Suicidio por desesperaci¨®n
El cad¨¢ver de una joven colgaba ayer de un ¨¢rbol. Se hab¨ªa suicidado en el mismo campo de refugiados abarrotado de bosnios musulmanes que huyen de Srebrenica. Nadie se atrevi¨® a tocar el cuerpo.La mujer, de unos 20 a?os, era una m¨¢s entre las miles de bosnias aterrorizadas tras la captura por las fuerzas serbias del enclave, una te¨®rica zona protegida por las Naciones Unidas. Encontraron, junto con los ni?os y ancianos, cobijo en territorio controlado por el Gobierno de Sarajevo, pero no lograron escapar de la pesadilla en que se ha convertido su vida en los tres ¨²ltimos a?os. Ahora est¨¢n desesperadas, sin agua ni comida, y lloran bajo un sol de justicia por los hombres que se quedaron en un estadio de Srebrenica en manos de las tropas de Radovan Karadzic.
Viven y duermen al raso en el aer¨®domo de Dubrave, controlado por la ONU en las afueras de Tuzla, o en las calles de Kladanj, a mitad camino de Srebrenica, tras haber cruzado las l¨ªneas de combate. Hablan de asesinatos y apaleamientos, de violaciones. No tienen a n¨¢die que cuide de ellas.
El Gobierno bosnio, irritado por la pasividad de los cascos azules en Srebrenica, alegaron que no tiene medios para aten. der a los refugiados y los deja -la merced de la ONU y de la,, organizaciones humanitarias.
Al menos 25.000 refugiados han cruzado ya las l¨ªneas ser bias, y otros 8.000 est¨¢n en ca mino. "No tenemos nada ni adonde ir", se lamenta Mirama Mujcic, de 25 a?os, sobre la hierba del aeropuerto de Tuzla "desde que llegamos aqu¨ª no se han preocupado ni de pregun tarnos qui¨¦nes somos".
Cuando un cami¨®n cargado con barras de pan lleg¨® a la en trada del aeropuerto, 300 refu giados se abalanzaron sobre ¨¦l con las manos implorantes Otros permanec¨ªan impasibIes ante la escena.
Ayuda de emergencia
Las organizaciones de ayuda humanitaria a¨²n no han llegado a Tuzla. Los cascos azules se han limitado a facilitarles un auxilio de emergencia a la espera de recibir instrucciones del Gobierno de Sarajevo. Mientras, madres con sus hijos en brazos se pasea bajo el sol en busca de agua comida.
El doctor Salih Mulagic expresaba su temor a que desaten brotes de disenter¨ªa y otras epidemias. "La situaci¨®n es terrible" asegura Mulagic, "nuestro hospital de campa?a est¨¢ abarrotado de pacientes y personas desnutridas". Casi todos los enfermos son ni?os.
Las v¨ªctimas del mayor ¨¦xodo vivido en la antigua Yugoslavia en los tres ¨²ltimos a?os recuerdan que en Sebrenica s¨®lo sent¨ªan miedo de no saber qu¨¦ pod¨ªa ocurrirles Ese terror desesperado a¨²n enturbia su mirada.
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