrictivos para 1996. Lo mismo cabe exigir de la presidencia de la UE, que naufragar¨¢ en los escollos de los celos y de las rivalidades partidistas si no hay una actitud positiva por parte de todos. Lo que se juega Espa?a en este periodo no es ¨²nicamente su prestigio de buen gestor de los asuntos europeos y de socio eficaz, sino cuestiones que afectan directamente a los intereses nacionales. La Conferencia del Mediterr¨¢neo, que se celebrar¨¢ en noviembre en Barcelona, interesa a Espa?a antes que a ning¨²n otro pa¨ªs. Como interesa a Espa?a el buen funcionamiento del Grupo de Reflexi¨®n para la Conferencia Intergubernamental de 1996, que realiza sus trabajos bajo la batuta de un diplom¨¢tico espa?ol y debe situar Ios mojones de la reforma de Maastricht.
M¨¢s importante a¨²n es evitar que la agenda pol¨ªtica siga permanentemente controlada por un club de grandes delincuentes en constante crecimiento, y que tienen como, elemento com¨²n la imputaci¨®n al Gobierno de los delitos de los que ellos mismos, son acusados. Cierto que el Gobierno es el responsable pol¨ªtico de esta espiral de esc¨¢ndalos que ha empezado a socavar la base del Estado, pero la oposici¨®n no ha sabido escapar de la demagogia y ha contribuido enormemente a la crispaci¨®n y a la desaparici¨®n del debate, sobre contenidos pol¨ªticos.
La sa?a mostrada por el Partido Popular tiene su origen probable en la desconfianza que les inspira Gonz¨¢lez, de quien temen una recuperaci¨®n inesperada en el ¨²ltimo minuto. La contundencia con que se est¨¢n empleando sus portavoces responde a la sensaci¨®n de que no hay que dejarle respiro hasta conseguir su rendici¨®n incondicional. Esta estrategia puede convertirse en una trampa de elefantes para el partido que con toda probabilidad va a suceder al PSOE en la responsabilidad de gobierno, hasta el punto de verse obligado a trabajar con instrumentos averiados gracias a su propia irresponsabilidad.
La era Gonz¨¢lez toca a su fin. Su partido tendr¨¢ que resolver en cuesti¨®n de meses la sucesi¨®n de quien ha sido su l¨ªder indiscutido desde hace m¨¢s de 20 a?os. La desaparici¨®n de Gonz¨¢lez de la primera fila de la vida pol¨ªtica para los a?os inmediatos aparece incluso como una condici¨®n para que se logre un clima de distensi¨®n. La clarificaci¨®n de este punto por parte del partido socialista contribuir¨ªa a descargar la electricidad ambiental. Es inquietante el caudal de odio y de desconfianza que se ha ido acumulando entre los dos grandes partidos que ocupan el grueso de los esca?os de nuestro Parlamento. La alternancia pol¨ªtica no puede ser el fruto de la venganza civil y de enfrentamientos ideol¨®gicos y personales. Plantear la sucesi¨®n en la presidencia del Gobierno en t¨¦rminos bananeros, como si s¨®lo cupiera elegir entre el poder y la gloria o la c¨¢rcel y la ignominia, es despe?arse por la ignorancia y la mala fe de la que hacen gala algunos comentaristas.
El socialismo trat¨® en su d¨ªa de forma prepotente y cruel a Adolfo Su¨¢rez y a la Uni¨®n del Centro Democr¨¢tico. Ahora se encuentra con que la historia le devuelve ciento por uno. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar; sus consejeros y amigos, deber¨ªan meditar sobre ello.
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