Senda de noche
Con el Informe semanal de la televisi¨®n de Estado uno se siente rejuvenecer. Especialmente cuando los asuntos conciernen a la pol¨ªtica espa?ola, refulge con brillo propio el enfoque de informaci¨®n reconstituida que los profesionales del No-Do tomaran de sus maestros alemanes. En realidad, no se proporciona informaci¨®n alguna acerca del tema de actualidad en cuesti¨®n: se transmiten pura y estrictamente los mensajes del Gobierno, aderezados con im¨¢genes que aparentan objetividad. As¨ª, el pasado domingo, de "las escuchas del Cesid" no aprendimos absolutamente nada. Serra tuvo a bien repetirnos algunas de las cosas que dijo en las Cortes, y el resto fue un retazo de pel¨ªcula de esp¨ªas sin presunci¨®n de inocencia, con el coronel. Perote y Mario Conde como protagonistas. La conspiraci¨®n, un tanto pobretona, estaba servida. Para el funcionamiento del Cesid y la irrelevante captaci¨®n que motiv¨® el caso, aplicaci¨®n de la ley de secretos oficiales.Es un pr¨®logo adecuado a la intervenci¨®n en las Cortes de Felipe Gonz¨¢lez. Realizada en tono severo, muy en hombre de Estado tras la estancia en Cannes, remiti¨¦ndose a lo informado (?) por Serra, con la famosa conspiraci¨®n siempre en la sombra e insistiendo en que todo se encuentra bajo absoluto control. Gracias a ello el portavoz de Converg¨¨ncia i Uni¨®, visto el castigo impuesto a los jefes de la guardia, modera el tono de la intervenci¨®n anterior. Si la oposici¨®n chilla, desprecio, seg¨²n corresponde a quien se reuni¨® a puerta cerrada con su grupo parlamentario y elude cualquier explicaci¨®n de asuntos importantes al pleno de la C¨¢mara. Si la cabeza de Borrell no lo impide, se ha alcanzado la meta del semestre europeo, en el cual, al parecer, los procesos electorales est¨¢n vedados. Luego ya se intentar¨¢ forzar la supervivencia por el medio que sea.
Felipe Gonz¨¢lez acaba de declarar que ser¨¢ imposible probar la responsabilidad del Gobierno en el ¨²ltimo esc¨¢ndalo. Algo parecido dijo ya hace a?os en relaci¨®n al asunto GAL, cuando se plante¨® la b¨²squeda del se?or X.
Es un argumento irreprochable desde el punto de vista l¨®gico, pero nada tranquilizador por lo que toca a las responsabilidades, tanto pol¨ªticas como estrictamente delictivas. Porque en los dos casos citados, la imposibilidad de demostrar la culpa no se deriva de una investigaci¨®n exhaustiva, a la que el Gobierno diera toda su colaboraci¨®n, sino de la actitud contraria: eliminar toda prueba (o el acceso a toda prueba) y, de este modo, evitar el acceso a la verdad. Es otra vez algo que no figura en los manuales de Derecho Constitucional y s¨ª en los argumentos cl¨¢sicos a lo Dashiell Hammet.
Una estructura de poder garantiza la propia impunidad cerr¨¢ndose ante el investigador independiente o, como en el caso Cesid, dejando al frente de la investigaci¨®n -dimisionario en funciones- a quien el sentido com¨²n designa como eventual responsable inmediato de las escuchas. Poca cintateca quedar¨¢ ya a estas alturas. El ¨²nico peligro es que alguien cante, como siempre sucede en las pel¨ªculas negras y ha ocurrido tambi¨¦n ahora. Pero a la ¨²ltima responsabilidad ser¨¢ pr¨¢cticamente imposible llegar por esta v¨ªa. La factura la paga el Estado de derecho. Y la pagan los ciudadanos, con la sensaci¨®n de moverse en una atm¨®sfera de inseguridad jur¨ªdica casi angustiosa, por lo que concierne a los actos de quien se niega a reconocer que los secretos y los silencios dejan de tener sentido cuando los delitos y los muertos son manifiestos.
Como manifiesta son la debilidad y la falta de autoridad de un Gobierno situado bajo tal carga de sospechas razonables. ?C¨®mo va a afrontar con rigor la ofensiva de ETA un ejecutivo sobre cuya cabeza gravita la espada de Damocles del caso GAL? Ciertamente, ETA seguir¨ªa matando lo mismo y su l¨ªnea de fascistizaci¨®n no se iba a cortar por la posible (y a mi juicio necesaria) dimisi¨®n de Felipe Gonz¨¢lez. Pero otra cosa, suceder¨ªa con los apoyos sociales respectivos al terror, y a la paz en Euskadi. No es l¨ªcito lucir el lazo azul en la intervenci¨®n p¨²blica donde se justifica el perd¨®n otorgado a dos guardias torturadores. Ha de ser un Gobierno libre de sombras el que afronte la amenaza m¨¢s grave que hoy se cierne sobre la democracia en Espa?a.
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