Cincuentenario
El motivo m¨¢s firme para celebrar los 50 a?os de la ONU viene a ser mutatis mutandis el mismo que los mon¨¢rquicos espa?oles soI¨ªan esgrimir tal vez desde los tiempos de la Primera Rep¨²blica para encarecer lo ben¨¦fico de la existencia de la Corte con sus fastos y gastos: "?Y toda la gente que pod¨ªa comer s¨®lo gracias al trabajo que daba?". El ejemplo m¨¢s antiguo en favor de la idea liberal de que los vicios privados son virtudes p¨²blicas nos lo ofrece el boato de las cortes reales o imperiales. ?Qu¨¦ fue sino el capricho cortesano de las ropas de p¨²rpura lo que hizo la riqueza y la ventura de aquellos "codiciosos marinos que en su negro bajel llevan mil frusler¨ªas" (Odisea, XV), que fundaron Cartago y rebasaron las Columnas de H¨¦rcules? Pero la merma paulatina que ha supuesto en los dos ¨²ltimos siglos la, decadencia de los caros pero siempre ben¨¦ficos vicios palatinos ha ido siendo, por fortuna, remediada por el creciente esplendor de las burocracias privadas, p¨²blicas y hasta internacionales. En lo privado, el list¨®n del "m¨ªnimo decoro" exigido en un ente financiero que no busque la ruina no s¨®lo est¨¢ hoy m¨¢s alto que el de cualquier industria (que por lo dem¨¢s tampoco puede ya casi permitirse el cl¨¢sico modelo de naves en forma de dientes de sierra con techumbre de zinc o de uralita y, por toda oficina patronal, un garit¨®n acristalado y de tarima a la derecha de la entrada), sino que iguala a veces, en m¨¢rmoles y bronces, banquetes y retretes, la antigua magnificencia de las cortes. Y en lo p¨²blico, en fin, ?c¨®mo no bendecir, por encima de cualquier administraci¨®n nacional, la grandeza y providencia de la ONU, sea por sus imponentes palacios oficiales, sea por la incalculable cantidad de empleados que ha venido. ocupando y el inmenso caudal de dinero que con ello ha dado a ganar en los pa¨ªses protectores -ya que no tanto, quiz¨¢, en los protegidos- a lo largo de sus 50 a?os de vida?
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