Esto no es el Tour
Las rutas de Cercedilla invitan a pedalear sin prisas, disfrutando de praderas y fuentes
Con las bicicletas de monta?a est¨¢ empezando a ocurrir lo mismo que con los autom¨®viles. Que el que conduce piano y mirando de reojillo el paisaje es toli, un pringao. "?Dominguero!", le espetan en cuanto se descuida al pardillo que no corre, pero que mucho, sobre una Scott ¨²ltimo modelo de aleaci¨®n ligera, con amortiguado res de serie y ciclocomputador digital.En descargo de quienes as¨ª ofenden, o piensan, hay que decir que la formaci¨®n de algunos ciclistas presenta lagunas tama?o Baikal, debidas sin duda a una apresurada selecci¨®n de sus lecturas, mayormente gu¨ªas de mountainbike (en ingl¨¦s, of course) escritas como lo que sigue: "Kil¨®metro 7,40. Seguimos el camino principal (derecha). Kil¨®metro 8,20. Seguimos el camino principal (derecha). Kil¨®metro 10,00. Al llegar a una edificaci¨®n seguiremos el camino de la derecha. Kil¨®metro 10,80. Derecha...". Con semejante literatura, se puede ganar el Tour, pero no el Cer vantes.
Hora es de que todos nos echemos en bici a los caminos como el que va de paseo, y no a una contrarreloj. Quien se acerque con este talante a la estaci¨®n de Cercedilla, por ejemplo, deber¨¢ saber que la carretera que asciende por el valle de la Fuenfr¨ªa fue calzada en tiempos de Vespasiano, y no le doler¨¢ echar pie a tierra para asomarse desde el puente romano de la Venta al rumor antiguo del incipiente Guadarrama. Como deber¨¢ saber tambi¨¦n que, siempre hacia el norte y ganando altura, el asfalto desemboca en la carretera de la Rep¨²blica, as¨ª flamada en memoria de sus promotores y no por ganas de incordiar.
Cosa estupenda para el valle, la guerra civil fastidi¨® el proyecto de abrir al tr¨¢fico motorizado el puerto de la Fuenfr¨ªa, y hoy se puede pedalear tan ricamente en su demanda haciendo altos aqu¨ª y all¨¢. El alto de aqu¨ª cabe efectuarlo en el mirador de Vicente Aleixandre, junto a la pradera de Navarrulaque, donde unos versos suyos cincelados en un cancho de granito valen m¨¢s que mil im¨¢genes: "Sobre esta cima solitaria os miro, / campos que nunca volver¨¦is por mis ojos. / Piedra de sol inmensa: entero mundo, / y el ruise?or tan d¨¦bil que. en su borde lo hechiza". Y el de all¨¢, en el mirador de la Reina, desde cuyo pretil se domina el valle cual Falco tinnunculus, que es el cern¨ªcalo que sobrevuela la fronda de pino silvestre.
Coronado el puerto de la Fuenfr¨ªa (1.769 metros), el itinerar¨ªo prosigue por la vertiente occidental del valle hasta alcanzar el collado de Marichiva, donde se hace preciso apearse para saltar una valla y descendender por sinuosa vereda -tramo trialero, en jerga ciclomonta?era- que sume de lleno al excursionista en el valle del r¨ªo Moros.
Dicha senda muere en una pista, que habr¨¢ que tomar a mano izquierda y luego abandonar a la altura del kil¨®metro 24,75 (para los que lleven ciclocomputador), sorteando una valla verde con se?ales rojas y blancas de sendero de gran recorrido (para los que vayan a pelo).
El nuevo camino conduce la nacional VI. A menos de dos kil¨®metros, carretera arriba, el alto de los Leones (1.550 metros) constituye el segundo puerto -no puntuable- Sobrepasado ¨¦ste, a los mil metros justos, nace al otro lado de la carretera una pista que desciende pl¨¢cidamente por las laderas meridionales de La Sevillana, Matalafuente, pe?a del Cuervo y la Pe?ota. La v¨ªa del ferrocarril apunta hacia la localidad de Cercedilla, meta de este tour serrano en el que no hay sprint final, maillot amarillo ni otras zarandajas.
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