No d¨ªgas que fue un sue?o (IV)
En todo campeonato hay un pasatiempo al que todo el mundo se adscribe con avidez, hacer c¨¢balas o su versi¨®n lud¨®pata: porras. Voy a ocuparme de las primeras. Si tal gana a cual y el otro pierde con el de m¨¢s all¨¢, nosotros ganando con fulano podr¨ªamos perder con mengano. Al principio todos los equipos recurren a esas c¨¢balas para hacerse una composici¨®n de lugar. M¨¢s adelante, acudir a las suposiciones es inversamente proporcional al resultado que est¨¦s obteniendo. Lo que sucede con las c¨¢balas es que la mayor¨ªa de las veces no aciertas, como ocurri¨® con el partido contra Francia o ante Rusia. Ahora que el optimismo parece dispuesto a hacernos compa?¨ªa suplantando a la tensi¨®n, retomo el recuerdo.En el Europeo 87 tambi¨¦n nos enfrentamos a Grecia en Atenas. Para quien no haya vivido el fervor de la afici¨®n griega es dif¨ªcil entender lo que significa jugar un partido contra cualquiera de sus equipos. Pues no es dif¨ªcil imaginar lo que puede suponer jugar un partido contra su selecci¨®n en la capital. Recuerdo que el mismo p¨²blico que te vitoreaba el d¨ªa anterior, al siguiente te acosaba fren¨¦ticamente; hasta los camareros del hotel intentaban por todos los medios comerte la moral.
En aquel entonces los helenos contaban con un equipo que se hizo ¨¦pico: Gallis, Yannakis, Christodoulou, Kambouris y Filipou. Cada vez que el conjunto griego ganaba un partido nos sub¨ªamos a la terraza del hotel a contemplar el espect¨¢culo de la ciudad. Toda Atenas se convert¨ªa en una fiesta. Llegamos a pensar que a Gallis lo nombrar¨ªan presidente. L¨¢stima que en aquel partido concreto que jugaron contra nosotros conseguimos ganarles y aguarles la diversi¨®n.
Ya que desde el principio de este campeonato las coincidencias con el pasado acaparan cierto protagonismo, esperemos que, al menos hasta el partido de hoy, contin¨²en en esa din¨¢mica.
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