El primer alumno de Severo Ochoa
SANTIAGO GRISOL?A El investigador Santiago Grisol¨ªa rememora los a?os de amistad con el recientemente fallecido Francisco Grande Covi¨¢n y el respeto que le infundi¨® desde su primer encuentro en 1943.
Cuando muere una personalidad es natural que los medios de comunicaci¨®n requieran informaci¨®n de sus amigos de muchos anos, pero tambi¨¦n es natural que ¨¦stos, como en mi caso sucedi¨®, con la muerte del profesor Severo Ochoa no, puedan acceder f¨¢cilmente a comunicar sus sentimientos a televisi¨®n o radio, y hasta se hace harto dif¨ªcil hacerlo por escrito, como en estos renglones, en recuerdo del profesor Francisco Grande Covi¨¢n.Mi amistad y admiraci¨®n al doctor Francisco Grande Covi¨¢n empez¨® hace muchos a?os, creo que fue en el 43, cuando yo era a¨²n estudiante de Medicina y el profesor Francisco Grande vino a Valencia a dar una conferencia. Aunque yo estaba ya trabajando como aprendiz de investigador en el laboratorio de Fisiolog¨ªa dirigido por Jos¨¦ Garc¨ªa Blanco, no me atrev¨ª a acercarme a ¨¦l, aunque quer¨ªa hacerlo, pues sab¨ªa de su papel en la investigaci¨®n en, vitaminas que realizaba en el Instituto Ibys en Madrid, y de su amistad con el doctor Antonio Ventura, mi mentor y colaborador del profesor Puche, con quien Grande Covi¨¢n hab¨ªa trabajado encargado por el profesor Negrin para intentar paliar los problemas nutricionales de los madrile?os durante la guerra civil. Poco m¨¢s tarde fui a verle a Madrid, y varias veces m¨¢s antes de marcharme a Estados Unidos; tambi¨¦n durante mi primer y breve regreso a Espa?a en el 49 fui a verle para pedirle consejo y comentar mis investigaciones.
Desde entonces he tenido m¨²ltiples ocasiones de encontrarme con ¨¦l, aqu¨ª y en Estados Unidos, y hasta de colaborar y publicar un trabajo juntos cuando Francisco Grande estaba en la Universidad de Minnesota. As¨ª pues, durante sus a?os en Estados Unidos nos hemos visto en Minnesota y en Kansas, donde yo estaba, y en muchos otros sitios. Una vez al a?o nos reun¨ªamos Severo Ochoa, el profesor Jordi Folch Pi y el profesor Grande (Pacho para Severo, y Paco para m¨ª) y los pocos espa?oles interesados en Bioqu¨ªmica, cada vez m¨¢s numerosos, con motivo de las reuniones de las Federaciones de Sociedades de Biolog¨ªa y Bioqu¨ªmica.
El doctor Grande Covi¨¢n mantuvo ya desde que era estudiante una ¨ªntima amistad con el profesor Severo Ochoa y, a mi modo de ver, se le puede considerar como su primer estudiante. A su jubilaci¨®n, el profesor Grande Covi¨¢n regres¨® a Espa?a, asumi¨® el puesto de director del Instituto de Nutrici¨®n Juan Carlos I de la Fundaci¨®n Ulta en Zaragoza cuando yo era miembro de su patronato. Por, tanto, cuando se daban los Premios Cuenca Villoro de dicha fundaci¨®n nos reun¨ªamos en Zaragoza. Tambi¨¦n en La Granda, en la Escuela de Estudios Hisp¨¢nicos, invitados por Teodoro L¨®pez Cuesta todos los agostos y todos los mayos desde hace 28 a?os; en la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz con ocasi¨®n de la Lecci¨®n Memorial Carlos Jim¨¦nez D¨ªaz que se da por esta instituci¨®n. Recordemos que, entre otros muchos cargos, Francisco fue presidente del patronato de la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz. Es de se?alar su trabajo en el patronato del Fondo de Investigaciones Sanitarias cuando ¨¦ste se cre¨® poco despu¨¦s del regreso de Severo a Espa?a, y que tanto ha hecho para el impulso y desarrollo de la investigaci¨®n biom¨¦dica.Despu¨¦s de su puesto en la Fundaci¨®n Cuenca Villoro, el profesor Grande Covi¨¢n ocup¨® una c¨¢tedra de Bioqu¨ªmica en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza, ya que, por razones incomprensibles, no se reinstal¨® en su c¨¢tedra de Fisiolog¨ªa de la Facultad de Medicina.
De su carrera cient¨ªfica es de destacar su extensa colaboraci¨®n con el profesor Ancel Keys, que fue quien lo invit¨® a Mirm¨¦sota; su trabajo advirti¨® a la comunidad cient¨ªfica de los problemas diet¨¦ticos que conllevan el consumo excesivo de grasas que resultan en altas concentraciones de colesterol, con el consecuente aumento de muertes por problemas cardiovasculares, y de la conveniencia, mejor dicho, la necesidad de utilizar alimentos apropiados que no, resultasen de una excesiva acumulaci¨®n de esta sustancia. Desde su regreso a Espa?a trabaj¨® incansablemente en la defensa de estos conceptos 'y populariz¨® la idea de la dieta mediterr¨¢nea. Continu¨® incansable viajando y dando conferencias por el mundo entero hasta muy recientemente Hasta hace poco fue profeso em¨¦rito en la Universidad de Zaragoza, ense?ando y estimulando a un grupo muy extenso de invesstigadores. Tambi¨¦n tuvo brillantes alumnos espa?oles en Minnesota, hoy respetables profesores de la Universidad espa?ola, tales como Carmena, Merchante Oya.
Al profesor Grande se le recordar¨¢ por muchos de sus amigos no s¨®lo por su categor¨ªa cient¨ªfica, sino tambi¨¦n por su increible sentido del humo sus frecuente an¨¦cdotas y su prodigiosa memoria, es un hecho que el profesor Ochoa recordaba mucha veces. Es muy dif¨ªcil en breves l¨ªneas resumir las mucha ocasiones en que hemos estado juntos; yo le dec¨ªa de broma que, con suerte, comer¨ªamos y cenar¨ªamos juntos muchos d¨ªas de nuestra vida y que quiz¨¢ sumando todo llegar¨ªamos al a?o, como creo que as¨ª ha sido.
El profesor Grande Covi¨¢n fue una persona: liberal, tolerante y estricto defensor de sus ideas democr¨¢ticas. Muchos lo echanremos de menos, especialmente los que hemos tenido el privilegio de conocerle, o¨ªrle y tambi¨¦n de conocer a sus hijos y a su esposa Gloria. Descanse en paz.
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