Un presidente a un tel¨¦fono pegado

El ambiente ha cambiado en el El¨ªseo. Fran?ois Mitterrand recib¨ªa informaci¨®n y se comunicaba a trav¨¦s de notas, tomaba sus decisiones en solitario y creaba a su alrededor un clima de recogimiento silencioso. Por supuesto, a nadie se le ocurr¨ªa tutearle. Con Jacques Chirac acelerando por los pasillos e irrumpiendo en las oficinas, el palacio presidencial ha adquirido un cierto frenes¨ª, t¨ªpicamente chiraquiano. Sus colaboradores dicen que el l¨ªder gaullista no ha cambiado: que muchos siguen llam¨¢ndole de t¨², que sigue consumiendo cerveza mexicana Coronas en dosis abundantes, que sigue prefiriendo la conversaci¨®n a la nota escrita y que, sobre todo, sigue colgado del tel¨¦fono.Lo del tel¨¦fono es consustancial a Chirac. Prometi¨® que no interferir¨ªa en la marcha cotidiana del Gobierno, pero raro es el ministro que no le tiene al tel¨¦fono una vez al d¨ªa. "A veces llama s¨®lo para preguntar c¨®mo va todo", explicaba ayer un alto funcionario al diario Le Figaro. De vez en cuando, Chirac re¨²ne en su despacho a sus colaboradores m¨¢s antiguos, para tomar una copa y charlar. En los banquetes se hace servir el ¨²ltimo, no el primero, como era costumbre, y rompe sistem¨¢ticamente el protocolo en la colocaci¨®n de los comensales: exige que le rodeen de mujeres, en lugar de ser flanqueado por los invitados de honor o las figuras institucionales.

La hija del presidente, Claude Chirac, es el miembro m¨¢s llamativo del nuevo equipo del El¨ªseo. Con s¨®lo 31 a?os y vestida con vaqueros, la "asesora de comunicaci¨®n" mantiene la misma importancia que durante la campa?a electoral: para acceder a Chirac, la prensa debe pasar necesariamente por el despacho de Claude, que, como su padre, vive con el tel¨¦fono pegado a la oreja.